Hablando se ¿entiende? la gente

INVESTIGACION

Stop. Es hora de reflexionar sobre por qué nos cuesta tanto comunicarnos. Para los especialistas, los argentinos nos estamos vinculando desde el paradigma de la “verdad absoluta”. Aquí, cómo las empresas tomaron nota de la importancia del diálogo y claves para empezar a comprendernos unos con otros. Nunca es tarde.

Nos machacaron en la cabeza durante todo el primario y el secundario. Que el emisor de un lado, que el recepto del otro, que el código, el canal…. ¿Y en el medio? En el medio, el mensaje, ese que a uno le da la sensación, callejeando la ciudad argentina que se le ocurra, de que no está llegando como debiera. Que la materia Feedback nos la llevamos a marzo. Y que el “ruido” –para seguir en la línea semiótica– se apoderó de nuestras conversaciones, y que cuando Juancito dice “blanco”, Pedro responde “negro”. No levantaremos desde aquí ningún dedo acusador, ¿pero no cree, estimado lector, que en la actualidad, sea en el ámbito que fuere, los diálogos no solo no conducen a buen puerto, sino que se polarizaron de tal forma que perdieron su escala de grises? ¿Por qué cuesta tanto acercarnos, aun cuando defendamos ideas opuestas? ¿Por qué comunicarnos parece haberse tornado una misión imposible?

“Las trabas surgen del nivel propio de complejidad que implica la comunicación humana. En toda conversación se da una ida y vuelta incesante de palabras, gestos, acciones y emociones en un proceso de interacción e influencia recíproca. Hablamos, escuchamos, observamos y asignamos sentido tanto al lenguaje verbal como al no verbal, y a todo comportamiento de nuestro interlocutor en relación con el contexto y la situación comunicacional. Es en las conversaciones donde emerge, como en pocas instancias, la profundidad y complejidad del ser humano y su despliegue en la dinámica relacional”, esgrime Oscar Anzorena, licenciado en Comunicación, consultor y máster coach organizacional, y director del DPO Consulting – Desarrollo Personal y Organizacional.

Necesitamos más actitudes de mutuo respeto. Una opinión nunca es ‘verdad’ o ‘mentira:? es una interpretación”.

“Lo que ocurre hoy en este aspecto es un hecho preocupante. Nuestra actitud cobra suma relevancia y condiciona fuertemente la efectividad con la que nos comunicamos. Nos estamos vinculando desde el paradigma de la ‘verdad absoluta’. ¿Qué significa? Que pensamos que cualquier otra interpretación sobre algún fenómeno, que contraríe nuestro punto de vista, constituye una falsedad, una falencia grave o una explicación inválida. Y es entonces cuando caemos en el error de negar o desacreditar cualquier supuesto que contradiga lo que consideramos ‘la verdad’ y de afrontar nuestras conversaciones como una discusión donde se dirime quién tiene ‘razón’, o sea, quién tiene ‘la verdad’. Cuando esto se vuelve una contienda, hay un doble movimiento: por un lado, se argumenta solo para probarle al otro la ‘veracidad’ de la posición sustentada; por el otro, se desestima cualquier otra opinión señalando su equivocación y tratando de demostrar que desconoce ‘la realidad’. Es una pelea de suma cero, ya que parte de la premisa de que cuanta más razón uno posea, menos tendrá el otro, y viceversa. Por eso, andamos necesitando más actitudes de mutuo respeto para desarrollar conversaciones constructivas. Una opinión nunca es ‘verdad’ o ‘mentira’: es, simplemente, una interpretación”.

“Las empresas notaron que la comunicación entre sus integrantes impactaba en la efectividad organizacional”.

Si Anzorena tuviera que elegir la acción más importante y trascendente de su vida, optaría por la comunicación que estableció con otras personas. “No hay nada que haya logrado que no esté atravesado por la comunicación con un ‘otro’, ya sean mis padres, hijos, amigos, parejas, colegas, maestros o alumnos. Esto pasa en una conversación íntima, cuando transmitimos una experiencia, aprendemos algo, declaramos un amor, fantaseamos con un viaje, compartimos una comida, encabezamos un proyecto o compramos una casa”, reflexiona el autor del libro El arte de comunicarnos. Conceptos y técnicas para una comunicación interpersonal efectiva. “Todos los seres humanos interactuamos en redes de relaciones. Lo que nos es posible o dificultoso llevar adelante depende, en gran parte, de la extensión y la calidad de nuestros vínculos. Saber conversar expande o restringe nuestra frontera de posibilidades. Lo que nos está sucediendo en numerosas ocasiones es que no poseemos los conocimientos ni las habilidades para tener interacciones comunicacionales exitosas”.

Nuevo paradigma

Cuando al comienzo hablábamos de todos los ámbitos de la sociedad… son todos o, al menos, los más decisivos para el porvenir de aquella. Y si en otros tiempos había que callar, no distraerse, arremangarse y poner manos a la obra, eso, ahora, también cambió en el ambiente empresarial. Allí, cada vez más, se desprende la comunicación interpersonal como un factor preponderante para el rendimiento de la compañía y para lo que se refiere al liderazgo en los equipos de trabajo. ¿Estamos ante el fin de la era de frases tales como “El problema es que la gente habla mucho y trabaja poco”, “Si hablamos menos, vamos a trabajar más” o “Hay que dejar de conversar y ponerse a trabajar”? “Estas expresiones, que reflejan creencias muy arraigadas en ciertos sectores del mundo empresario, tienen su origen en el hecho de que, durante un sinfín de décadas, a lo largo de toda la era industrial, la base productiva de nuestra sociedad estuvo signada por el trabajo manual y la generación de bienes tangibles. Si bien esa sociedad dejó de existir, aún sobreviven los paradigmas que rigieron su dinámica social”, contesta Anzorena, y prosigue: “Ahora bien, la actualidad nos plantea el desafío de provocar nuevas teorías y concepciones que den cuenta de los distintos escenarios que enfrentamos en los diversos espacios de nuestro desempeño. Por ello, tenemos que revalorización la comunicación. Esta es una de las claves del siglo XXI para encarar cuestiones que se extienden desde el desarrollo personal hasta lo que acontece entre las cuatro paredes de la oficina”.

¿Por qué las organizaciones empezaron a dedicarse más a este tema?

Porque notaron, cada vez con mayor interés, cómo la comunicación entre sus integrantes impactaba en la efectividad organizacional. Todas las tareas que sus integrantes llevan a cabo a diario –asesorar, planificar, coordinar, capacitar, organizar, cobrar, controlar, negociar, liderar, motivar, atender al público–, requieren, inexorablemente, un componente conversacional. No es que además de trabajar conversamos, sino que trabajamos y abrimos un universo de posibilidades –antes, inexistente– a través de nuestras conversaciones. Desde esta perspectiva, toda compañía puede analizarse como un “sistema conversacional”, como una red de personas que, por medio de sus conversaciones, coordinan sus acciones y fortalecen vínculos de compromisos.

Usted suele reparar en los “modelos mentales”. ¿Cómo inciden en las comunicaciones interpersonales?

Los “modelos mentales” son el conjunto de opiniones, valores, distinciones y creencias que utilizamos para percibir e interpretar todo tipo de circunstancias. Ejercen una gran ascendencia sobre nuestro modo de comprender el mundo, y sobre nuestra manera de actuar y de comunicarnos. Como un cristal que distorsiona sutilmente nuestra visión, los “modelos mentales” condicionan nuestra percepción y la asignación de sentido a los mensajes y estímulos que recibimos; determinan el enfoque de nuestra atención y nuestra interpretación/valoración de cualquier acción o circunstancia, así como por qué seleccionamos algunos datos y obviamos otros; y delimitan nuestra emocionalidad, influyendo en nuestro comportamiento y en la forma en la que nos comunicamos y relacionamos con los demás.

¿Por qué nos resulta tan complicado escuchar, Oscar?

Porque reducimos ese acto a una actividad secundaria, receptiva y pasiva. Esto queda constatado en todos los cursos de capacitación en comunicación que están abocados cien por ciento al hablar y no al escuchar. Si no se entiende que el escuchar es una acción que se puede efectuar con mayor o menor efectividad, nunca surgirá la necesidad de desarrollar la habilidad para hacerlo de la manera acertada. El escuchar conlleva implícitamente el oír, pero es algo mucho más complejo todavía. Escuchar presupone una tarea interpretativa. ¿Qué tiene de pasivo eso? Todo lo contrario: es un activo proceso de asignación de sentido.

Hay alguna fórmula para comunicarse con éxito?

Mientras conversamos realizamos, en forma secuencial o simultánea, un conjunto de acciones: hablamos (exponemos o indagamos), escuchamos, establecemos una relación e intercambiamos nuestra emocionalidad. A la vez, observamos y asignamos sentido tanto al lenguaje verbal como al no verbal. En función de esto, propongo desarrollar cinco competencias que bauticé “conversacionales”. La primera, “hablar con poder”: advertir que accionamos a través del poder transformador de la palabra y que todo hablar es un actuar. La segunda, “escuchar en profundidad”: cuando escuchamos, estamos asignándole un significado a todo lo que oímos y vemos de nuestro interlocutor. La tercera, “indagar con maestría”: la indagación es el medio que utilizamos para poder “escuchar mejor”; es un poderoso instrumento que nos permite ahondar en los niveles de análisis. La cuarta, “entrar en sintonía”: primordial para una comunicación de alta calidad, avivando un clima de confianza. Por último, “conversar en forma constructiva”: en las conversaciones, podemos asumir una postura para desacreditar a nuestro interlocutor o para querer compartir nuestro punto de vista. De uno depende.

Claves para una comunicación efectiva

•Nuestras conversaciones construyen nuestro mundo.

• La comunicación es mucho más que hablar y escuchar.

• Recuerde que toda percepción es una construcción.

• Hágase cargo de sus opiniones.

• Escuche con el corazón.

• Sea asertivo en sus pedidos y ofrecimientos.

• Recuerde que el cuerpo también habla.

• Genere vínculos de mutua confianza.

• Tenga presente que las preguntas son tan importantes como las respuestas.

• Establezca sintonía en sus conversaciones.

• Contagie emociones positivas y presérvese de las negativas.

• Tenga una actitud constructiva en sus conversaciones.

• Sea consciente de que todo vínculo es un “sistema”.

• Sea impecable en el cumplimiento de sus compromisos.

Por Oscar Anzorena, licenciado en Comunicación, consultor y máster coach organizacional.

Aprender a comunicarse

Esto implica aprender a decir auténticamente lo que se siente y se piensa, pero comprendiéndonos y, sobre todo, respetándonos unos a otros. A través de una buena comunicación con los padres, los hijos pueden lograr su plena individuación y alcanzar sus propios objetivos. Cuando nos imponemos o pretendemos ser adivinados, permanecemos en el ámbito de indiscriminación que produce la “simetría inconsciente” como cambio psíquico estructural que abarca a las nuevas generaciones y también a los adultos. Este cambio hace que desde la más temprana infancia se copie inconscientemente a los padres como si se estuviera frente a un espejo, por lo cual los hijos quedan posicionados desde pequeños en paridad con sus padres, pero no se terminan de separar por completo. Se permanece en un estado de escasa diferenciación, desde donde se espera que el otro sea un espejo que nos devuelva la propia imagen.

Por eso es tan difícil la comunicación en estos tiempos. Cada uno pretende ser correspondido plenamente por los otros, y cuesta mucho el descentramiento, el respeto y el reconocimiento del otro como diferente. Produce mucha frustración la diferencia porque se la vive como un ataque a la propia identidad, en lugar de comprender que simplemente… somos diferentes.

*Por Claudia Messing, psicóloga, socióloga y directora del Instituto para al Abordaje de la Simetría Inconsciente (IASI). Más info: www.abordajedelasimetria.org

Comunicarse es crear joyas únicas

Estar conectado no significa estar comunicado. La conexión es un fenómeno tecnológico y la comunicación es un proceso artesanal. Es esencial distinguir esto en una época en que ambos términos se confunden y muchas (demasiadas) personas están virtualmente muy conectadas pero, en verdad, muy solas e incomunicadas.

La comunicación requiere mirar (no simplemente ver), escuchar (no solo oír), emplear la palabra como puente para pedir, expresar, decir, os hay muy ricos) y registrar el caudal emocional que fluye cuando todo esto se pone en movimiento. Para comunicarse hay que comprometerse con el otro, dedicar tiempo al encuentro, elegir. No puedo comunicarme en varias ventanas abiertas simultáneamente como ocurre con la conexión. Como cada persona es única y todos somos diferentes, comunicar es armonizar diferencias. Y porque somos únicos no hay dos episodios de comunicación iguales. Por esto pienso que se trata de artesanía. La conexión es serial, no requiere conocer al otro. La conexión es un medio (una herramienta), la comunicación es un fin. Y en el logro de ese fin la palabra juega un rol esencial. Por eso es importante honrarla, respetarla, valorarla y enriquecerla, en lugar de minimizarla y empobrecerla. Sin ella no podemos ni pensar ni poner nombre a nuestras emociones y sentimientos. Sin ella no podemos aprehender el mundo. Nos comunicamos con palabras, nos conectamos con herramientas tecnológicas. No son enemigas, pero no son la misma cosa. La comunicación es una forma de amor.

*Por Sergio Sinay, especialista en vínculos y autor del libro La palabra al desnudo.

Por Mariano Petrucci.
(Revista Nueva)


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