Egresadas 56 años después

ANIVERSARIO DE BARILOCHE

Sonrientes -emocionadas a la vez- y con el entusiasmo vivo de aquel verano de 1957, cinco amigas, compañeras del Colegio Nacional de Morón, volvieron a reunirse en Bariloche, donde llegaron de viaje de egresados 56 años atrás.

Cira, Elena, Aurora, Irma y Susana revivieron viejas épocas como nuevas egresadas. Cartel ploteado en mano en cada excursión que realizan y un escudo prendido en la solapa de su ropa, con la imagen de un “burro” y el texto: “Egresados 1956”.

“Venimos de un colegio del Estado, mixto, de la zona de Morón y esa inquietud que teníamos de hacer cosas distintas, nuevas, de ir adelante. Se nos ocurrió hacer un viaje que no era algo común en esa época y empezamos a ver el sitio. La verdad que las montañas eran un sueño, habíamos visto algunas fotos y alguien que había viajado por su cuenta nos entusiasmó”, relató a “DeBariloche” Cira Forti, una odontóloga jubilada que volvió a vivir en su antigua casa familiar de Haedo hace poco tiempo y hoy disfruta su segundo viaje de egresada.

Cira es la “vocera” del grupo, según la presentan sus amigas, pero lo cierto es que todas tienen algo por contar de aquel viaje inolvidable no sólo desde el momento de subirse al tren y ocupar los dos camarotes asignados, sino desde un año antes cuando comenzaron a hacer rifas, bailes y guardar un peso diario en una alcancía (y luego en una cuenta bancaria) con el objetivo de viajar.

“Fueron 36 horas de viaje en dos camarotes donde nos divertíamos muchísimo y aún hoy nos seguimos riendo de las cosas que pasaban en ese momento”, dijo Cira, acompañada por sonrisas de sus compañeras Susana Veranese, Irma Echevarría, Aurora Fernández y Elena Schuszler.

La memoria de aquel viaje se revivió al reunirse nuevamente en Bariloche. Lo lograron gracias a un concurso del Emprotur que buscaba los registros de los primeros viajes de egresados y allí, una de las mujeres envió la foto y ganó, con la suerte de que dos del grupo ya vivían en esta ciudad y era una buena oportunidad para reencontrarse. El plus del viaje fue que se lograron los pasajes para las tres restantes e incluso se alojaron en el hotel donde estuvieron aquella vez, en el Nahuel Huapi.

Las anfitrionas fueron Elena y Aurora. La primera eligió vivir en Bariloche hace 25 años por insistencia de su esposo, y la segunda, se radicó con su marido en el año 2000.

En su relato surge la anécdota de la “escapada” a bailar al salón del hotel Nevada, a escasos metros de donde se alojaban. Sólo tres de las chicas salían por la noche a bailar en un salón donde “había un piano y violín, no era nada de discos”, aclaró Elena, mientras que Aurora enfatizó que las calles eran de ripio pero aún así calzaban zapatos de tacones.

La gracia era evadir a las dos madres que las acompañaron en el viaje y divertirse un rato bailando con jóvenes -también egresados- de un colegio de Mendoza.

“Íbamos temerosas a bailar por si nos encontrábamos con alguien conocido y después nos reíamos de la ocurrencia ¿A quién íbamos a conocer si no había nadie?”, contó una de las mujeres desde el hall del hotel que también sufrió una importante transformación con el paso del tiempo.

De aquel recuerdo de la ciudad joven y pequeña, donde había pocas casas aún y predominaba la Catedral en la Costanera, Elena describió que “era todo tierra, lo único asfaltado era la calle Mitre y luz no habia, uno miraba las bombitas de luz y se veía el filamento”.

También volvieron a navegar el lago Nahuel Huapi en la excursión a Puerto Blest, donde se sintieron elogiadas como las “estrellas” del viaje, fotografiadas incluso por turistas extranjeros.

Hoy las cinco caminan por Bariloche recordando a cada paso su primer viaje con amigas al Sur aunque “es todo diferente, hay muchos recuerdos pero hay cosas que se te borran”, admitió Irma visiblemente emocionada con el reencuentro con sus compañeras y la ciudad, a donde no volvió desde aquel viaje.

DeBariloche

Cinco egresadas. Un viaje