“Ese día se nos llenó de compañeros”

A Julio López le tocó ser protagonista de uno de los días más dolorosos de Neuquén. Si se le pregunta qué recuerdos conserva de sus casi 25 años –los cumple en noviembre– de servicio como enfermero en el Hospital Castro Rendón una de las primeras imágenes que se le viene a la memoria es la de aquel 4 de abril de 2007, cuando recibieron al docente Carlos Fuentealba luego de haber sido prácticamente fusilado por un disparo policial en Arroyito. “Fue una situación rara, triste, porque se nos llenó el hospital de gente, de compañeros de toda la provincia”, recuerda. Fuentealba pasó horas internado y finalmente perdió la vida en el hospital provincial. Julio ingresó al Castro Rendón en 1987, como auxiliar de enfermería. “Hice toda mi carrera académica trabajando en el hospital, me recibí de profesional primero y después de licenciado”, detalla. Su destino aquí un poco estuvo marcado por su madre, quien trabajó como enfermera en la institución durante 30 años para finalmente jubilarse y dejarle “la posta”. Julio rescata episodios positivos de su trabajo en el quirófano aunque admite que es un sector al que le toca atender todos los “casos graves” de la provincia: “Muchas veces los resolvemos con éxito y otras no tanto”. “Ese día –de la represión en Arroyito– fue un día de lucha como tantos que hemos tenido acá. Nosotros cuando hay alguna actividad sobre la ruta sabemos que hay compañeros nuestros y sabemos cómo funciona el mecanismo de seguridad de la provincia –explica–, ellos no ven un compañero enfrente sino un enemigo”. Julio cuenta que aquel 4 de abril la información de que se venía el desalojo había circulado temprano en el hospital. “Entonces nos sentimos medio preparados para recibir lo que pudiera llegar a venir, tanto compañeros como policías, porque si bien ellos van al Policlínico estamos listos para atender a cualquiera sin distinción”, señala. Cuando Fuentealba llegó, dice, “tratamos de hacer lo mejor posible, pero el daño era muy importante y sabíamos el final”.


A Julio López le tocó ser protagonista de uno de los días más dolorosos de Neuquén. Si se le pregunta qué recuerdos conserva de sus casi 25 años –los cumple en noviembre– de servicio como enfermero en el Hospital Castro Rendón una de las primeras imágenes que se le viene a la memoria es la de aquel 4 de abril de 2007, cuando recibieron al docente Carlos Fuentealba luego de haber sido prácticamente fusilado por un disparo policial en Arroyito. “Fue una situación rara, triste, porque se nos llenó el hospital de gente, de compañeros de toda la provincia”, recuerda. Fuentealba pasó horas internado y finalmente perdió la vida en el hospital provincial. Julio ingresó al Castro Rendón en 1987, como auxiliar de enfermería. “Hice toda mi carrera académica trabajando en el hospital, me recibí de profesional primero y después de licenciado”, detalla. Su destino aquí un poco estuvo marcado por su madre, quien trabajó como enfermera en la institución durante 30 años para finalmente jubilarse y dejarle “la posta”. Julio rescata episodios positivos de su trabajo en el quirófano aunque admite que es un sector al que le toca atender todos los “casos graves” de la provincia: “Muchas veces los resolvemos con éxito y otras no tanto”. “Ese día –de la represión en Arroyito– fue un día de lucha como tantos que hemos tenido acá. Nosotros cuando hay alguna actividad sobre la ruta sabemos que hay compañeros nuestros y sabemos cómo funciona el mecanismo de seguridad de la provincia –explica–, ellos no ven un compañero enfrente sino un enemigo”. Julio cuenta que aquel 4 de abril la información de que se venía el desalojo había circulado temprano en el hospital. “Entonces nos sentimos medio preparados para recibir lo que pudiera llegar a venir, tanto compañeros como policías, porque si bien ellos van al Policlínico estamos listos para atender a cualquiera sin distinción”, señala. Cuando Fuentealba llegó, dice, “tratamos de hacer lo mejor posible, pero el daño era muy importante y sabíamos el final”.

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