Bienvenidos al Oeste

Con calle comercial propia, delegaciones, bancos y organismos, es como una ciudad dentro de otra.

Si se toma un plano de la ciudad y se hace una selección caprichosa (y seguramente por eso imprecisa) de los barrios que componen lo que para los neuquinos es “el Oeste” se podría decir que son trece: El Progreso, Huilliches, Canal V, San Lorenzo Norte y Sur, Gran Neuquén Norte y Sur, Unión de Mayo, Gregorio Álvarez, Villa Ceferino, Melipal, Hibepa y Colonia Nueva Esperanza. O quince, si llegamos hasta esa gran porción de geografía que conocemos como las dos Valentinas, la Rural y la Urbana. A este sector tan amplio como diverso llegan unos 12 ramales de colectivo, dependiendo del barrio destino. Transitar, por caso, la avenida Novella –ahora asfaltada– o la del Trabajador es casi un pantallazo de un Neuquén que creció al límite de la meseta y superándola a veces. Y meterse por Gran Neuquén o Melipal es descubrir esas torres de colores tan distintos del marrón que predomina ahí. Lo que se llama “el Oeste” es casi otra ciudad en sí misma. Por algo la calle Godoy se convirtió en un tercer centro comercial para esa zona que concentra la mitad de la población de Neuquén. Un escenario que lo completan dos delegaciones municipales, sucursales de bancos y organismos públicos provinciales. Todo esto mientras conserva, a la vez, un poco de esa primera condición de pueblo por la familiaridad entre vecinos en los barrios más antiguos, y sus calles apretadas que por aquí se caminan, todavía, por el medio. “El Oeste” también es sede de asentamientos irregulares y receptor de la población joven con recursos insuficientes para acceder a terrenos en las zonas más céntricas. Eso que se llama “el Oeste” es un rincón inmenso e indispensable para conocer qué es Neuquén. Casi otra ciudad dentro de la misma ciudad. La mitad más uno de la capital.


Si se toma un plano de la ciudad y se hace una selección caprichosa (y seguramente por eso imprecisa) de los barrios que componen lo que para los neuquinos es “el Oeste” se podría decir que son trece: El Progreso, Huilliches, Canal V, San Lorenzo Norte y Sur, Gran Neuquén Norte y Sur, Unión de Mayo, Gregorio Álvarez, Villa Ceferino, Melipal, Hibepa y Colonia Nueva Esperanza. O quince, si llegamos hasta esa gran porción de geografía que conocemos como las dos Valentinas, la Rural y la Urbana. A este sector tan amplio como diverso llegan unos 12 ramales de colectivo, dependiendo del barrio destino. Transitar, por caso, la avenida Novella –ahora asfaltada– o la del Trabajador es casi un pantallazo de un Neuquén que creció al límite de la meseta y superándola a veces. Y meterse por Gran Neuquén o Melipal es descubrir esas torres de colores tan distintos del marrón que predomina ahí. Lo que se llama “el Oeste” es casi otra ciudad en sí misma. Por algo la calle Godoy se convirtió en un tercer centro comercial para esa zona que concentra la mitad de la población de Neuquén. Un escenario que lo completan dos delegaciones municipales, sucursales de bancos y organismos públicos provinciales. Todo esto mientras conserva, a la vez, un poco de esa primera condición de pueblo por la familiaridad entre vecinos en los barrios más antiguos, y sus calles apretadas que por aquí se caminan, todavía, por el medio. “El Oeste” también es sede de asentamientos irregulares y receptor de la población joven con recursos insuficientes para acceder a terrenos en las zonas más céntricas. Eso que se llama “el Oeste” es un rincón inmenso e indispensable para conocer qué es Neuquén. Casi otra ciudad dentro de la misma ciudad. La mitad más uno de la capital.

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