Javier Calamaro, pinceladas transparentes

Acaba de editar “Próxima vida”, su último trabajo discográfico, al que define como “seis años de mi vida en doce capítulos”, en referencia a la cantidad de canciones que incluye. En diálogo con “Río Negro”, cuenta cómo que hacer un disco tan personal y sentido.

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Doce transparentes pinceladas de su existencia integran el disco que Javier Calamaro produjo en 2015 y que que ahora está editado bajo el nombre “Próxima Vida”. “Son seis años de mi vida partidos en doce capítulos. Tal cual. Hay mucho testimonio”, explica el cantante.

– Mucho desgarro y amor.

– Sí, porque son cosas vividas, las que más me pegaron de este tiempo que empezó con la última canción del disco (“Parte de mí”); habla del abismo entre dos personas medio desesperadas por estar juntas y las separan siete mil kilómetros. Porque conocí a mi mujer (Paola Montes de Oca, artista plástica) y ella vivía en Estados Unidos y yo en Villa Urquiza. Esa situación, esa pasión hermosa e increíble, tortuosa por la distancia, se agudizó un poco más y entonces hice “Hastalatumba” (pista 1), unos meses después. Cuando ya, de una manera más visceral -eso que uno manifiesta en el momento de locura del amor- le decía: quiero estar con vos para siempre. Y empieza expresándolo suavecito, de un modo intimista, hablando de lo que conoce de ese ser, de lo que le pega de él, no? Y termina gritando desaforada y descarnadamente el amor que tiene y siente que tendrá hasta la tumba. Si este disco lo hubiese grabado en el 2010, ponele, cuando comencé a componer y a grabar el resto del material, tendría tres temas, no doce. Además, no tenía intención de grabar, solo quería testimoniar mis experiencias a partir de canciones, lo que los hechos me inspiran.

– ¿Qué pasó en esos años?

– Pasaron otras cuestiones. Más amor, alguna pérdida como la de Luis (Alberto Spinetta)… En el momento que El Flaco murió, yo estaba entrando a mi casa con el guitarrista (El Indio). Nos miramos y nos dijimos: “una de Pescado Rabioso”. Él tomó la viola, yo lo grabé el mismo 8 de febrero de 2012, y a dos horas de su partida estaba listo “Post crucificción” (pista 10). Otra: el Papa jesuita y argentino. Me vi muy emocionado por la asunción de (Jorge) Bergoglio como Francisco. El Indio me propuso que hiciera “Yo confieso” (6) que antes había grabado alguna vez. Esta vez, con respeto, me dijo… Con la misma simpatía por el Papa, hasta un poco del orgullo que sentía ese día (13/3/2013), y con humor también, hicimos nuestra versión blues de parte del Credo católico. Todo más allá de mis intenciones de grabar, que es lo que más importa. Lo junto cuando sea y ahí sale.

– Y en medio de esto qué.

– En el medio, saqué el disco de tango y después cuando había vuelto a la banda tocando mucho en un plan más roquero, me di cuenta que me habían quedando un par de tanguitos sin resolver. Con lo que tenía a mano, hice este trío que fue lo último que grabé. Me faltaba la tapa… El mismo día que volví de Madryn (ver cuadro), le comenté a mi mujer que íbamos a cambiar la foto blanco y negro que habíamos pensado. Quiero hacerla bajo el agua. Conseguí una pileta por acá, me desnude, me tiré al agua e hicimos tres horas de tomas. En la que más le gustó a ella, pareciera que estoy flotando en líquido amniótico, en posición fetal, y Paola me sugirió la frase “Próxima vida” de “Hastalatumba”, como título porque la veía muy pegada a esa imagen. Así terminó el disco en octubre del año pasado.

– Hay frases en las letras que hablan también de tu mirada sobre crueldades de este mundo.

– Eso siempre, no lo puedo evitar. Una de ellas la escribió Enrique Santos Discépolo en la década del 30.

-Los inmorales nos han igualao.

– Ni hablar… También “Sordidez y sordera” habla de lo que pasa a mucha gente cuando está sola en su casa y solo tiene vacío existencial. Es un tango, igual que “Cambalache”.

– El tema 11 es “Piedra y camino” de Atahualpa Yupanqui.

– Lo venía cantando desde hace bastante. Lo cantaba de chiquito, me lo enseñó mi hermana (mayor, Hebe Rosell, cantante y musicoterapeuta; desde 1976 en México, exiliada después de editar el disco “Montoneros” con Huerque Mapu) que vivió poquito tiempo en casa de Atahualpa en París. Cuando la visité, me cantó ese tema… Es casi la única imagen que tengo de esa vez, yo tenía diez años… Guardo al tema en la memoria desde entonces. En 2011 más menos, empecé a cantarlo con la banda. Les dije que íbamos a hacer una zamba pero súper roquera, como nos salga a nosotros. Yo estaba entonces tocando con Fabricio y él hizo un solo de armónica que grabé en aquella oportunidad y quedó en el disco.

La he cantado en vivo con Peteco (Carabajal) varias veces, con La Sole (Pastorutti), con La (Teresa) Parodi, tengo versiones muy buenas de “Piedra y camino” (sonríe Javier). Con Bruno Arias también. Después de tantos duetos, de la historia que tiene para mí, fue a parar a “Próxima Vida”.

Pasaron cosas muy importantes en mi vida con esa obra, últimamente. Nunca imaginé que Sole me iba a llamar para cantar, es un hecho insólito en mi existencia. Peteco me llamó, me mandó un pasaje para que la hiciéramos en Río Negro, en Las Grutas (enero 2013), te espero en el escenario tal día a tal hora, ¿podés?

Es un disco de seis años de mi vida. Yo lo siento, lo escribo, lo grabo y luego paso al siguiente capítulo. Para mí, la forma de cerrar esa historia es cuando termina en el CD. Nunca escucho un trabajo mío viejo, no porque me moleste, sino porque estoy en otra.

-Hay elementos del compacto que te reflejan, pero también me reflejan. Qué interesante cuando el artista abarca a otros que ni siquiera conoce… Que sea capaz de tocar otros corazones, otras memorias a distancia.

– ¡Eso es alucinante! Yo salgo de un escenario cualquiera, del Teatro Ópera, de La Trastienda, o en Tres Arroyos, La Carlota, Córdoba, no sé. Me bajo, se acerca un hombre y me dice que cuando estaba haciendo el amor con su esposa, sonaba “Tu poder sobre mí” (de “Lo mejor” 2002), tu tema, y así concebimos a nuestro único hijo; siento que te lo debo a vos… Cosas rarísimas. Tengo pésima memoria, pero de eso me acuerdo, como la primera vez que me tiré al mar y aparecí a veinte metros de profundidad con un tanque de buceo.

Que alguien me diga que le puso a su hijo Romeo porque yo le puse ese nombre al mío, me pregunto ¿qué pasa? ¡Qué bueno que no votan a Bush o le creen a ciertos políticos! Porque si hace eso, será que cree en mí, en lo que yo le digo y él o ella escuchan.

Es una conexión. No tiene que ser mutua en la misma medida. Es un contacto, por ahí vuelve cuando estoy en un escenario o no, pero igual existe esa energía que una persona emana. Ta’ bien, el tipo hizo algo, según él, gracias a mí o algo tuve que ver que le representa un gran acontecimiento como tener un hijo. Ponele… O enamorarse. Una señora me contó que se curó el cáncer escuchando mis temas. Se llama Felipa y viene cada tanto a verme, bajita y ancha. Le creo o no, pero que ella lo crea ya es una carga energética muy gorda que me está viniendo. ¡Me alucina, está buenísimo!


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