Abrete sésamo

Arnaldo Paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

lo que quieras, pero toma en cuenta que no sé, con tantos intereses cruzados dentro del peronismo, si será posible convocar a una asamblea legislativa.

Mal que le pese al conjunto de los sufridos nacionales, los manotazos de ahogado del presidente Eduardo Duhalde, como refleja este diálogo con el fiel titular de la Cámara de Diputados, Juan Carlos Camaño, simbolizan la impotencia de una sociedad para encontrar un madero del que aferrarse en medio de un océano de dificultades.

La obstinada actitud de los dirigentes de querer mover la roca a los golpes (sin siquiera encontrar la fórmula mágica del «ábrete sésamo» que le permitía a Alí Babá, acceder a la cueva de los ladrones), y la insistencia de Estados Unidos de arrojar algunos salvavidas cuando los argentinos hayan «llegado al fondo de lo tolerable», plantea un esquema de fricciones constantes que presagian nuevos incendios.

Con gobernadores justicialistas que lo instaron a firmar un compromiso de 14 puntos para ilusionar al FMI (algo «vergonzoso», a juicio de Raúl Alfonsín, hasta aquí cogobernante en las sombras), Duhalde sufrió el rechazo de esos mismos mandatarios, que se negaron a ser sus ministros y fueron irreverentes al punto de emplazarlo a solucionar el problema del corralito financiero, mantener bajo control al dólar y aceptar una suerte de administración colegiada.

El «relanzamiento» – pomposo título que le puso Duhalde al cambio de piezas en el gabinete nacional -, quedó acotado al pase del sindicalista Alfredo Atanasof a la jefatura de ministros, a la entronización de la diputada Graciela Camaño, esposa del gremialista Luis Barrionuevo, en la cartera laboral, y a la incorporación en la cartera política de Jorge Matzkin, un pragmático vinculado con José Luis Manzano que defendió a capa y espada la ley de quiebras hasta que fue convocado por la embajada norteamericana: allí (como alguna vez hizo el ex ministro Domingo Cavallo) juró que se subordinaría a todas las pretensiones de la administración republicana de George Bush.

Duhalde sabía de las limitaciones de su poder y de la transitoriedad de su mandato, pero nunca imaginó que márgenes tan acotados lo llevarían a entregar resortes clave a personalidades que señalaron su incapacidad y falta de conducción. El polémico Barrionuevo, por ejemplo, uno de los conspiradores visibles, pasó raudo al oficialismo, incitando a los depositantes a «romper los bancos» que se quedaron con sus ahorros.

El haberse recostado en los «gordos» de la CGT de Rodolfo Daer, le valió al presidente Duhalde la ruptura con el rebelde Hugo Moyano, quien convocó a un paro para el 14 de este mes y lo exhortó a «ponerse las pilas si no quiere ser echado por el pueblo».

¿Así, cuánto puede aguantar Duhalde?, se preguntan peronistas, radicales y seguidores de Elisa Carrió, en sintonía con sectores financieros que pronostican tormentas con descargas eléctricas para el momento en que no se puedan pagar un poco más de 800 millones a organismos internacionales, a mediados de mes.

Más que organizar los festejos del 9 de julio o ir preparando el terreno para el 2003, los asesores de Duhalde se alistan con cascos de combate para definir los próximos pasos y resolver una convocatoria a las urnas por ley de lemas para salvar los inconvenientes de la interna justicialista, con sus componentes de salvajismo tan peculiares.

Carlos Reutemann, el peronista mejor posicionado, ha dicho que no apurará la marcha, lo que deja en la pole position al cordobés José Manuel De la Sota. Carrió, la variante de centroizquierda, visualiza para septiembre los comicios «más caóticos de la historia»

La falta de racionalidad y de liderazgo es patente. El Congreso, bastión inicial de Duhalde, no está dispuesto «a convertirse en una mera escribanía del Ejecutivo», como puntualizó el delasotista Di Cola a «Río Negro». Esto significa que la ley de quiebras sufrirá modificaciones para salvaguardar a las empresas nacionales y la de subversión económica no será eliminada de un plumazo, como exigía el Fondo Monetario.

El ministro Rodolfo Lavagna tuvo un efímero buen recibimiento por parte de los mercados, que volvieron a corcovear luego del feriado del primero de mayo, a pesar de la eliminación del temido CER

Los precios siguen desbordados y la proyección de inflación anual es del 150 por ciento. Sin previsibilidad ni estabilización de las variables económicas, es inútil elaborar proyectos compartidos, en un continente inquieto por el contagio de la crisis argentina y el posible ascenso del izquierdista «Lula» a la Presidencia de Brasil.

En rigor, los pronósticos son negros pero nadie sabe para qué lado disparará la liebre. Ya fuera de las responsabilidades estatales, un testigo privilegiado, el ex viceministro Jorge Todesca, afirmó que los políticos no comprenden la gravedad de la crisis. Dijo que son tan inútiles como bocinas de avión, pues siguen con su prédica distribucionista en un momento que no hay nada para repartir. La casquivana realidad sigue mostrando que, mientras algunos corren a comprar la divisa norteamericana, proliferan alarmantes signos de destrucción y autodestrucción por doquier.


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