Batalla por Jerusalén en el «día de la ira»: 11 muertos

El "día de la ira" convocado por grupos radicales palestinos terminó ayer con un balance de al menos 11 muertos, entre ellos un pequeño de 11 años. Los incidentes comenzaron después de la oración de los viernes en la mezquita ubicada en el Monte del Templo, en Jerusalén. Un grupo copó por algunas horas la explanada antes de ser reprimido. La derecha israelí cuestionó a Barak por ceder ese espacio. A la tarde estallaron nuevos disturbios en Gaza y Cisjordania.

Jerusalén (EFE-DPA).- La batalla por Jerusalén fue la nota predominante de una nueva jornada de protestas, que como la pasada comenzó con una tensa calma por la mañana y degeneró, ya por la tarde, en violentos enfrentamientos por toda Cisjordania y Gaza que dejaron 11 muertos en total.

Israelíes y palestinos protagonizaron ayer el «Día de la ira», un «simulacro» de lo que podría llegar a ser la verdadera batalla por Jerusalén, en caso de que sus respectivos líderes, Ehud Barak y Yasser Arafat, no alcancen antes un acuerdo de paz.

Entre las víctimas se encuentra un niño de once años, quien recibió un impacto de una bala de goma disparada por un arma policial en Jerusalén Oriental. Más de 150 árabes resultaron heridos, principalmente en Cisjordania.

Fuentes médicas dijeron que 11 palestinos fueron asesinados durante los enfrentamientos. La violencia estalló en las estrechas calles de la ciudad antigua de Jerusalén, tras las tradicionales oraciones de los musulmanes palestinos, que se llevan a cabo los viernes en el Monte del Templo.

Por primera vez, desde que se conquistó la Explanada de las Mezquitas (para los musulmanes) o Monte del Templo, para los judíos, hace 33 años, Israel cedió, durante unas horas, el control de la seguridad sobre ese lugar sagrado a una fuerza extranjera. Agentes de la Policía de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se encargaron de supervisar la entrada a la Mezquita del Al Aksa, quizás palpando más que nunca el sueño del líder palestino de tener la soberanía sobre este lugar sagrado.

«Al Quods está en nuestras manos, hemos conquistado Jerusalén», gritaba la masa de palestinos, que al salir de la tradicional oración de los viernes burló la vigilancia de la Policía árabe y se hizo con el control de una comisaría israelí, sobre la que colocó una bandera de la Organización para la Liberación Palestina (OLP).

Varias centenas de palestinos intentaron lanzar piedras a los pocos fieles judíos que habían decidido permanecer en el Muro de las Lamentaciones, pero fueron despejados por la propia policía palestina que al parecer actuaba en estrecha cooperación con los israelíes.

Los agentes dispararon con balas de goma con núcleo de hierro contra los manifestantes, quienes incendiaron una estación de policía cerca de la Puerta de los Leones, en el oeste de la ciudad vieja.

La derecha israelí arremetió contra el gobierno de Barak y lo acusó de haber cometido un error fatal, del que la historia se encargará de juzgarle. «Es una decisión catastrófica que supone la denegación total de la soberanía israelí sobre el Monte del Templo», afirmó Reuven Rivlin, presidente del Grupo parlamentario del Likud.

La decisión de dejar el campo libre a los agentes del movimiento Al Fatah fue una resolución política del premier israelí, un gesto de buena voluntad para conservar el frágil alto el fuego que entró el jueves en vigor.

Barak, un militar que conoce perfectamente la guerra de símbolos que se desarrolla sobre una capital reclamada por dos pueblos, también intentaba evitar un derramamiento de sangre, que perjudique aun más la deteriorada imagen de Israel en la opinión publica internacional.

El primer ministro acusó al Likud, cuyo presidente Ariel Sharon, es responsabilizado de esta ola de violencia, de querer provocar a los palestinos ante los insistentes llamamientos de la derecha para «reconquistar el Monte del Templo».

Pero las críticas tampoco tardaron en llegar desde dentro de la debilitada coalición de gobierno del primer ministro laborista. Dan Meridor, ex ministro del Likud y actual diputado del ministro del centro, aliado de Barak, dijo haberse sorprendido por la decisión, porque en el futuro podría interpretarse como una cesión de facto del Monte del Templo a los palestinos.

«No cuestiono en este caso la decisión táctica de la Policía de replegarse para evitar un baño de sangre, sino la decisión política de dejar entrar a una fuerza extranjera en territorio soberano israelí», dijo Meridor.

Los temores israelíes de que el gesto de Barak sea interpretado como un gesto implícito de cesión de la soberanía israelí sobre este lugar sagrado, de cara a unas eventuales negociaciones de paz, llevaron a una rápida intervención de la Policía. Más de mil agentes, dirigidos por una unidad infiltrada de la Policía de Fronteras, participaron en la «reconquista» israelí de la Explanada de las Mezquitas, emprendida con la excusa de que las pedradas palestinas habían herido ya a 24 de sus agentes. «Aunque el Monte del Templo vuelva a estar bajo nuestro control, los palestinos han descubierto hoy que los disturbios y las piedras pueden dar dividendos», concluyó Meridor.

Clinton se temía lo peor y reclama gestos

Washington (EFE).- El presidente estadounidense, Bill Clinton, reconoció ayer que temió que la violencia en Oriente Medio hubiera sido aún peor y pidió un final definitivo de los enfrentamientos entre israelíes y palestinos.

Los enfrentamientos del «día de la ira» causaron ayer unos 11 muertos palestinos, lo que eleva el total de víctimas de los últimos nueve días de enfrentamientos a 77 muertos, la mayoría de ellos palestinos. Clinton admitió que «hoy ha sido un día difícil en Oriente Medio», aunque añadió a continuación que «la verdad es que temía que fuera peor».

«Temía que este fuera el peor día de todos. Incluso si fue un día muy duro, creo que ambas partes intentaron emprender algunas medidas para detener la violencia», reiteró.

En unas declaraciones en la rosaleda de la Casa Blanca, el presidente trató de quitar la responsabilidad a los dirigentes israelíes y palestinos, de quienes dijo que «no pudieron detener todo lo que ocurrió hoy».

Para Clinton, «no hay pruebas» acerca de que las autoridades israelíes y palestinas no estén intentando cumplir el acuerdo de cese de violencia.

El «ejército secreto» de los palestinos anima la «intifada»

El «ejército secreto» de Arafat se mantiene fuerte detrás de las protestas contra Israel y se niega a aceptar el cese del fuego. El diario madrileño «El País» publicó el jueves un amplio reportaje sobre Tanzim, que significa la Organización en árabe denominándolo como «el ejército secreto de Yasser Arafat».

El diario señala que «su jefe supremo, Marwan Barghouti, asegura desde su cuartel general de Ramalah que no dejará por ahora las armas ni abandonará el campo de batalla».

Los miembros de esta milicia, distribuidos por todos los rincones de Cisjordania y Gaza y constituida -asegura citando a fuentes de los servicios de espionaje israelí- por cerca de 120.000 hombres y un arsenal de 30.000 armas, continuarán asesorando a los jóvenes lanzadores de piedras para asegurar la continuidad de la nueva Intifada.

«Cuando sea mayor quiero ser un Tanzim», afirma al diario Mohamed, de 12 años de edad, en medio de uno de los enfrentamientos entre los jóvenes palestinos y los soldados israelíes .

Mohamed aprieta con fuerza en su mano derecha un puñado de piedras, mientras espera impaciente la orden de un joven -un miembro de la milicia de los Tanzim-, que, agazapado en una callejuela cercana, le aconseja que espere unos minutos, hasta que una ráfaga de viento se lleve el humo del neumático que está ardiendo hasta la posición de los israelíes. Entonces podrá arrojar con toda impunidad sus piedras.

El diario sostiene que las milicias de Tanzim están en las ciudades y campos de refugiados de Cisjordania y Gaza. «Sólo en Ramala existen 10 centros de entrenamiento y concentración de los Tanzim, además de su cuartel general, que dirige su líder, carismático e indiscutido, Marwan Barghouti, amigo de Arafat y a la vez miembro destacado del partido gubernamental Al Fatah y del Parlamento palestino » sostiene.

Pese a que pertenece a Al fatah, Tanzim es dirigida en forma independiente por militantes destacados de la primera Intifada, que han pasado largos períodos por las prisiones israelíes.

El poderío y la influencia de los Tanzim les ha permitido incluso enfrentar a los servicios de seguridad oficiales de la ANP, oponiéndose incluso por la fuerza a los intentos que se han hecho por controlar o restarles armamento. «Cuando se establezca el Estado de Palestina, los Tanzim nos convertiremos en un partido. Las armas las entregaremos a las autoridades legales de este Estado», afirmó a «El País» Marwan Barghouti, desde su cuartel de Ramala.

El informe sostiene que Arafat maneja con habilidad y discreción los enfrentamientos y rivalidades de su ocho diferentes cuerpos de seguridad, incluidos los Tanzim, asegurándose así el prestigio de ser un punto de equilibrio.


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