Norma Beatriz Agostinelli de Raña, una gran mujer

Arribó al valle acompañando a su esposo, el doctor Roberto Raña, primer médico hematólogo de la Patagonia. Betty nació el once de abril de 1933 en el barrio de Palermo, Buenos Aires. Su padre era oriundo de Ancona, Italia, era taxista. Al poco tiempo de nacida, la familia se trasladó al barrio de Devoto. Fue hija única hasta los 12 años, cuando nació su hermano Roberto Cacho, y dos años más tarde nació su hermano Carlos.

Al finalizar sus estudios secundarios comenzó a trabajar en la Dirección General Impositiva (DGI), actividad que realizó hasta 1968. En 1957 conoció, a través de una amiga en común, a su cómplice y compañero de vida, Roberto Juan Raña, un estudiante de la carrera de medicina. La atracción entre ellos fue inmediata y comenzaron un noviazgo de cinco años hasta su casamiento en 1962, como vemos en la foto que acompaña el escrito.

De esta unión nacieron Andrea (1963), Pablo (1965), Diego (1967) y Florencia (1968). Ante la posibilidad de Roberto de ejercer su profesión en Neuquén capital, decidieron mudarse a esta ciudad en 1968. Ese mismo año nació Florencia, la hija menor, portadora de algún trastorno que solo tuvo diagnóstico certero cinco años más tarde: Síndrome de Prader Willi. Roberto trabajaba en el Hospital Regional (hoy Castro Rendón) mientras Betty se ocupaba de sus cuatro hijos porque Florencia requería una atención dedicada y permanente.

El Dr. Roberto integró el sector de salud pública neuquina que, a partir de la década del 70, comenzaba una carrera en ascenso, al punto de convertirse en un sistema modelo a nivel nacional. El Dr. Roberto Raña fue, en efecto, el primer médico hematólogo de la Patagonia, y creó el Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Regional Castro Rendón, cuya jefatura ejerció por 24 años.

Beatriz recordó hace unos años, cuando la entrevistamos, que “apenas llegamos, alquilamos al señor Rosel, junto a la familia Morandi, un domicilio ubicado en la calle Ministro González, enfrente de la casa del doctor Enrique Benedetti, por entonces secretario de Salud. Benedetti tuvo el buen tino de salir como garante del alquiler. Recuerdo que el bioquímico Calvo también nos ayudó mucho.”

En 1972 Roberto comenzó a trabajar en su consultorio particular con Betty como secretaria y ayudante: trabajaban codo a codo. La tarea desempeñada por Roberto en la ciudad que los acogió fue abnegada, virtuosa, por todos conocida. Más tarde, cuando el consultorio con su anexo de laboratorio de análisis clínicos había comenzado a tomar impulso, Betty regresó a sus tareas hogareñas, dedicándose a su familia, su casa y a las manualidades que tanto le gustaban.

La pintura fue una de ellas: dejó como legado hermosísimos cuadros. Florencia, la hija menor, requirió cuidados y atención permanente y Betty veló por su bienestar hasta el día de su fallecimiento en 2015. Fueron también sus ocho nietos una luz en su camino y ocuparon un lugar privilegiado en su vida.

La labor profesional del doctor Roberto Raña es continuada por su hijo, el doctor Pablo Raña. Tal como dice el título de este escrito, testimonio de su hija mayor, Betty fue una gran mujer, esposa y madre ejemplar, de temple brillante, segura, de un corazón gigante que amaba incondicionalmente.

Sus últimos años mostraron el cansancio acumulado después de tanto andar y luchar con denuedo. Falleció el 15 de enero de 2024. Hoy la homenajeamos porque desde su silenciosa labor supo acompañar la labor académica, profesional y comunitaria de su esposo. Una vez más nuestro agradecimiento.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Nuestras directrices editoriales

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios