Fueron a una joya de la Patagonia, la nieve tapó la ruta y no se pueden ir: «Este lugar es hermoso»
Ocurre en Caviahue, a 360 km de Neuquén capital. Las máquinas de Vialidad despejan la ruta provincial 26, pero hasta el momento no se puede circular. Mientras esperan que se armen la caravana, disfrutan de esta maravilla. Mirá...
En Caviahue, el auténtico pueblo nieve de la Cordillera de los Andes, la rutina de lo extraordinario es ley. De un día para el otro puede caer casi medio metro de nieve y no se puede salir de la aldea de montaña a 360 km de Neuquén, porque el manto blanco sepulta la ruta provincial 26 rumbo a Loncopué y hay que esperar la combinación de que pase la máquina de Vialidad, que deje de nevar, que se esfume el viento blanco que no dejar ver más de cinco metros hacia adelante cuando sopla furioso, que salga el sol. El domingo, llegaron a la villa los rezagados evacuados de Copahue, a 19 km, donde el temporal obligó a anticipar el cierre de la temporada termal.
A pasear mientras se arma la caravana
Exactamente eso pasa esta mañana en este paraíso de senderos que llevan a cascadas escondidas custodiadas por el volcán Copahue como un inmenso faro de la Patagonia que hoy no puede mostrar su fumarola con el cielo tan cerrado, esas araucarias milenarias y sus hojas de un verde intenso camufladas por los copos blancos y ese lago azul profundo que hoy brilla menos ni espeja a las montañas que lo rodean.
Si vivís en esta maravilla o te podés quedar, lo vas a disfrutar a pleno. Y si te tenías que ir, lo mejor es relajarse y también disfrutarlo hasta que se arme la caravana con la policía de escolta. Eso esperan ahora los turistas que no pueden partir y aprovechan para caminar por la villa hasta que les avisen por WhatsApp que es hora de salir.
Los hoteles, las cabañas, las hosterías son parte de un grupo de WhatsApp en el que circula la información sobre el estado de la ruta y el dato clave que esperan: cuándo se reabrirá, cuando se armará la caravana. Es el caso, por ejemplo del Hotel Lago Caviahue, donde Valentina Sepúlveda desde su puesto de trabajo en la recepción está al tanto de las novedades y se mantiene en contacto con los viajeros que aprovecharon para salir a pasear.
«Se fueron a hacer fotos, no podían creer lo que veían. Empezó a nevar a la noche y no paró. Estaban enloquecidos«, cuenta. Como ellos, pero en 1989, se deslumbró con este lugar, consiguió empleo y se quedó: había encontrado su lugar en el mundo.
Hoy, guió a una turista para salir a explorar la villa nevada, caminaron unos metros, la orientó sobre los lugares donde podría ir y antes le dieron unas migajas de pan a las gaviotas, que se vinieron rápido desde el muelle cubierto de blanco.
Cuando se arme la caravana, la máquina de Vialidad irá adelante, seguida por los vehículos de los turistas y escoltados por una camioneta policial. De momento, quienes aun no se pueden ir, aprovechan para caminar en la nieve: ventajas de quedar varados en una joya del sur.
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