Claudia Puyó, una voz poderosa

La cantante, excorista de Fito Páez, se presentará esta noche en Neuquén y mañana en Cutral Co, con canciones propias y algunos temas inéditos que estarán en su nuevo disco.

Yamil Regules

No es la primera vez que esta cantante, productora independiente, la voz de los mil matices, visita un escenario neuquino. Tiene un buen recuerdo del recital que compartió el año pasado con el público local. “Me trataron muy bien; los músicos sacaron antes mis canciones… es raro tocar con una banda de acá –cuenta, mate de por medio que ella misma ceba y comparte–. Les paso el repertorio, lo ensayan antes, después nos juntamos y vemos cositas para corregir”, adelanta.

“Hoy y mañana tocaré temas de mis discos. En realidad, del último, como todavía no lo saqué, voy a hacer algunos temas inéditos y algunas versiones, pero, sobre todo, voy a hacer temas de ‘Cuando te vi partir’, de ‘La razón y la tempestad’ y de ‘El ángel’ –su primer disco, de 1985, se llama ‘Del Oeste’–”.

Como un regalo, adelanta, con una sonrisa: “Tengo ganas de hacer la tapa de mi nuevo disco acá, porque hay lugares alucinantes. Como soy independiente, tengo un sello propio que se llama Cadorna Récords y tengo que juntar el dinero para grabar”.

–¿Cómo es producir de manera independiente?

–Le puse Cadorna por ponerle algo, pero lo cierto es que son tiraditas chicas, de unos mil discos, porque lo pago todo, cuesta como diez lucas cada disco. Me gusta mucho la edición, el arte de tapa y le pongo mucha furia a eso. Y la gráfica es bastante cara. La última vez que grabé con discográfica no tenía ni el disco para regalar. Era diferente porque nunca cobrabas un mango del disco, no se lo podías acercar a la gente, te decían un poco lo que tenías que tocar u opinaban sobre tu música, y me parece que la música que una hace no tiene que decirlo nadie. Como suele ser un ambiente un poco depredador, pensé en hacer los discos sola y con amigos con los que siempre toco. Tiene sus pro y sus contra: es difícil la distribución, en las radios no te pasan porque están más condicionados por la guita…

–¿Sentís que tus discos marcaron cada etapa de tu vida?

–Sí, claro. Todo depende de lo que pasó en cada época. Tuve una vida bastante heavy y muchos de mis discos son tristes, bastante oscuros. También hay de lo otro, bien geminiana, como yo. Tienen el dolor y también la ironía del dolor, eso que tratás de hacer para no sentirte tan triste.

–Te presentaste ante públicos diversos y en lugares diversos ¿cómo es el vínculo con audiencias de diferentes culturas, o es real que la música es universal y tiene lenguaje propio?

–Creo que sí. Igual, la gente siempre es diferente, pero cuando uno va con algo para decir o siente algo, me parece que hasta en otro idioma te entienden. Es como decís, la música es universal. De cualquier manera, lo universal tiene que ver con la sensibilidad: hay gente sensible y gente que no lo es.

–De la misma forma, compartiste escenario con diversidad de artistas…

–Muchísima gente. Por suerte, tengo un montón de amigos músicos y como la música es tan linda, tocás con gente distinta… con Peteco Carabajal, con el “Negro” García López, con La Torre como invitada… tocar con músicos es siempre diferente.

–¿Por ejemplo, con la “Negra” Sosa?

–Con la “Negra” grabé un disco y ella nunca me conoció. Fue extraño. Grabé un disco que le produjo Fito Páez y cuando fui a grabar una canción, “Sino”, hace muchos años, Mercedes no estaba, así que no la conocí.

–¿Y con el Flaco Spinetta?

–Con el Flaco nunca toqué, pero tengo mil anécdotas compartidas. Una vez, estábamos en un micro, yendo al teatro El Círculo en gira con Fito, y yo le pedía temas suyos que escuchaba a mis veinte años y el Flaco me los cantaba con la guitarrita… (se ríe y se le llenan los ojos de lágrimas). Me quedé huérfana el día que murió. Para mí el Flaco fue como… yo tenía diez años y ya escuchaba Spinetta. A los 12 años vi Pescado Rabioso por primera vez, en el Estudiantil Porteño de Ramos Mejía. Lo vi a Luis tocar solo con la viola cuando era mucho más jovencito. Siempre amé su música. El me regaló una canción, “Viento del lugar”, para mi primer disco, y me dictó la segunda parte de la letra por teléfono.

–¿Qué artista y qué mujer sos ahora?

–Estoy bien. Hice mucha música durante muchos años, estoy grande, vivo sola y soy una persona bastante solitaria. Sigo teniendo inspiración, es una buena época. No tengo hijos, pero tengo mis viejos, mi hermana, mis sobrinos, muchos amigos… y como música soy independiente y aunque no tengo grandes posibilidades económicas, hago lo que quiero de mi vida. Tengo un lugar en el mundo en un montón de lugares en el mundo. Me emociona eso. La verdad, ahora que muchos compañeros de mi generación están partiendo de este mundo, una se ve más cerca de eso. Soy muy sensible a las pérdidas pero, por otro lado, sé que hay que disfrutar y hacer lo que uno quiere sin ninguna concesión. Seguir el camino de tu corazón, como diría Don Juan.

–Sabemos de tus laburos solidarios, ¿por dónde van ahora?

–Tengo un programa de radio sobre chicos con HIV, laburo con una doctora del hospital Muñiz y colaboro con una ONG que se llama Casa Manu (hogar de niños portadores de HIV). Nunca hablo de eso, sabés, pero es bueno para colaborar. Siempre tocamos para difundir información.

Si alguien leyó hasta aquí esperando que la cantante se refiriera a la supuesta pelea que tuvo con Fito Páez, lamentamos decir que no lo encontrará. “No hablo de eso –sentencia, con tranquilidad–. Sólo puedo decirte que no fue mi intención que eso trascendiera, alguien me grabó por teléfono y yo no sabía. Lo importante es la música”.

Una voz de mil matices que se reencuentra con los neuquinos.

PAULA GINGINS

pgingins@rionegro.com.ar


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