Cocodrilos marinos neuquinos repatriados

Los restos del primer cocodrilo marino hallado en Sudamérica, que fue encontrado en Neuquén, fueron devueltos por Londres y se exponen en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, en Buenos Aires.

Fósiles de la región

Juan Ignacio Pereyra – pereyrajuanignacio@gmail.com

BUENOS AIRES (ABA).- Los restos fósiles del primer cocodrilo marino hallado en Sudamérica, que fue encontrado hace más de un siglo en la provincia de Neuquén, fueron repatriados desde Londres y se exponen por estos días en el Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) en la ciudad de Buenos Aires. Alejandro Kramarz es el curador de la colección de Paleovertebrados del MACN y fue quien viajó a la capital británica en octubre pasado para recuperar los fósiles. “Es muy importante tener estos restos otra vez. Por un lado, desde el punto de vista científico en sí, por la información que brinda sobre este tipo de reptiles, tanto en las cuestiones de anatomía y de la paleobiología de estos reptiles”, explicó el experto al diario “Río Negro”. Kramarz señaló que a partir de estos fósiles se puede reconstruir cómo habían sido los ecosistemas marinos de la época en que vivieron esos reptiles hace unos 150 millones de años. “Después está la importancia patrimonial, histórica”, afirmó, ya que pueden considerarse dentro del lote de las piezas fundacionales de la paleontología argentina.

“Ellos no sabían bien qué hacer con los fósiles, pero se los querían quedar para incorporarlos a sus colecciones porque son piezas interesantes”.

“Fueron los primeros fósiles de estas características que se encontraron en toda Sudamérica y en la historia intervino un protagonista fundamental, un personaje como Florentino Ameghino, que es el padre de la paleontología argentina, su fundador”, destacó el investigador. En los registros de MACN consta que entre 1903 y 1904 fueron encontrados los fósiles de unos reptiles, que luego recibieron la denominación de Cricosaurus araucanensis y que son presentados ahora como los cocodrilos de Ameghino; el naturalista y entonces director del museo que fue quien envió a Londres los fósiles del cocodrilo marino hallado en la zona cordillerana de Neuquén. Ameghino se contactó con su colega inglés Arthur Smith Woodward, del Museo de Historia Natural de Londres, y le envió los fósiles para que los estudiara. Era la primera que se encontraban un reptil de esas características en América del Sur, aunque el investigador inglés ya había trabajando con un material similar pero provenientes del Hemisferio Norte. Sin embargo, los fósiles que habían sido hallados en Neuquén quedaron en el olvido por la muerte de Ameghino en 1911 y, además, por el cambio de tareas Woodward dentro del Museo británico y su posterior fallecimiento en 1944. Recién en 2010 volvió a haber novedades al respecto, cuando Lorna Steel, curadora de la colección de Fósiles Cocodrilomorfos y Pterosaurios del Museo de Londres, comenzó a buscar sus registros históricos.

Los fósiles que habían sido encontrados en Neuquén.

150 millones de años tienen estas fantásticas piezas halladas en Neuquén.

“Ellos no sabían bien qué hacer con los fósiles, pero se los querían quedar para incorporarlos a sus colecciones porque son piezas interesantes”, aseguró Kramarz, que además dijo que en Londres no estaban seguros de qué es lo que correspondía hacer. No tenían claro cómo era la historia y cómo habían llegado esos fósiles hasta ahí. “Entonces hicieron una búsqueda en los archivos históricos y pudieron reconstruir que Ameghino le envió a su colega británico que trabajaba en el museo de Londres esos fósiles en préstamo para que los estudiara y después los devolviera”, contó el investigador. A partir de esa documentación que acreditaba que esos fósiles habían sido enviados con la intención de que fueran devueltos, es que se pudo llegar a un acuerdo con el Museo británico para que ellos aceptaran devolverlos. “A partir de ahí pusieron la mejor voluntad para que fueran devueltos”, afirmó Kramarz. Los fósiles repatriados pertenecen a una especie de reptiles que estaban completamente adaptados a la vida acuática en el mar y no salían fuera del agua. “Tenían las patas transformadas en aletas, de manera que no podían caminar en tierra como sí lo hace un cocodrilo actual, que vive dentro y fuera del agua y que pone los huevos en tierra. Estos animales no podían siquiera desplazarse en tierra, por lo que tendrían otro sistema reproductivo distinto al de los cocodrilos modernos”, explicó el investigador, que detalló que estos cocodrilos marinos y los cocodrilos actuales “evolucionaron a partir de un ancestro común que debía ser terrestre por las características anatómicas”.

Las piezas repatriadas pertenecen a una especie de reptiles.

La ubicación geográfica del hallazgo de los fósiles no se puede determinar exactamente, así como tampoco se puede establecer con precisión cuándo fueron encontrados. “Sabemos que fue en Neuquén. Tiene que haber sido antes de 1903. Eso es preciso. Después se trata más de una cuestión especulativa. Considerando que cocodrilos de la misma especie se encontraron en tiempos más recientes en la zona de Cerro Lotena, es muy probable que estos primeros cocodrilos también vengan por lo menos de esa área, que es en el centro este de Neuquén”, remarcó Kramarz. Si los fósiles enviados por Ameghino hubieran sido publicados en aquel entonces por Woodward, hubieran quedado como el primer hallazgo científicamente documentado para la región, ya que recién en 1927 fue publicado el primer registro de cocodrilos marinos en Sudamérica, momento en que los fósiles de Ameghino ya tenían al menos 20 años. Por otra parte, Kramarz señaló que los restos de cocodrilos que se encontraron en tiempos más modernos, esos sí vienen de la Formación de Vaca Muerta. “Hay que ser muy cuidadoso con esto. Es la Formación, no la localidad Vaca Muerta. Y no es donde están los yacimientos de petróleo, el fracking y todo eso. No es lo mismo”, enfatizó.

Datos

“Ellos no sabían bien qué hacer con los fósiles, pero se los querían quedar para incorporarlos a sus colecciones porque son piezas interesantes”.
150 millones de años tienen estas fantásticas piezas halladas en Neuquén.

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