Cómo cuidar al consumidor de carne

Graciano Baracalente*

Sin dudas, un tema sensible en Argentina es el precio de la carne, por su influencia vinculada a los índices de inflación.

Es bueno identificar actores que lo fijan: exportadores que cuentan con comerciar manufacturas, ganado en pie (algo primitivo), cueros crudos sin elaborar y con rebajas de aranceles del 15% al 4,5%; producen choripán importando tripas de novillos y sintéticas, cuyos costos en 2020 sumaron más de 20 millones de dólares; tuvieron eliminación de derechos de exportación y liberación y liquidación en mercado único de cambios.

A su vez, también unos son importadores y con la posibilidad de manejar el “diferencial del tipo oficial de cambio” a través del “contado con liquidación” CCL; generando una competencia desleal con otros exportadores, y cuando el Estado reclama la falta de liquidación de divisas, aparece gente insolvente.

Los inconvenientes de importar desde nuestra región como de Uruguay, es que en ambos países el ganado terminado está en valores parecidos igual que la media res; el ganado en pie tiene problemas de flete y merma de peso por viaje, también sanidad y cuarentena afectan volumen comercial; alternativa de entrar carne, los protocolos impiden ingreso con hueso como el asado, y sin hueso son cortes que no resuelven el alza de precios argentino. Introducir reproductores, por diferencia de razas no sería recomendable para nuestros planteles; si fueran de Brasil y Paraguay además de tener carnes de inferior calidad aumentarían los problemas como los citados; y evaluar salir del Mercosur, a India que exporta Búfalo, por distancias, traza sanitaria, demoras en embarques y paladar consumidor local, sería inapropiado, como de EE.UU. y México.

Argentina, como granero del mundo, siempre tuvo una política exportadora y así como cerrar exportaciones es un desacierto, generar importaciones de carne también. Considero que el mejor lema para defender al “consumidor” es amparar al “productor”, aumentando la oferta y no desdecir nuestra historia.

Se puede estimular al productor si el sector transparenta y no opera como monopolio, dar innovación tributaria a las inversiones; crecer el destete -de 100 vacas sólo 60 están preñadas-, mejorar rinde de la media res de 56 kilos promedio, menor que EE.UU. y Australia, terminar animales con mayor peso, retener machos para reproducción; desde AFIP intimar la inscripción en el Sistema de Operaciones de Ventas al Exterior para seguimiento de precios y fijar el valor mínimo de peso para faena; desde BCRA evitar evasión de liquidación en el mercado único de cambios y se liquide por total de ventas al exterior. Si no, las triangulaciones dejan sin competitividad el mercado nacional y afectado por grupos dominantes.

Concluyo que importar carnes es desacertado, disiento con la opinión publicada por Cr. Agustín Domingo por los argumentos que esgrimí, sin antes darle la derecha por su preocupación en el tema. La inflación la termina pagando el consumidor y el proyecto debiera apuntar a una sana ecuación, entre este y la producción.

Sino el tránsito de la carne del productor al consumidor es operado por una Corporación y no un mercado, por ello debemos planificar las innovaciones.

Debemos ser claros, no convertirnos en demagogos de situaciones de turno y dar anclajes de progreso y austeridad. Fortalezcamos el ingenio para volver a transformar la producción en una herramienta fundamental para nuestro desarrollo y poder industrializar. La manera es la política, sino queda un país de clases medias altas que compran calidad premium en 6,5 dólares el kg. como en mi ciudad, Allen, y habría otro donde con una errática importación, las clases populares consumirán carne de cebú.

* Contador. Ex intendente Municipal de Allen. Ex Subsecretario de Ingresos Públicos