Con más de 90 años, el canal principal necesita reparaciones urgentes

Cada vez hay más filtraciones. Se pierde el 20% del agua. Pocos productores pagan el canon.

El canal principal de riego, eje fundamental de la economía en el Alto Valle por su incidencia en la fruticultura, ya no es el mismo de antes. Sus deficiencias alteran en forma notable el desarrollo de la actividad por estos días y todo podría ser peor si no se obtienen alternativas para repararlo en poco tiempo.

Para esta época el nivel de agua es inferior a lo normal y en unos días quedará vacío tras el cierre de las compuertas en el dique Ballester. Esto ocurre todos los años y se extiende hasta mediados de agosto, por lo que es la época ideal para realizar los trabajos de mantenimiento y reparaciones necesarias. Más aún si se tiene en cuenta que la obra tiene 90 años de antigüedad y cada temporada aparecen nuevos inconvenientes.

Sin embargo, la realidad que vive la región demuestra que arreglar en pocos meses todos los problemas es imposible, porque existe una problemática mucho más profunda de lo que algunos creen. Además, la influencia de otros aspectos, como la crisis frutícola, no es poca.

Los datos que maneja el Consorcio de Riego de Segundo Grado lo dicen todo. Un 20 por ciento del caudal de los canales se pierde por la gran cantidad de filtraciones que hay. Este aumento de la humedad subterránea origina el levantamiento de la napa freática y la imposibilidad de llevar adelante las tareas productivas en decenas de hectáreas, porque se pudren las raíces y el agua inunda el suelo, impidiendo el trabajo de las maquinarias.

A esto hay que sumarle la falta de recursos económicos para llevar adelante los arreglos, ya que todo debe salir desde los consorcios locales y sólo el 40 por ciento de los productores tiene al día el pago del canon.

Cuando deje de correr el agua por el canal principal este año, las soluciones llegarán en una escasa medida. Esto se debe a que los fondos del Consorcio sólo permiten afrontar los gastos para impermeabilizar un sólo tramo de 4 kilómetros, cuando son cinco los puntos que necesitan reparaciones urgentes. (ver aparte)

La solución ideal sería recubrir toda la vía con una membrana impermeabilizadora. La obra costaría alrededor de 20 millones de pesos, lo que lo transforma casi en un sueño para los integrantes del Consorcio.

Otro dato que evidencia lo lejos que se está del fin de los problemas indica que, desde 1998, sólo se pudo poner membrana a 6,8 kilómetros del canal, cuando la vía tiene 100 kilómetros de extensión. Ante las mínimas reparaciones técnicas hechas desde que se construyó, hasta hace unos años la alternativa era conectar el canal con el río Neuquén en la época de crecidas. Cuando eso ocurría llegaba agua con arcilla, lo que otorgaba una impermeabilización natural al canal principal y el resto de los que forman el sistema.

«Con 15 días de agua con arcilla nosotros solucionaríamos la mitad de los problemas de filtraciones que tenemos, porque trabajaríamos con un 10 ó 15 por ciento menos de metros cúbicos en el canal principal, que actualmente está al límite», señaló el presidente del Consorcio de Segundo Grado, Eduardo Alba, entidad que agrupa a los siete consorcios locales del Alto Valle y depende para funcionar de la efectividad que se tenga en cada ciudad para el cobro.

«No tenemos ningún tipo de aportes que no sean los que realizan los productores, pero sabemos que hay otras prioridades porque toda la plata que puede juntar el chacarero la pone en el banco. Eso hace que se acote el margen de obras que podemos proyectar», agregó Alba.

El promedio que cobran los consorcios a los productores es de 40 pesos por hectárea más el procentaje que se destina al Consorcio de Segundo Grado. Esto representa 20 pesos más por hectárea, sobre las 58.000 que hay aguas abajo del nacimiento del canal. De acuerdo con las estimaciones de los técnicos del Consorcio, reparar los cinco puntos críticos del canal principal costaría 3,5 millones de pesos.

Esta inversión no sólo comprendería la adquisición de la membrana impermeabilizadora, que tiene un valor aproximado de 4 pesos por metro cuadrado, sino que habría que agregar los honorarios del personal de vigilancia.

Sí, puede sonar raro, pero en realidad sólo obedece a experiencias pasadas, en las que vecinos de la zona aledaña al canal robaron las membranas para recubrir el techo de sus viviendas.

«Sabemos que estamos tapando parches porque damos pequeñas soluciones, pero la crisis no nos deja hacer otra cosa», se lamenta Alba.

Mientras tanto, el agua seguirá filtrándose por varios puntos del canal principal de riego. Y las soluciones no llegarán hasta que la fruticultura produzca rentabilidad para los productores, se recuperen los niveles de recaudación y haya una reestructuración en el sistema de mantenimiento y reparaciones.

Demasiadas cosas para una realidad regional que proyecta todo lo contrario.

Hugo Alonso


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