Confianza, la receta de Román

El estratega de la selección vive su mejor momento desde que pisó Europa. De él dependerá gran parte de las chances argentinas en el clásico con Brasil.

Desde que José Néstor Pekerman reemplazó a Marcelo Bielsa en la dirección técnica de la Selección, Juan Román Riquelme (Buenos Aires, 1978) pasó de estar eventualmente convocado a llevar el timón del equipo. Desde el primer partido ante Uruguay, Román fue el termómetro de un conjunto que gira a su alrededor. Y eso ayudó a completar su felicidad, tras dos temporadas destacadas en el Villarreal, donde superó el ostracismo que vivió en el Barcelona. Atrás quedó el rechazo que sufrió por parte de Louis Van Gaal. Hoy Riquelme vive sus horas más dulces: es líder en el ‘Submarino amarillo’ y en la Selección. “Me hace feliz estar en Ezeiza. Me pone muy bien cada vez que me toca entrenar con el seleccionado. Estoy contento de poder defender los colores de mi país, que para mí es lo más importante”, dice Román, siempre con en el mismo tono cercano a un susurro. – ¿Qué cambió en Villarreal para que estés en gran nivel? – La confianza. Por ahí pasa la clave. No hay otro secreto. En Barcelona no jugaba seguido. De esa manera me resultaba imposible rendir. En cambio en Villarreal jugué siempre y todo se hace más fácil. – ¿Podría decirse que Van Gaal no supo aprovecharte? – No le guardo rencor ni nunca dije nada en su contra. Siempre me habló claro. El primer día que llegué me avisó que él no me había pedido. Tuve que asumirlo. Pero nunca me mintió. Eso es muy importante. – Por lo vivido en el Villarreal, ¿este es tu mejor momento para estar en la Selección? – Este año fue muy importante para nosotros porque conseguimos cosas muy lindas (Villarreal clasificó para la Copa de Campeones de Europa). Pero esto es otra cosa. La Selección, por lo menos para mí, es lo más importante que hay. – ¿Por qué? – Acá estoy muy feliz, con amigos. La gente siempre me tuvo cariño. Voy a estar agradecido a mi país por lo que me da. Con los compañeros que tengo en la Selección es fácil jugar y divertirse. Por más que los jugadores tengamos responsabilidades, no hay que olvidarse de que el fútbol es un juego. Mi objetivo es divertirme. Desde chico pienso que los futbolistas somos afortunados por vivir de jugar a la pelota. – ¿Qué te pide Pekerman? – Que haga lo que siempre hice. Me da tranquilidad y libertad. Siempre quiero jugar bien. Sé que cada día que pasa lo tengo que hacer mejor. – ¿Sos el 10 de la Selección? – No, siento que la gente me tiene mucho cariño y siempre voy a estar agradecido. Me pone feliz que me quieran. La Selección juega en la cancha de River y a mí ahí me fue muy bien. El día que deje el fútbol, el cariño de la gente es lo más lindo que me puede quedar y lo único que me voy llevar. – Pero tenés continuidad y Alemania ya está muy cerca… – Para el Mundial falta mucho y pueden pasar muchas cosas. Creo que para una competición así el técnico lleva a los que mejor están en ese momento. Y de acá hasta que llegue esa instancia aún tenemos que recorrer un largo camino.

Juan Ignacio Pereyra (ABA)

El estratega que espera

Riquelme siempre se mantuvo fiel a su estilo de juego. Ni siquiera el mal paso por el Barcelona lo hizo cambiar. Por eso ahora disfruta el doble su triunfo interior. Goza del reconocimiento del público y de la prensa española, que lo destaca como uno de los mejores jugadores de la Liga, en la que guió al Villarreal hasta clasificarlo para la Copa de Campeones. Aunque no deja de ser un futbolista que genera diferentes reacciones. Su fútbol siempre fue diferente y generó tantos fieles como detractores. Quienes no comulgan con su estilo, lo tildan de “pecho frío” o “lento”. En tanto que sus adherentes retrucan que “su rapidez está en la cabeza” y que “es una especie en extinción”. Mientras tanto, Román continúa por la misma senda. Busca responder con el idioma que mejor maneja, el de la pelota. Román es el mayor de nueve hermanos y mantiene dos hijos. El resto es accesorio, casi anecdótico. Su futuro, el contrato con el ‘Barça’ hasta 2007 y las posibilidades comerciales de su profesión, no lo desvelan. Se mantiene ajeno a las luces que iluminan a la mayoría de los jugadores-estrellas afuera de una cancha. Continúa con sus botines pintados de negro y no firmó contrato con ninguna marca. No es afecto a las estrategias de marketing. Su mirada al suelo y su andar cansino atentan contra los pósters y las publicidades. Eso no le preocupa. No lo inquieta aprovechar su carrera deportiva para obtener beneficios económicos. Román sólo necesita que algún club, no importa cuál, lo quiera en su equipo. “Mi objetivo es que la gente disfrute con mi fútbol y que mi familia esté feliz. Nada más”, sintetiza. (ABA)

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