Congoja al recordar a las víctimas

CIPOLLETTI (AC).- El recuerdo de las víctimas hizo brotar más de una lágrima. Una de las testigos se quebró al describir a la psicóloga Carmen Marcovecchio y a la bioquímica Mónica García.

Elida Gisbert, una de las dueñas del laboratorio de la masacre, no contuvo el llanto cuando habló de sus compañeras de trabajo. Varias personas del público también se conmovieron.

«Carmen era redulce, tan suavecita, chiquita, siempre sonriente. Nunca tenía malos modos. Ella siempre se reía con una sonrisita muy suave. Era correcta, era un ser especial, una dulzura». Liliana Allende, la otra bioquímica, también la consideró como «muy dulce, callada, tranquila».

Según su esposo, Ricardo Cejas, Carmen hablaba muy poco de su profesión en el hogar. No la notó preocupada, no intuyó nada extraño que pudiera estarle pasando por esos días.

Las dueñas del laboratorio también describieron a Mónica García, la bioquímica asesinada. Allende, expresó que era «una persona de mucha personalidad, muy positiva, segura de lo que hacía, alegre». Gisbert, dijo que era «grandota, con fuerza, una chica con polenta en su voz y en su forma. También era muy buena amiga».

Carlos Leiva, esposo de García, se descompensó ayer a la mañana al ingresar a la sala. Tuvo que declarar por la tarde porque tenía «taquicardia». Poco antes había mirado a los dos imputados.

En la jornada de ayer también prestó su testimonio Carlos Bilbao, hijo de Kety Karabatic. Fue quien entregó la nota que escribió la sobreviviente cuando estaba en el hospital. No aportó ningún detalle nuevo.

Nota asociada: MASACRE DEL LABORATORIO : 'Siente culpa por estar viva, está enferma y privada de su libertad'  

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