Culto Gitano, el aclamado tributo a Sandro, llega este fin de semana al Alto Valle y Cutral Co

El artista Fernando Samartin trae a la región su aclamada interpretación musical y escénica del autor de “Rosa, Rosa”. En esta entrevista con Diario RÍO NEGRO, cuenta cómo fue su acercamiento a la figura del ídolo popular y de qué trata el show.

Hay noches en la vida de Fernando Samartin que deja de serlo. Se sale de sí mismo para darle su lugar a otro. No cualquier otro, claro: Roberto Sánchez y le dicen Sandro. Y esas noches sucede el Culto Gitano, un espectáculo que recrea la música de uno de los artistas populares latinoamericanos más importantes.


Culto Gitano es una banda tributo muy particular, no sólo porque se trata de Sandro, sino porque recrea su modo de estar en escena, que oscilaba entre lo estrictamente musical y lo teatral, con breves monólogos entre canción y canción en los cuales solía jugar con las palabras y los tonos. Hay música, por supuesto, pero también mucho de lo teatral que el propio Sandro solía ofrecer en sus espectáculo.


Fernando Samartin propone en Culto Gitano un Sandro joven, aquel de fines de los 60 y buena parte de los 70, y un Sandro maduro, el defines de los 80, pero, sobre todo, el de los 90. Aquel de la bata roja que desplazaba por el escenario en modo crooner.


Culto Gitano llega este fin de semana a la región para una serie de tres shows, el primero de ellos, este viernes, a las 21, en Casino Magic (Planas 4005, Neuquén). Continuará mañana sábado, a las 21:30, en el Cine Teatro Rex de Cutral Co; y se despedirá el domingo, a las 20, en el Complejo Cultural Cipolletti (Fernández oro 57). Las entradas, en venta en boleterías de las salas y por sistema a través de entradauno.com.


“Todo es exactamente igual a lo que hizo Sandro. Los arreglos son los mismos, la manera de cantar es la misma, la manera de interactuar con el público. El armado, las luces… todo. De hecho, tengo músicos y técnicos que fueron parte del staff de Sandro”, cuenta Fernando Samartin, en una extensa charla telefónica con Diario RÍO NEGRO, poco antes de viajar al Alto Valle.


“Hay un hecho teatral, estamos presentando a un cantante que ya no está entre nosotros y entre el público y yo hay una complicidad, un código ambos jugamos a estar viendo a Sandro, no. Eso también creo que lo acerca a algo teatral musical. De todas maneras tiene el formato recital y es un recital”, explica.

Fernando Samartin recrea dos momentos en la vida de Sandro, el de fines de los 60 y el de fines de los 90 y comienzo de los 2000.


Todo es réplica en Culto Gitano. No hay nada que Sandro no haya hecho en sus shows. Todos los arreglos son exactos, remarca Samartin. “Soy muy hincha con eso. Vuelvo loco a los músicos porque trato de que sea la réplica exacta y bueno, obviamente, los músicos trabajaron con él y entonces ya lo saben, pero hay otros que se incorporan al espectáculo y tienen que seguir ese camino”.


Cuando se refiere a los músicos que trabajaron con Sandro, Fernando se refiere al saxofonista Osvaldo Bosch, al baterista Oscar “Black” D’Auria y al guitarrista Jorge Villarreal, nada menos. Un lujo no menor que eleva bien alto la vara de Culto Gitano. Todos ellos fueron parte de la banda de Sandro desde comienzos de los ‘80 hasta sus últimos shows en 2004.


Hace veintiún años que Fernando Samartin comenzó con este espectáculo que ya se llamaba Culto Gitano pero que, obviamente, tenía poco y nada que ver con este que es hoy porque, como dirá el propio Samartin, el espectáculo y él crecieron juntos.

Cómo llegar a ser Sandro

Pero, ¿por qué hacer de Sandro? ¿En qué momento de su vida Fernando le ofrece su existencia a uno de los ídolos más grandes de música popular? Dirá que su madrina, una tía suya, fue una de las célebres nenas de Sandro y eso lo explicaría todo. Pero no, nada que ver. No fue por ahí la cosa.


Porque Fernando Sanartin no tenía nada que ver con Sandro ni con la música de Sandro. Ni siquiera con la música, fuera la de Sandro. Para él, durante años, Sandro era un señor que le cantaba a señoras. Pero una serie de eventos que no parecían tener mayor conexión unos con otros lo fueron acercando a la música de Sandro, pero más aún a la figura de Sandro al punto de decir “yo quiero hacer eso”.


“Yo empiezo a escuchar música de adolescente recién. De chico no escuchaba música. Yo soy artista plástico, soy ilustrador. Siempre me la pasé dibujando. Tenía un amigo que escuchaba Charly, Fito… pero yo no era no era ni de ir a shows, nada. Por esa época empiezo a comprar mis primeros casetes. Y Sandro, si bien sabía quién era, pero era alguien muy lejano a mi, era un señor que le cantaba las señoras. No tenía ningún tipo de atractivo para mi, que era un pendejo”, cuenta Fernando.

Culto Gitano genera una empatía inmediata con el público.


Pero, a fines de los 90, empezaron a pasar varias cosas que lo fueron acercando a esa figura lejana que era Sandro. Empieza a ver como una especie de furor por la figura del artista, recuerda Fernando. Se empieza a ver mucho en los medios porque él empieza en aquel entonces a batir sus propios récords de audiencia. Entonces empieza como a ser esa leyenda que hay que ir a ver.


“En la tele salían muchos imitadores, todos transpirados, haciendo morisquetas y a mi eso no me llegaba ni ahí , pero ¿qué pasa? En aquel entonces sale el disco ‘Tributo a Sandro. Un disco de rock’. Un amigo se lo compra, lo escucho y descubro otro Sandro. Muchas canciones que me sorprenden supongo porque estaban tocadas por bandas de rock. Paralelamente a esto, aparece el Canal Volver con las maratones de sus películas y un día levanto la vista y hay una de sus películas donde yo lo veo a él bailando y cantando unos temas que están mortales. Mucha trompeta y esa estética que a mí ya me gustaba de antes, pero yo no sabía que Sandro había tenido eso porque yo los tenía de Queen. Y dije ‘chau! yo quiero hacer esto’”.


Para ese entonces, Fernando estudiaba retratos y caricaturas. Y recuerda que tenía un profe que siempre le decía que estaba bueno investigar a quien estaba dibujando porque no solo era dibujar lo que se ve desde afuera sino también, de algún modo, lo que había dentro de quien estaba dibujando. Entonces, cada vez que se ponía a dibujar a alguien, trataba de investigarlo un poco, saber de su biografía con las herramientas que había en el año 98, por cierto.

Samartin recuerda que Neuquén fue uno de los primero lugares del interior que le abrió las puertas a Culto Gitano, allá por 2005.


Con Sandro, dice, Fernando, le pasó eso: lo empezó a investigar, tratar de saber más de él y le empezó a gustar el personaje de un modo especial: “Lo empecé a dibujar, pero no me bastaba con dibujarlo. O sea, me hacía falta hacerlo con todo el cuerpo. Porque otra cosa: yo no cantaba. Me habían tomado una prueba para un coro escolar y me había ido muy mal (risas) Me dijeron ‘no flaco’. Mis amigos se encargaban de decirme que era muy malo cantando (risas) muy desafinado. Y era cierto: era horrible”.


Pero algo pasó allí que hizo de Fernando Samartin un artista capaz de interpretar a Sandro, nada menos. “Yo creo que se juntaron varias cosas también. El hecho de querer entretener, por caso. A mí siempre me gustó entretener, que la gente que esté alrededor mío la pase bien de alguna manera. Soy una persona que me gusta mucho el humor y siempre trato de verle el lado humorístico a la vida. Y en un punto también lo vi muy parecido a Freddie Mercury. Yo en ese momento escuchaba mucho Queen y veía cómo eran los espectáculos de Queen, que tenían un montón de situaciones teatrales. Sandro jugaba con lo teatral de otro modo, pero en ambos había una cierta puesta en escena. Ambos jugaba con los golpes de efecto en la entonación, Encontré todo ese combo y dije quiero ir por acá claro que ahí empecé a estudiarlo a él, a Sandro”.

Sandro: una historia de culto

Cuando empezó a interpretar la música de Sandro, hace ya veintiún años, Fernando tenía diecinueve y lo hacía cenas show, en pizzerías y en bares de Avellaneda, de donde es. Y lo hacía con unas pistas grabadas y unos pocos músicos. “Me ponía una camisa, me peinaba de alguna manera parecida y trata de hacerlo. Lo que tenían las réplicas era lo que había. Con el tiempo me fui poniendo más riguroso. Igual siempre traté de trabajar con lo mejor que tenía”.
El primero circuito de shows de Culto Gitano fue desde Avellaneda a San Telmo , donde forjó buena parte de su carrera. De a poco se fue abriendo el panorama, primero en el Gran Buenos Aires y luego las provincias. En Corrientes fue uno de los primeros casinos que lo contrató. Luego, apareció el Casino Magic de Neuquén, en 2005. “Fue de los primeros que también me abrió las puertas”, recuerda.

Todo es réplica en Culto Gitano. No hay nada que Sandro no haya hecho en sus shows. Todos los arreglos son exactos, remarca Samartin.


¿Y después? “Bueno, empecé a hacer temporadas. Hice una temporada en Río Ceballos, en Córdoba. Después empecé a hacer temporadas en la costa atlántica. Y ahí se empezó ya a forjar un poquito más el hecho de gente que me empezó a seguir hasta que bueno en el año 2010 aparece un productor, Juanjo Taboada, que había trabajado con Sandro y me arma un espectáculo, aparecen los músicos de Sandro y empezaron los teatros”.

Fue entonces que le llegó el llamado para hacer el musical Por Amor A Sandro y todo termina de cerrar: “Tuve una explosión mediática que fue la que me cambió prácticamente la carrera, porque ahí empecé a acceder a otro tipo de salas, otro tipo de convocatorias y a otro tipo de giras, a viajar al exterior a empezar a dejar al exterior. En ese momento creo que el espectáculo tomó la madurez que yo siempre busqué y que mantengo hasta ahora”


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