Una sinfonía de bolsillo: la historia de “Good Vibrations”, de Los Beach Boys

El 10 de octubre de 1966, Los Beach Boys editaron acaso una de las mejores composiciones de la música pop de todos los tiempos. Una de varias genialidades de Brian Wilson.

Brian Wilson era un genio y ese era su problema. Escribía las mejores canciones pop de su tiempo, mientras miraba (y escuchaba) lo que hacían Los Beatles. El sabía que podía hacerlo mejor. Lo intentaba y lo lograba. Pero Los Beatles (o deberíamos decir Paul McCartney) no tenían más remedio que superarlo. Y lo lograban. Pero, ¿qué era peor que ponerse a competir con Los Beatles y dar la talla? Competir con uno mismo cuando se es un genio. Y Brian Wilson, que lo era lo sabía, compitió con Los Beatles y con si mismo. Y enloqueció.


Para mediados de los 60, Los Beach Boys era una de las bandas más exitosas de Estados Unidos, pero tenían una particularidad: su líder había decidido dejar de actuar en vivo y dedicarse plenamente a la composición y el trabajo en estudio. Mientras tanto, la banda compuesta por sus hermanos, Carl y Dennis Wilson; un primo, Mike Love; y un vecino de los hermanos Wilson, Al Jardine, giraban por el país llenando estadios y agigantando su fama.


En eso estaba la banda cuando Brian Wilson escuchó Rubber Soul de The Beatles y se sintió desafiado a hacer un gran álbum, así que comenzó a trabajar en su obra maestra, Pet Sounds. Una idea para una canción era “Good Vibrations”.


La mayor parte de la canción se desarrolló a medida que se grababa. Su título deriva de la fascinación de Wilson por las vibraciones cósmicas, ya que su madre le decía de niño que los perros a veces ladraban a las personas en respuesta a sus “malas vibraciones”.


Wilson contrató a Tony Asher para que escribiera la letra de su proyecto Pet Sounds, pero él se reservó para sí la letra de “Good Vibrations”. “Quería llamar a la canción ‘Good Vibes’”, cuenta Asher. “Y recuerdo cuando empezó a tocar ese pequeño riff en el que, según él, había estado trabajando. Decía algo así como: ‘Buenas, buenas vibraciones, recibo buenas vibraciones’ o algo por el estilo. Y yo le repetía: ‘Sabes, en realidad debería ser vibraciones. Y él respondía: ‘Sí, pero eso no es lo que dice la gente’”. Mike Love y Brian Wilson cambiaron más tarde la letra de Asher, pero su idea permanece: es una canción sobre un chico que capta las vibraciones de una chica.


Sintiéndose en la cima de su creatividad, Brian Wilson abordó “Good Vibrations” como lo que más tarde denominó “la suma de mi visión musical, una convergencia armónica de imaginación y talento, valores de producción y artesanía, composición y espiritualidad”.


Incluso para un compositor cada vez más aclamado como una de las mentes musicales más brillantes de su generación, era una tarea difícil, y Wilson recurrió a medidas cada vez más desesperadas, tanto musicales como químicas, para alcanzar su sueño.


Durante 17 sesiones repartidas a lo largo de tres meses, reclutó a una serie de músicos de primer nivel para dar vida a “Good Vibrations”, fusionando una lista de instrumentos de sonidos dispares que incluía desde bajos fuzz, cuerdas y instrumentos de viento hasta el theremin.


Producida por Wilson, en un principio, no fue parte del álbum, sino que se publicó como sencillo independiente, con el instrumental “Let’s Go Away for Awhile” de Pet Sounds como cara B. Su creador estaba convencido de que su obra necesitaba aún más trabajo. “Good Vibrations” se concibió para el álbum inacabado Smile, pero finalmente apareció en el LP sustituto Smiley Smile de 1967.


Lanzado el 10 de octubre de 1966, “Good Vibrations” fue un éxito inmediato, vendiendo casi un cuarto de millón de copias durante sus primeros cuatro días en las tiendas, mientras comenzaba un rápido ascenso a lo más alto de las listas.


Al final, la canción se convirtió en el primer sencillo de los Beach Boys en vender un millón de copias y, en ese momento, parecía el aperitivo perfecto para el álbum Smile. Sin embargo, acabó siendo uno de los últimos grandes singles de la banda antes de un periodo de descenso de las ventas y de comportamiento cada vez más errático por parte de Wilson.


Brian Wilson era un genio y ese era su problema. Escribía las mejores canciones pop de su tiempo, mientras miraba (y escuchaba) lo que hacían Los Beatles. El sabía que podía hacerlo mejor. Lo intentaba y lo lograba. Pero Los Beatles (o deberíamos decir Paul McCartney) no tenían más remedio que superarlo. Y lo lograban. Pero, ¿qué era peor que ponerse a competir con Los Beatles y dar la talla? Competir con uno mismo cuando se es un genio. Y Brian Wilson, que lo era lo sabía, compitió con Los Beatles y con si mismo. Y enloqueció.

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