De aquel loco a este Palermo

Mano a mano con 'Río Negro', el delantero de Boca repasó toda su carrera.

Dice ser el mismo. Pero no parece. Lejos está de las excentricidades con las que se popularizó. Del pelo platinado y los festejos alocados sólo queda el recuerdo, vivo aún en la memoria de quie-nes disfrutaron de su mejor momento futbolístico, a finales de los '90. Ese que le deparaba un futuro promisorio como goleador de algún poderoso de Europa. Pero su experiencia en la elite del fútbol mundial no fue la esperada. Y la frustración fue un duro golpe. De regreso en Boca, sabe que tiene una segunda oportunidad para reencontrarse con el goleador que fue. Y archivó sus transgresiones y moderó sus aires de divo. Hoy es un hombre sereno que mide sus palabras. Ahora solo pide licencia para disfrutar. «Ojalá sea el máximo goleador de la historia del fútbol argentino», dice con la fe de un hombre que nunca dejó de creer en sus condiciones.

– El domingo fue tu mejor partido desde que volviste, ¿lo viviste así?

– No, porque el equipo no jugó bien, y por más que hice dos go-les creo que quedaron muchas cosas para analizar, para mejorar. Por eso esta semana tenemos que aprovecharla para ponernos a punto. Además, sé que no estoy al cien por ciento. Que estoy pagan-do el precio de tanta inactividad.

– ¿Por qué no encuentran una regularidad?

– Creo que todavía no encontramos el equipo y el funcionamiento. Nos estamos conociendo. El 'Guly' y yo somos nuevos. Con Carlitos no había jugado nunca. Guillermo se tiene que recuperar. Cuando estemos los tres, creo que se va a ver otro Boca.

– Hablemos de Europa, ¿qué fue lo que más te costó?

– Allá el fútbol se vive de otra manera. Fue un gran cambio. Yo quería triunfar hacer una diferencia económica. Me recibieron muy bien. Pero a la hora de salir a la cancha vos notás que es muy diferente. Llegue al Villarreal siendo figura en Boca y después no tenía la continuidad para jugar, no encontraba mi lugar. Yo traté siempre de superarme a mi mismo. Pero las cosas no me salían. Sentía que todo lo que hacía era insuficiente para cambiarlas.

– Es muy diferente estar en un equipo como Boca a estar en uno con aspiraciones más modestas.

– Sí. Yo venía de ganar todo. De ser goleador del torneo y en equipos como el Villarreal cuesta mucho meterse en las Copas. Yo trataba de superarme, que las cosas cambiaran, porque en Villarreal o el Alavés no había muchas cosas por las cuales pelear.

-¿Cómo manejabas la ansiedad por volver a tu nivel?

– Fue muy difícil. Yo el día de hoy estoy pagando el precio de no haber podido hacer buenas pretemporadas y se que no estoy cien por cien como pretendo.

– ¿Pensaste alguna vez en dejar el fútbol?

– Y sí, en los momentos malos se te cruzan muchas cosas. El sacrificio que hacés para seguir peleándola cuando no jugás o no se te dan las cosas, le perdés el sentido a lo que estás haciendo. Sobre todo en esta profesión que tenés que disfrutar, yo ya no lo hacía.

-Ya no festejás los goles como antes ni salís maquillado en las revistas y esas cosas…

– (Se ríe) No es que no quiera festejar los goles. Me gustaría. Sigo siendo igual de jodón que antes. Ahora no se puede porque te amonestan. Por otro lado, no quiero exponerme tanto.

-¿Qué sentís que cambiaste?

-Europa me marcó. Ahora si no convierto no me pongo como loco. Pienso más. A veces esas cosas de chico no las entendés. Hoy disfruto de jugar al fútbol de otra manera.

 

El hombre que hace historia con sus goles

Lleva anotados 120 goles desde que debutó en Estudian-tes, hace doce años, cuando tenía 18. En Boca, ya tiene 97 tantos, suma que lo convierte en el sexto goleador de la historia del club, una ubicación que puede superar holgadamente: el segundo, por caso, Jaime Sarlanga, convirtió 115. Palermo, queda claro, está muy cerca de seguir haciendo historia patenado al arco.

– Convertiste 5 goles desde tu regreso a Boca y hoy sos el máximo goleador

del fútbol argentino en actividad, ¿Te genera algo especial?

– Y para mi función es importante. Que yo tenga un lugar en el historia del fútbol, me siento complacido porque eso significa que las cosas las estoy haciendo bien. Que tengo que seguir en este camino para que cuando me retire del fútbol esté entre… no digo los cincuenta… (se sonríe, busca las palabras), ojalá sea el máximo goleador de la historia del fútbol argentino.

– Cómo es tu relación con los juveniles ¿Sos de aconsejarlos?

– Me gusta acercarme y tener buena relación con ellos. Si hay que darles un sacudón siempre lo hago con buena onda. No me gusta ser pesado porque cuando yo era chico no me gustaban que me cargosearan . Me gusta poder indicarles el camino por donde tiene que moverse en la can-cha. O hacerles valorar lo que significa estar en Boca. Nosotros, los más grande, tenemos que ayudarlos y hacerlos sen-tir cómodos para que exploten sus condiciones. Eso en definitiva nos va a beneficiar a todos.

 

Esas rayas, esos recuerdos

En Estudiantes se hizo conocido. Dos goles en una noche de viernes a River lo colocaron en la palestra del fútbol argentino. Ya instalado como goleador, se visitó de Marilyn Monroe para la desaparecida revista “Mística” y eso le valió que Boca dudara en adquirirlo. Tras algunas idas y venidas, llegó a Boca a fines de 1997. Al año siguiente explotó: salió bicampeón con Boca, siendo goleador con 20 goles en un solo torneo. El diario El País de Uruguay lo dis-tinguió como el mejor de América. Semejante nivel le valió el llamado de Marcelo Bielsa para la selección, pero su paso fue errático. En un sólo partido erró tres penales. Fue en la Copa A-mérica 99 y nunca más fue convocado. Se fue a Europa, al Villarreal, en donde una fractura cortó un buen momento. Nunca más volvió a brillar -ni siquiera en Betis- hasta su regreso.

 

Verónica Brunati (ABA)

Verónica Brunati (ABA)


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