“De asistencias y garantías”

A veces sucede que aquello de lo que estuvimos absolutamente seguros toda la vida en nada se ajusta a la realidad, a pesar de ser sucesos que pueden ocurrirnos en cualquier momento y en cualquier lugar. Así, en una charla de amigos, surgió el tema de las garantías y asistencias que las firmas vendedoras de automóviles brindan a los adquirentes de automóviles 0 km y los servicios de asistencia (acarreo) en supuestos de que algún desperfecto mecánico te deje varado en el camino. Para saber la verdad, acudí al manual de garantía de la empresa donde hace poco tiempo compré mi auto, esto es Ford Motors Argentina, y allí expresamente te advierten de que, en caso de que se te rompa el auto a 100 metros de haberlo retirado de la agencia, la garantía se limita a brindarte la mano de obra y a reparar el vehículo, aunque se haya fundido el motor por causas ignoradas, pero jamás se harán integralmente responsables del defecto de fabricación –cualquiera sea–. Es decir que nunca te cambiarán la chatarra que te vendieron por uno nuevo sin reproches. En cuanto al servicio de asistencia o acarreo del auto que te dejó varado en nuestras rutas lejanas de los centros urbanos, siempre a no menos de 50 ó 100 km del lugar de destino –imaginá que el vehículo se rompe en La Rinconada–, la asistencia es inexistente. Sin señal de celular, al amigo que conseguiste contactar por un amable conductor que le avisó de tu infortunio, le piden infinidad de recaudos que obviamente ignora, y además aun consiguiéndola, en razón de que el certificado de garantía expresa “los gastos de traslado, flete y seguro del vehículo hasta la concesionaria serán a cargo del usuario”. Sin duda y por lejos, es mucho más barato contratar un acarreo privado, en cualquier caso siempre lo paga el usuario. En cuanto a la garantía, esto es la reparación del vehículo existente, normalmente te llevará a juicio pues la empresa jamás responde entre otras circunstancias en casos de maltrato al automóvil –caer en un bache común en nuestras sendas tan olvidadas por Vialidad– o negligencia –esto es pisar una banquina comida por el viento, por ejemplo–. En suma, como exigir la garantía te llevará a un juicio complicado, largo y riesgoso, nunca acudirás a ella y abonarás el arreglo con fondos de tu peculio, mientras que la asistencia es una broma de mal gusto porque siempre será más económico y expeditivo que te acarree una empresa particular conocida por vos o un amigo que acudir a un servicio del vendedor que desconocés y la multitud de trámites requeridos para otorgarlo hace que siempre llegue tarde donde nunca pasa nada. En definitiva, por un lado, en la mayoría de los casos si reclamás las garantías te llevan al juicio que siempre debe evitarse y la asistencia o acarreo, siendo a tu cargo, lleva en todos los casos a decidir al técnico de confianza. La presente no es más que una advertencia respecto de garantías y asistencias que son solo lindas palabras vacías de contenido, y dolores de cabeza para los compradores. Héctor Luis Manchini DNI 7.779.947 San Martín de los Andes


A veces sucede que aquello de lo que estuvimos absolutamente seguros toda la vida en nada se ajusta a la realidad, a pesar de ser sucesos que pueden ocurrirnos en cualquier momento y en cualquier lugar. Así, en una charla de amigos, surgió el tema de las garantías y asistencias que las firmas vendedoras de automóviles brindan a los adquirentes de automóviles 0 km y los servicios de asistencia (acarreo) en supuestos de que algún desperfecto mecánico te deje varado en el camino. Para saber la verdad, acudí al manual de garantía de la empresa donde hace poco tiempo compré mi auto, esto es Ford Motors Argentina, y allí expresamente te advierten de que, en caso de que se te rompa el auto a 100 metros de haberlo retirado de la agencia, la garantía se limita a brindarte la mano de obra y a reparar el vehículo, aunque se haya fundido el motor por causas ignoradas, pero jamás se harán integralmente responsables del defecto de fabricación –cualquiera sea–. Es decir que nunca te cambiarán la chatarra que te vendieron por uno nuevo sin reproches. En cuanto al servicio de asistencia o acarreo del auto que te dejó varado en nuestras rutas lejanas de los centros urbanos, siempre a no menos de 50 ó 100 km del lugar de destino –imaginá que el vehículo se rompe en La Rinconada–, la asistencia es inexistente. Sin señal de celular, al amigo que conseguiste contactar por un amable conductor que le avisó de tu infortunio, le piden infinidad de recaudos que obviamente ignora, y además aun consiguiéndola, en razón de que el certificado de garantía expresa “los gastos de traslado, flete y seguro del vehículo hasta la concesionaria serán a cargo del usuario”. Sin duda y por lejos, es mucho más barato contratar un acarreo privado, en cualquier caso siempre lo paga el usuario. En cuanto a la garantía, esto es la reparación del vehículo existente, normalmente te llevará a juicio pues la empresa jamás responde entre otras circunstancias en casos de maltrato al automóvil –caer en un bache común en nuestras sendas tan olvidadas por Vialidad– o negligencia –esto es pisar una banquina comida por el viento, por ejemplo–. En suma, como exigir la garantía te llevará a un juicio complicado, largo y riesgoso, nunca acudirás a ella y abonarás el arreglo con fondos de tu peculio, mientras que la asistencia es una broma de mal gusto porque siempre será más económico y expeditivo que te acarree una empresa particular conocida por vos o un amigo que acudir a un servicio del vendedor que desconocés y la multitud de trámites requeridos para otorgarlo hace que siempre llegue tarde donde nunca pasa nada. En definitiva, por un lado, en la mayoría de los casos si reclamás las garantías te llevan al juicio que siempre debe evitarse y la asistencia o acarreo, siendo a tu cargo, lleva en todos los casos a decidir al técnico de confianza. La presente no es más que una advertencia respecto de garantías y asistencias que son solo lindas palabras vacías de contenido, y dolores de cabeza para los compradores. Héctor Luis Manchini DNI 7.779.947 San Martín de los Andes

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