De puntos y comas, o de cómo aprender a respirar leyendo

Si uno entra a la escritura por la sangría (que no es esa bebida de vino tinto y limón), puede llegar a cualquier parte por la ruta del renglón, siempre y cuando sepa manejar ciertas reglas de tránsito entre vocales y consonantes que son todos signos pero que en cada país suenan tan distintos que uno ni los reconoce. Sin ir mas lejos, el otro día repasando francés caí en la cuenta que hay como 16 formas de vocales. ¡Qué ingenio estos franceses tomarse el trabajo de inventar tantos sonidos de unas simples cinco letras! Algunas suenan así si van acompañadas de, otras son como son, pero un poco más atrás, en el fondo de la garganta y hay algunas que se mimetizan tanto que de «u» se convierte en «y» .

Y de las consonantes las hay de tal variedad que hasta parecen un parte meteorológico, porque por ejemplo descubrí con asombro que hay una «Ll mojada», que suena como un poquito de saliva al final de la lengua, de la parte de adentro.

Pero bueno, la idea era demostrar que en la escritura como en el manejo, hay reglas de tránsito que uno debe respetar si quiere llegar bien parado y con vida al ansiado punto final.

Por empezar y según esas reglas que la mayoría desconoce -en el tránsito pasa lo mismo- hay que respetar la sangría inicial que es ese portalito donde debe meterse la primera letra, por si llueve pensé yo, pero parece que no, que es nada más que para saber que ahí empieza lo que uno escribe y nada más.

Bueno, después siguiendo con ese hilo que se va desenrollando y por el cual como por arte magia van apareciendo las letras que uno dibuja todas de corrido, hay algunos baches que hay que cubrir, que son las separaciones que hay entre una palabra y otra. Esto, de signo no tiene nada, pero en algunos casos, estos blancos se cubren con un signitos que hace titubear a más de uno.

La explicación de estos signos, que más bien parecen apenas unas rayitas, merece todo un tratado de gramática y sintaxis, pero simplificando, podemos decir que yendo por el hilo de las letras uno se tropieza de vez en cuando con la coma. ¿Y qué es la coma y para que sirve? pues es una rayita doblada que sirve, precisamente para doblar, o dicho de otro modo, para darse un respirito corto, apenas como para que el aire llegue al diafragma pero sin empujarlo para abajo.

Esto viene muy bien para los que leen de corrido, para que puedan darse una pausita y para que los que no leen de corrido puedan disimular sus titubeos.

Después viene el punto y coma. Una especie de híbrido entre la coma (respiro cortito) y el punto (respiro un poco más largo) y que sirve para que todo el mundo se confunda y no sepa qué intensidad de respiración o de pausa debe hacer, así que por lo común nadie la usa, como para partir diferencias y no equivocarse.

Después vienen los dos puntos. Estos, puestos uno encima del otro es como los lomos de burro o esos punteaditos que se ponen en las calles para que uno frene. Indican siempre, que después de eso viene otra cosa o que de aquí en más viene una enumeración. Allí se puede respirar un poquito más hondo luego de subir un grado la entonación de lo que se venía leyendo.

Por fin llegamos al punto. Este puede ser punto y seguido, o sea que pare pero siga por la misma ruta. Pero pare, porque está indicando que aquí sí hay que tomar aliento para poder seguir el tramo que sigue, que puede ser largo. Si sigue estas instrucciones no se equivocará nunca. Hay pues, que obedecer a este puntito y estar atento porque si es punto y aparte, es indicador de que debe cambiar de ruta, pasarse al reglón siguiente y que además, la cosa empieza a cambiar. El punto y aparte es para demostrar que en la variedad está el gusto porque indica que de este tema pasamos a otro, aunque tenga que ver con lo anterior. Algo así como un cambio brusco de paisaje, como que después de esta subida viene un valle, o que después de esta curva se aparece una montaña allá en el fondo.

Bueno, aproveche para respirar, ahora sí, empujando el diafragma para abajo, porque ya se está cercando al final del camino.

¿Y que hay en el final del camino? Bueno por empezar, está el fin. Pero ese fin puede ser algo tan hermoso como llegar a Bariloche o que es apenas un punto de partida para iniciar otro viaje. Eso es prometedor, sobre todo si usted pudo seguir estos carteles indicadores y pudo llegar al punto final sin tropiezos, pero fundamentalmente que ha comprendido que no se trata de ese otro punto final de aciagas connotaciones políticas.

Clara Vouillat


Si uno entra a la escritura por la sangría (que no es esa bebida de vino tinto y limón), puede llegar a cualquier parte por la ruta del renglón, siempre y cuando sepa manejar ciertas reglas de tránsito entre vocales y consonantes que son todos signos pero que en cada país suenan tan distintos que uno ni los reconoce. Sin ir mas lejos, el otro día repasando francés caí en la cuenta que hay como 16 formas de vocales. ¡Qué ingenio estos franceses tomarse el trabajo de inventar tantos sonidos de unas simples cinco letras! Algunas suenan así si van acompañadas de, otras son como son, pero un poco más atrás, en el fondo de la garganta y hay algunas que se mimetizan tanto que de "u" se convierte en "y" .

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