Una cruda radiografía del poder sindical argentino

Un estudio de la firma Zentrix revela un esquema de poder muy concentrado en estructuras y recursos, con mucha autonomía de los afiliados. La imagen de sus dirigentes y la reforma laboral.

En momentos en que se discute el futuro de las relaciones laborales en el país, uno de los ejes de la discusión es el modelo sindical tradicional argentino, que tiene por un lado entidades con importante poder y capacidad de negociación ante el Estado, pero al mismo tiempo han desarrollado una gran autonomía respecto de sus bases y un enorme manejo de recursos que en buena medida han desvirtuado su objetivo inicial: representar los intereses de los trabajadores afiliados.

La consultora Zentrix presentó esta semana un exhaustivo estudio, tanto cualitativo como cuantitativo, que realiza una descarnada radiografía sobre las fortalezas y debilidades de los principales sindicatos del sector privado argentino.

El estudio destaca que “el modelo sindical argentino se sostiene sobre una arquitectura que concentra poder, recursos y capacidad de imposición en un conjunto reducido de organizaciones con personería exclusiva”, que firma convenios de amplio alcance.

Agrega que “diez gremios administran más de un billón de pesos anuales a noviembre de 2025, con dirigencias cuya permanencia se mide en décadas y con incentivos débilmente ligados a la afiliación real. Ese volumen de recursos no surge de una elección libre de los trabajadores sino de descuentos automáticos aplicados a afiliados y no afiliados, en un marco normativo que se aparta de los estándares internacionales de libertad sindical negativa”.

El trabajo utilizó un enfoque multidisciplinario que combinó economía laboral, análisis institucional y derecho colectivo. Se analizaron indicadores como trabajadores bajo convenio, ingresos por aportes obligatorios y duración del mandato de líderes de las principales organizaciones. Entre sus conclusiones destaca :

• Diez sindicatos concentran más de la mitad del empleo asalariado privado bajo convenio. Existen más de 3.200 organizaciones registradas, pero solo 1.600 tienen personería gremial. En 2024, solo 297 organizaciones participaron en la firma de 1.731 acuerdos paritarios homologados. En definitiva, “un núcleo reducido de grandes sindicatos acapara la mayoría de los trabajadores registrados, domina la negociación estratégica y capta los flujos económicos derivados de las cuotas obligatorias y aportes solidarios”, señala el trabajo.

• El estudio estima que este flujo de recursos proviene de trabajadores encuadrados en los principales convenios de actividad del país, encabezados por comercio, camioneros, construcción, sanidad, metalúrgicos, alimentación, transporte, bancarios, gastronómicos y luz y fuerza. Estos grandes sindicatos recaudan más de un billón de pesos anuales mediante descuentos obligatorios, incluso de trabajadores no afiliados, con un promedio de $327.000 por trabajador al año. La falta de información pública y rendición de cuentas sobre esta recaudación genera opacidad estructural sobre el destino de los fondos.

• En 2024, el 59% de las homologaciones corresponde al ámbito de empresa, mientras que el 41% al ámbito de actividad. Un reducido número de convenios de alta cobertura representa el 70% de los asalariados registrados bajo convenio.

• La combinación de unicidad representativa, financiamiento compulsivo y baja alternancia en la dirigencia limita la libertad sindical. Los sindicatos más grandes muestran reelecciones extensas y poca fragmentación, gracias a una mayor masa salarial y flujo constante de aportes. En sindicatos más pequeños, hay estabilidad, pero con más competencia interna.

• Una gran brecha en la cobertura e informalidad del empleo: en el régimen convencional la cobertura es del 87,3% en empresas con más de 40 trabajadores, mientras que la informalidad predomina en microempresas y pequeñas unidades productivas.

• La investigación realizó una encuesta nacional, que revela un clima social crítico hacia el sistema gremial, donde el 64% de la población declara tener una imagen negativa de los sindicatos y solo el 15,2% expresa una imagen positiva. Hay un 55% de apoyo a la modificación de leyes laborales. “Una mayoría consistente de la ciudadanía (67,5%) rechaza la obligatoriedad de los aportes y no se siente representada por el sindicalismo vigente” señala el estudio. Esa brecha entre bases y dirigencias se da “en un contexto donde el empleo se estanca, los ingresos reales se deterioran y los niveles de afiliación continúan estables o decrecientes, mientras las cúpulas sindicales reproducen su posición con independencia de estos procesos” agrega el estudio.

Debates dialogó con Claudio Montiel, de la firma Zentrix, sobre las conclusiones del informe.

P: ¿Cuál es la principal conclusión del trabajo?

R: Básicamente que es un modelo anacrónico que ya no funciona en el mundo, es de los pocos que quedaban. La mayoría de los países ya sacó lo que se llaman “acuerdos de agencia” que es esto: que el trabajador paga obligatoriamente algo que no está expresado en su voluntad. La conclusión es que por un lado hay sindicatos y sindicalistas enquistados hace 40 años y por el otro lado trabajadores pagando sin poder expresar su voluntad negativa: una persona tiene derecho a demostrar su no acuerdo con una cuestión particular no afiliándose. Si a vos no te gusta Netflix yo no te puedo obligar a que vos te afilies, Netflix tiene que existir para que vos te puedas suscribir y no vos afiliarte para que la plataforma exista. Por eso tenemos sindicalistas de hace 40 años con empresas privadas que viven como reyes y trabajadores que bueno ya sabemos cómo están viviendo, ¿no?

P: Hace 50 años el sistema sindical argentino fue como modelo en América Latina , la situación de los trabajadores era la envidia del resto de los sindicatos de la región, ¿Qué pasó para que ese ese modelo se degradara ?

R: Hay que tener en cuenta que los los los convenios colectivos de trabajo (CCT) que nosotros estudiamos en este trabajo, son todos del 70, del 75, del 80. Y sobre esos CCT se vienen anclado todos los acuerdos paritarios posteriores. En el proyecto de reforma actual el Gobierno decidió el fin de la llamada “ ultraactividad” el ancla no existe más, tienen que juntarse nuevamente a firmar nuevos convenios colectivos de trabajo. Yo entiendo que por historia cuando se firmaron estos convenios hace 40-50 años eran sindicatos más chicos, eran trabajadores diferentes, era otra economía. Tenías al trabajador clásico: el industrial que va a la fábrica, la automotriz o en un comercio y trabajaba toda la vida allí. Me parece que hoy tenemos otra lógica más compleja y dinámica. Y con el tiempo el sistema se fue corrompiendo. Quizás haya tenido un buen sentido, una buena voluntad, pero encontraron el mecanismo para romperlo y volverlo un negocio en lugar de representar a los trabajadores. Desde Zentrix como estudio empírico no decimos que el problema son los sindicatos. Lo que decimos es hay una gran cantidad de empleados en negro o informales. y Estos sindicatos nunca se pusieron a trabajar en decir, “Che, ¿cómo hacemos para ayudar a que más cantidad de empleados estén en blanco?, porque están cómodos con la cuota obligatoria, la plata les está lloviendo. Y después tenés gobiernos a los que tampoco les importa el trabajo en blanco, como los mandatarios anteriores.

P: Vos decías también que esta autonomía que tienen los sindicalistas de sus bases le permitió también acordar por afuera y y no rendir cuentas, ¿no?

R: Nosotros investigamos desde la AGN, la sindicatura, buscamos en las cámaras de Diputados y de Senadores, en la Justicia, a ver si había reportes de investigaciones de las estructuras de los sindicatos, es decir ¿Qué hacen con estos 700 millones de dólares que le cobran a los empleados? Bueno, no encontramos nada, algunos estudios académicos aislados, algunos fallos de la Corte y tribunales, muy poco. Entonces, los líderes siempre arreglan por afuera, se mantienen en la estructura, les llueve el dinero para poder manejarse y bueno, el resultado es el que tenemos ahora.


En momentos en que se discute el futuro de las relaciones laborales en el país, uno de los ejes de la discusión es el modelo sindical tradicional argentino, que tiene por un lado entidades con importante poder y capacidad de negociación ante el Estado, pero al mismo tiempo han desarrollado una gran autonomía respecto de sus bases y un enorme manejo de recursos que en buena medida han desvirtuado su objetivo inicial: representar los intereses de los trabajadores afiliados.

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