Del amor y sus muchos demonios
<b>Norma Aleandro traeráel próximo sábado, en dos funciones, la obra “Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor” al Cine Teatro Español de Neuquén. Una recopilación de lo que grandes autores opinan del tema.</b>
EDUARDO ROUILLET
eduardorouillet@gmail.com
La prestigiosa –nunca mejor usado el adjetivo– actriz Norma Aleandro transita por primera vez la Argentina con la obra “Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor”, que ella misma dirige, acompañada por Oscar Migueles en guitarra. En las últimas temporadas la presentó en una veintena de ciudades españolas, en Colombia, Uruguay y Estados Unidos, donde ganó el premio OBIE Mejor Interpretación en Nueva York. El próximo sábado, a las 21 y a las 23, será la oportunidad insuperable de disfrutarla en el Cine Teatro Español de Neuquén. Historia de historias entramadas con cuentos, poesías y canto, durante 85 minutos –intervalo incluido– “Sobre el amor…” es una recopilación que Norma hace sobre lo que Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Lope de Vega, entre otros autores, han dicho de los amores que, para bien y para mal, nos cambian la vida. Entre sonrisas, una que otra canción y muchas carcajadas que regala su enorme calidad interpretativa. (Continúa en la página 40)
(Viene de la página 39)
Nacida en Buenos Aires (2/5/36), guionista y directora teatral además, protagonizó “La historia oficial”, primer filme nacional ganador del Oscar Mejor Película Extranjera 1985, con el cual también se consagró Mejor Actriz del Festival de Cannes y en el de Cartagena. Por su rol en “Gaby: A True Story” fue la primera argentina en ser nominada al Oscar. Hija de los actores Pedro Aleandro y María Luisa Robledo y hermana de Marilyn Vaner, comenzó a actuar junto a sus padres a los nueve años, en el Teatro Smart.
En los 60 tuvo papeles en películas como “El último piso”, con Santiago Arrieta y “Gente conmigo” junto a Milagros de la Vega. En esta década incursionó en televisión en los ciclos “Romeo y Julieta”, “El amor tiene cara de mujer”, “Cuatro mujeres para Adán”, “Cosa juzgada”, “La mujer en la multitud”, entre muchos otros.
Durante los 70 protagonizó “Los herederos”, “Güemes, la tierra en armas” y “No toquen a la nena”. En su extensa carrera teatral, abordó “Becket”, “El círculo de tiza caucasiano”, “De rigurosa etiqueta”, “Mi querido mentiroso”, “Agosto”.
En 1976, cuando la última dictadura militar impuso el horror, Norma debió exiliarse en España. Regresó en el 81 para representar la obra “La señorita de Tacna”. Trabajó en más de cuarenta filmes como “Operación Masacre”, “Los siete locos”, “La entrevista”, “El faro”, “Cien veces no debo”, “Las tumbas”, “Sol de otoño”. Junto a Ricardo Darín y Héctor Alterio, en “El hijo de la novia” logró la nominación al Oscar Mejor Película Extranjera. Entre los últimos títulos de su filmografía se encuentran “Cama adentro”; “Andrés no quiere dormir la siesta”, “Cuestión de principios” y “Paco” y “Familia para armar” de Edgardo González Amer, junto a su hijo Oscar Ferrigno.
Mañana fresca, soleada en Belgrano, tranquilidad de barrio en la calle Blanco Encalada, la vieja casona que ocupa con Eduardo Le Poole recién despierta. Del patio grande llega el canto llamador de un zorzal… “Por mi experiencia, si le sirve, no veo realmente sordo al mundo frente al amor. Que haya violencia es parte de la condición humana, siempre la ha habido y desgraciadamente creo que no dejará de haber violencia, y también crueldad… Es parte de nuestra naturaleza”. Reitera la idea Norma en el inicio de su respuesta al planteo de Río Negro. “De pronto, poder hablar del amor no significa hacer de esto un sacerdocio, es parte también de nuestra calidad de humanos. Yo hablo de todo tipo de amores, los que solemos poner con mayúscula, a los que se les hace poemas, y de otros que no tienen el mismo prestigio pero hacen a nuestra vida también, y vale la pena contar con ellos. Nos hacen más alegre la existencia. Yo no veo al mundo tan oscuro, aunque con los años hay cuestiones que se han acentuado y –al tener una comunicación permanente internacional, todo el mundo se entera de todo lo que ocurre– pareciera que fuera más grave ahora que en otras épocas. No creo que seamos más crueles hoy que en el medioevo o que hace cien años. Se publicita de otra forma, lo sabe toda la gente… Hoy abro el diario y veo lo que está sucediendo en Grecia, en Libia… antes no teníamos un acceso tan inmediato. Es parte también de hacernos sentir que las cosas están peor, pero yo veo que no es tan así. No soy por eso una persona que tiene sólo buenas sensaciones, también tengo las malas, pero no las creo peores que en otros períodos de la historia.
–No sé si usted recita el soneto 126 de Félix Lope de Vega (y Carpio, Madrid, 1562-1635): creer que un cielo en un infierno cabe,/ dar la vida y el alma a un desengaño:/ esto es amor. Quien lo probó lo sabe.
–Sí, ese poema es “Definiendo al amor”, uno de los que hago. Es hermosísimo. Tuvo una contestación en su época y es, quizá uno de los textos que define mejor la ambivalencia de sentimientos, de tironeos, que uno siente cuando realmente el amor es profundo…
–Dice antes: beber veneno por licor suave… Un lenguaje del 1600 hoy tan vigente que puede decir una actriz, como es su caso. Una bella conexión que parece saltar el tiempo.
–Sí… Con el espectáculo me sucede que la gente lo aprecia mucho, se divierte. Está tomado absolutamente por el lado más humorístico que pueda tener toda descripción del amor. Hemos encontrado siempre grandes poetas con humor para poder contarlo así. El público tiene momentos muy lindos durante la obra, la pasa bien. Yo también me divierto mucho haciéndola. Cada tanto la transformo mucho, ahora está igual que como la hice en España hace dos años, pero siempre la voy modificando, variando, saco unas cosas y pongo otras. Pero en esencia es el mismo tema y lo he ido llevando hacia el humor, un género que me importa muchísimo.
–Un buen modo de mantenerlo latente, vivo, cada vez que lo encara.
–Es verdad. De las cosas que antes hacía, algunas valdría la pena volver a ponerlas… En general, lo refresco para mí, para que en cada oportunidad que lo haga, tenga un interés mayor. Para la gente, lo que decía antes también algunas valían mucho y quizás las vuelva a utilizar. Mientras tanto voy realizando este derrotero que ahora hago, que me convence sobremanera, que tiene mucho humorismo, se sostiene en eso tan saludable que es reírse”.
–Hace bien conectarse con expresiones que nos limpian un poco la cabeza, nos ayudan a pensar en otras cuestiones, nos sacan de ese foco que le planteaba al principio… Relacionarse con el arte, el suyo en particular y el de los autores que ha seleccionado…
–También es verdad… Y eso es lo que vale, que siempre encuentro autores, sucesos, porque algunos relatos son cuentos y otros sucedidos, además de poesía, fragmentos, obras… El ir hallándolos es una forma de pasear por el jardín y encontrar las flores…
–Hay algo al verla a usted en el escenario –perdón si le suena lisonjero- un regocijo… Como en el caso de José Sacristán que hace poco visitó la región. Un valor agregado…
–Lo que tiene de bueno, después de muchos años de estar en este trabajo, que también le pasa a Sacristán, es que uno no solamente recoge la cosecha del momento, digamos, sino que la gente viene con el recuerdo de cosas que nos vio hacer, que le gustaron. Entonces, es francamente muy bello. Nuestro público es generoso también en su manera de manifestar el cariño, de expresar que lo que ha visto le ha gustado, de lanzarse a reír. Es muy expresivo, por suerte. Nosotros vivimos, además, de lo que a los espectadores le parece lo que hacemos para ellos y nada más que para ellos.
–Es inevitable. Me sucedió con su labor en “El hijo de la novia”, esa mamá con mal de Alzheimer… Estoy ahora pasando por una situación parecida con mi madre, que está perdiendo la memoria rápidamente…
–¡Ay! Lo lamento tanto…
–Sepa que me sirvieron las escenas de encuentro con su hijo (Ricardo Darín)…
–Lo imagino, porque muchas personas con padres con Alzheimer me han dicho que la película en general, no sólo mi trabajo, les ha sido útil porque en ella hay una clave que es bueno tener en cuenta cuando se transita por esos momentos, esa mujer tan amada por ese hombre (Héctor Alterio), tan amada, no pudo seguir en la casa. Y esto es cierto porque lo tomó (Juan José) Campanella de la historia de sus papás. Y no pudo continuar en su hogar porque hay un punto muy difícil de manejar para la compañía familiar, ciertas salidas intempestivas, ya sea de agresión o… no es posible tenerlos en casa.
–Al encontrar a mi madre ausente, perdida en su mundo, recordé palabras, el modo en que Ricardo le toma la mano, cómo apela a lo más básico que es darle amor…
–Porque eso es lo que les importa. Usted sabe que de todo lo que estuve investigando antes de hacer ese papel, lo que más les reconforta es el afecto. Así como se agarra a la enfermera porque es afectuosa con ella… El afecto, eso que necesitamos desde que nacemos, el amor… Los ayuda muchísimo, incluso a pasar esas etapas en las que todavía se dan cuenta que no están bien, las más duras…
–Bueno, de esa manera, usted o Sacristán están metidos en la memoria del espectador que ha recogido su generosa entrega en los roles que asumieron, que reaparecen cuando se vive una circunstancia parecida o se piensa simplemente en sus nombres. No es poca cosa andar por la vida sembrando eso.
–Le agradezco. Sí, es hermoso. Le diré que es un oficio el nuestro que no dan ganas de abandonar porque alimenta muchísimo el alma. Y es en lo que nos sostenemos tanta veces.
Comentarios