Del Potro se enfrenta a Federer por un lugar en la final

Del Potro tiene la difícil misión de enfrentar a su ídolo Federer. "Es de lo más macanudo, pero lo miramos desde otro mundo", tiró. Desde las 11 el tandilense buscará vencer a su rival.

Si un psicólogo estudiara su caso, probablemente diría que Juan Martín Del Potro tiene que «matar al padre», cuando se enfrente a un Roger Federer que es el hombre al que más admira como tenista.

«Me pasa a mí y le pasa a la mayoría. Él habla con todos y es lo más macanudo que existe, pero nosotros lo miramos desde otro mundo», admitió JM durante una entrevista con la agencia DPA en París, donde hoy buscará la hazaña de avanzar a la final de Roland Garros.

Del Potro lleva cinco partidos jugados y cinco derrotas con Federer. Ni siquiera fue capaz de quitarle un set al hombre que busca consagrarse como el más grande de todos los tiempos. Sólo le falta este Grand Slam y está a sólo dos pasos.

Aunque el juego de Roger lo complica especialmente, no hay un determinismo tenístico que impida al argentino derrotar al suizo como ya hizo con Rafael Nadal o Andy Murray. Lo que hay es admiración y respeto, algo que se explica en parte por cierta brecha generacional que separa a ambos. Federer tiene 27 años. Del Potro, 20. Cuando el argentino era un juvenil que soñaba con ser profesional, Federer dominaba el tenis con una autoridad de escasos precedentes en la historia.

La imagen del ídolo se fijó en la retina de Del Potro. «Sin dudas, compartir vestuarios y estar en los mismos lugares en los que están los más grandes es un privilegio», admite Del Potro, cuya carrera se aceleró en los últimos 10 meses.

El argentino llegó al RG 2008 como 68 del planeta y apenas ganó un partido. Pero a partir de julio encadenó una racha de cuatro torneos consecutivos ganados, cuartos de final del US Open y la clasificación para el Másters.

Casi de un momento para el otro era el número uno de Argentina y el quinto del mundo. «Soy el mejor de los malos», bromeó hace unos días, para mostrar el respeto que tiene por el cuarteto Nadal-Federer-Murray-Djokovic.

En el inicio del torneo, Del Potro se apareció en el vestuario con una sorpresa para Roger, Rafael y Novak: camisetas de Boca, su club del alma, autografiadas por todos los jugadores del equipo.

¿Hubiera sido capaz de hacer algo así hace apenas unos meses? Del Potro sonríe. «No, no… No lo hubiera hecho. Pero al ir ganando partidos y llegar a semis y finales, en el vestuario siempre quedan dos o tres jugadores. Ellos (por el trío) siempre están, y nos ponemos a hablar, casi siempre de fútbol».

El suizo ya posó, feliz, con la camiseta Xeneize. Y a partir de esa imagen Del Potro podría ir construyendo otra relación con el ex número uno, que seguirá siendo siempre su ídolo. Igual no le es sencillo. «Y, con Roger…Con Roger hablo, tengo muy buena onda, pero todavía me da un poco de cosa. Fue demasiado bueno, es demasiado bueno».

Está claro que la idolatría no se terminará, pero al menos entró en confianza. Algo es algo, aunque el pueblo argentino espera que, al menos por hoy, le falte el respeto. (DPA/AN)

 


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