Delicias de la vida en el Bayo

VILLA LA ANGOSTURA (AVLA) – Las pistas de esquí del cerro Bayo lucían ayer a pleno, lo mismo que el martes, y todos los refugios se encontraban repletos de visitantes. Las «colas» para acceder a los medios de elevación que parten desde la base eran una pauta del éxito de la jornada de ayer luego del fuerte incremento de turistas llegados a los alojamientos de la villa.

Hay que tener en cuenta, además, que muchos de los que ascienden al Bayo lo hacen procedentes de Bariloche, desde donde a diario arriban al menos cuatro colectivos llenos de turistas brasileños.

Ayer se encontraban habilitadas pistas de principiantes 1, 2 y 3, camino panorámico y principal hasta la base e intermedia 9. Abiertas silla del bosque, intermedia 18, telesillas principal y Chaltén.

El T-bar continuaba cerrado.

El camino de ascenso, la ruta provincial 66, presentaba hielo por la mañana y con el transcurso de la jornada se transformó en barro, circunstancia que sumada a los pozos dificultaba el tránsito pero si éste se hacía con precaución no había problemas.

En la base el movimiento era intenso desde la mañana.

Con buen tino, el aserrín desparramado sobre la nieve endurecida facilitaba un caminar seguro por la calle de acceso y frente a las boleterías, sobre todo para los turistas que llegaban por primera vez y que no son duchos en eso de andar en un suelo propicio a los resbalones.

El tiempo se presentó ayer nublado, por momentos neviscó y en el nivel intermedio el viento era de regular intensidad. De todas maneras, precisamente en ese sector, destinado a los que hacen sus primeras armas en el esquí, cientos de personas disfrutaban, cada una a su modo, de la nieve. En la pista de trineos era animado el movimiento, lo mismo que entre los árboles del bosque donde grupos de adolescentes simplemente jugaban a revolcarse o a tirarse voluminosas «bolas».

Stefano, un pequeño brasileño de no más de tres años se hallaba sentado en la nieve, en un lugar de paso obligado a un refugio. Enojado, miraba el piso, mientras la mamá, con dulzura trataba de hacerlo levantar… y nada. Con un dedo, la mujer le levantó la visera del gorro amarillo que llevaba calado hasta las orejas. Una ráfaga de viento impidió escuchar la primera parte de la frase que terminó con la mágica palabra …»chocolate». Y aquí que Stefano se levantó como un resorte y se fue muy contento en dirección a un refugio.


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