“Devolverle a la gente todo lo que me dio”

María Leal es una de las “Ocho mujeres” que recorren la región con la comedia de Robert Thomas. Estarán hoy en Bariloche y luego en San Martín de los Andes y Neuquén capital.

Eduardo Rouillet

Con María Leal, Norma Pons, Emilia Mazer, Katja Aleman, Mónica Villa, Lucrecia Blanco, Juana Repetto, Chunchuna Villafañe y dirección de José María Muscari recorre la región la obra de Robert Thomas “Ocho mujeres”, la misma comedia que en 2002 fue llevada al cine por el francés François Ozon. Tras un 2011 en Calle Corrientes y temporada en Mar del Plata la obra está de gira recorriendo Argentina y hoy a las 22 se presentará en el teatro La Baita de Bariloche, el jueves estará en San Martín de los Andes y el viernes y sábado próximos en Neuquén. Antes de su presentación en Bariloche, María Leal, sólida actriz de quince tiras y unitarios de televisión, de ocho películas e igual número de obras teatrales habló con “Río Negro” sobre lo que es para ella salir de gira. “Lo que hace tan atractiva y movilizadora la gira es pasar de escenarios gigantes a mínimos y entonces, llegar al lugar, pasar por el teatro… De todas maneras, la asistente de dirección (Nadia Crosa) y el equipo, arman el escenario y nos dicen dónde está la puerta, por acá se entra, por allá se sale. Y una vez en escena, si estamos en ámbitos muy chicos, tratamos de no taparnos, de jugar con naturalidad. Venimos de hacer mucho recorrido por provincias argentinas, casi todas las que integramos hoy el elenco y nos vamos adaptando, aunque la obra en sí no se modifica para nada. Sólo cambia el espacio. Todas probamos el escenario. Yo, por ejemplo, pruebo mucho el sonido, la acústica del teatro. Nosotras actuamos sin micrófono. Ahora se usan esos inalámbricos, pero soy de la guardia vieja y no me gustan. Trabajamos sin ellos y hay lugares como cines donde hay que probar bien la voz…”. – Cómo se proyecta. – Exacto. Y recorremos… Hay tablados que están rotos y conviene fijarse que no haya agujeros. Yo uso unos tacos altos, altísimos, finitos, que puedo enganchar en el piso. O sea, tomamos todas las precauciones posibles. No hacemos una pasada de la obra porque hace un año y medio que la tenemos sabida. Estamos muy seguras, muy afiladas y ya sabemos cómo vamos a transitar cada uno de los escenarios, grande o chico. – La gira también es un espacio de fuerte e interesante convivencia. Todas están ahí por el placer de actuar, pero también por trabajo, viajan juntas, comparten hoteles, almuerzos, amaneceres, regresos interminables… – El miércoles me subí al micro para hacer 927 kilómetros hasta Viedma; llegamos al mediodía y a la noche hicimos la función. Al día siguiente, recorrimos 431 hasta Madryn. O sea que estamos sobre nuestro ómnibus muchas horas. Allí hay camas para todas, cuchetas, un pequeño estar con pantalla de televisión para ver videos, DVDs que vamos eligiendo juntas. Jugamos al truco, mateamos… Es un grupo muy lindo de ocho mujeres, ocho, más dos de la parte técnica; una es la asistente de dirección y nuestra vestidora María Herce. Ellas también son actrices y están preparadas para hacer los reemplazos si alguna de nosotras se enferma o no se siente bien. Por ejemplo, hace poco pasamos por La Pampa y del sur de provincia de Buenos Aires hasta Trenque Lauquen. Estuvimos diez días y en el trayecto siempre hay uno de descanso; y ese día seguimos todas juntas igual. Comemos, paseamos, nos movemos de tal modo que muchas veces terminamos cantando ¡Bariló, Bariló! Como si estuviéramos en un viaje de egresadas. ¡Semejantes mujeronas! Es la única manera en que se puede hacer teatro. Cuando una está sobre el escenario, tiene que contar con el respeto, el amor y el respaldo de las siete restantes. Es así… Funcionamos como red. Yo sé que si me pasa algo, las otras siete están para cubrirme. Por lo tanto debe haber armonía, respeto y además nos divertimos mucho fuera y dentro del escenario; eso hace que el público se divierta también. Se puede hacer televisión o cine de otra forma, pero en teatro siempre pido por favor –cuando se arma el elenco– a Javier Faroni, el productor, a Muscari, saber quiénes son las otras actrices. Me importa tanto que sean buenas profesionales como personas. Hay que convivir y compartir el escenario que es sagrado. Entonces tienen que ser buenas personas, gente querida y así, entonces, se construye. – Sin esos cimientos la historia que edifican no se sostiene. – No, no, por lo menos en mi caso. Yo no trabajo con gente difícil… Acá somos ocho y nadie es estrella, nadie se cree mejor, somos ocho trabajadoras del arte. Afortunadamente podemos ir a devolverle al público todo lo que nos ha dado a través de nuestras carreras. En mi caso, hace 46 años que soy actriz. En el 68 concreté mi primera gira e hice mucha, mucha televisión y el público me acompañó casi siempre, viéndome, apoyándome. Esas cosas no se olvidan… Yo quedé viuda muy chiquita, a los 30 y con dos niños, y pude educarlos, darles colegio, universidades, gracias al apoyo de la gente que hizo que pudiera trabajar siempre en tele hasta que mis hijos fueron grandes. No podía, no quería alejarme de ellos hasta que no terminaron la secundaria, para cuidarlos y protegerlos. Recién después, empecé con teatro… Para mí, ir a las provincias, a la casa de cada una de esas personas que me sostuvieron, que hicieron el rating que me dio continuidad de trabajo, es muy importante porque es devolverle, en su propio lugar, todo lo que me dieron.


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