Dos errores

Los principales actores sociales, desde la política como de diversas organizaciones sociales, pero con mayor evidencia y exposición desde el periodismo, están cometiendo dos errores, complementaria y simultáneamente, que afectan todo el tejido social y deterioran la organización política del país.

Esta situación se refiere a hechos que empiezan por la transgresión y transcurren rápidamente hacia hechos de violencia, primero física y después verbal. Estas situaciones ocultan, bajo la apariencia de expresar opiniones y sentimientos, la necesidad de hacerlo mediante el escándalo y hasta el delito, porque es la única forma que encuentran para publicitarse y hacerse ver.

Utilizan cuando cuadra argumentos que en realidad son disparates, siempre con la finalidad de llamar la atención.

Resulta que muchas personas reproducen una y otra vez estas acciones, en comentarios de toda índole, pero su mayor difusión la consiguen en los medios periodísticos, aun en los que repudian semejantes prácticas aberrantes.

Los profesionales de la información debieran advertir el absurdo de publicitar lo que critican, y debieran limitarse, cuando es imprescindible, a informar escuetamente lo sucedido y seguir el curso de las acciones judiciales que se produzcan y en todo caso averiguar si eso no ocurre.

Debiéramos aprender de las organizaciones deportivas, que niegan la televisación de algún transgresor/a que ingresa a un estadio sin ropas o con otra actitud exhibicionista.

A los que sienten la necesidad de repudiarlos les sugiero el recuerdo del gran Alberto Vacarezza: “Más, dejémoslos vivir / y sigamos adelante / en nuestra marcha triunfante / hacia la máxima altura… / Con soportar su amargura / tienen castigo bastante”.

Este es el primer error, y es grave. El segundo tiene raíces históricas y sociales que no se toman en cuenta. Se atribuyen los hechos a quienes los fogonean, según este criterio. No es así. Estas facciones -por fortuna bastante minoritarias, si no ayudamos a agrandarlas- han existido desde el fondo de nuestra historia y seguramente seguirán existiendo. Los que las promocionan en realidad ni siquiera las representan. Lo que hacen es capitalizarlas, buscando en ellas una conducción y algunos votos que por las propias jamás lograrían. Quien no lo crea, advierta cuántas veces esos “dirigentes” han cambiado de dirección para seguir en el candelero.

Julián Alvarez

DNI 7.574.027

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