Competencia de monedas, una dolarización “espontánea”

En el gobierno asumen que la preferencia por el dólar es un hecho. Estiman que un esquema de competencia de monedas, simplemente eliminaría la obligación de usar pesos. La influencia directa de Friedrich Von Hayek, y la curiosa línea de conexión con las criptomonedas.

“La idea de privar al gobierno de su antigua prerrogativa de monopolizar el dinero resulta todavía demasiado insólita y sorprendente para muchas personas que no se decidirían a patrocinarla en un futuro próximo. Sin embargo, la gente podría empezar a descubrir sus ventajas si, al principio cuando menos, las monedas de los diversos gobiernos pudieran competir libremente entre sí por el favor del público”.


La cita pertenece a una obra que a lo largo de los años fue convirtiéndose en referencia obligada para los ultra liberales, y que hoy se erige en libro de culto para la tribuna libertaria, que montada sobre el triunfo político de Milei en Argentina, gana cada vez más adeptos en todo el mundo.


El título es de por sí descriptivo: “La desnacionalización del dinero”, publicado en el año 1976 por el economista austríaco Friedrich August Von Hayek .
Al recorrer las páginas de la obra, la voz del presidente Javier Milei parece resonar de fondo. El mandatario ha repetido una y otra vez los conceptos de Hayek de manera casi textual.


La libre “competencia de monedas” es el eje rector del texto que vio la luz hace casi cinco décadas, y que hoy parece encontrar en Argentina su primera palestra de prueba empírica.


Dado el escenario, vale intentar comprender los alcances de un esquema semejante. Descifrar las diferencias con otros esquemas como la dolarización, e intentar imaginar cuáles podrían ser las consecuencias directas de la implementación de un régimen de libre competencia de monedas en Argentina.


El sujeto detrás de la moneda



Lo primero que Hayek pone en tela de juicio es el concepto de “moneda de curso legal” y el hecho de que necesariamente sea el Estado el que otorgue valor a determinado bien al que se le confieren las funciones del dinero.


“En sentido jurídico estricto, moneda de curso legal significa un tipo de moneda que un acreedor no puede rechazar como pago de una deuda, haya sido ésta contraída o no en dinero emitido por los poderes públicos” define el economista austríaco.

Hayek postula que quien da valor al dinero no es el emisor de la moneda, sino quien lo demanda como tal. El sujeto detrás de la moneda, el que lo crea como tal, y por lo tanto le da valor, no es el Estado, sino los agentes económicos.


Agrega luego que “el término ‘curso legal’ se ha rodeado en la imaginación popular de una penumbra de vagas ideas acerca de la necesidad de que el Estado suministre el dinero. Es la supervivencia de la idea medieval según la cual el Estado confiere de alguna forma al dinero un valor que de otra manera no tendría”.


Más adelante Hayek postula que “la superstición de que el gobierno (normalmente llamado ‘Estado’ para que suene mejor) tiene que definir lo que es dinero, como si lo hubiera creado y éste no pudiera existir al margen de los poderes públicos, se originó en la ingenua creencia de que el dinero debió ser ‘inventado’ por alguien y que un inventor original nos lo proporcionó”.


Lo que subyace tras el marco conceptual de Hayek, es la idea de que dinero es aquella mercancía socialmente aceptada que opera al mismo tiempo como unidad de cuenta, medio de cambio y depósito de valor.


Entiende Hayek por lo tanto que quien da valor al dinero no es el emisor de la moneda, sino quien lo demanda como tal.
El sujeto detrás de la moneda, el que lo crea como tal, y por lo tanto le da valor (según Hayek), no es el Estado, sino los agentes económicos.


Hayek y las criptomonedas



En modo aséptico y despojado de cualquier incidencia propia de la coyuntura vernácula, la idea original de “competencia de monedas” de Hayek es muy interesante, en tanto pone el énfasis en la posibilidad cierta de que el Estado sea despojado del monopolio de la emisión de monedas.


El esquema funciona permitiendo que entidades privadas tengan la posibilidad de emitir unidades de cuenta convertibles, y las pongan a disposición de sus clientes en igualdad de condiciones con la moneda fiduciaria.
“El tipo de confianza sobre el que descansaría el dinero privado no sería distinta de aquel sobre el que descansa toda la banca privada” aventura Hayek.

Padre de la criatura. Hayek escribió sobre competencia de monedas hace casi cinco décadas.


“Mientras el banco mantuviera constante el valor de su moneda, no habría razón para temer una importante reducción de la demanda (aunque los competidores con éxito podrían hacer incursiones considerables en su circulación). Lo más problemático sería un crecimiento rápido de la demanda más allá de los límites que desea manejar una institución privada, pero podemos estar bastante seguros de que, en caso de éxito, habría nueva competencia que aliviaría al banco de su angustia”, agrega el texto.


Lo sorprendente de la propuesta metodológica de Hayek, es que fue estructurada cuando el desarrollo tecnológico actual solo estaba presente en los filmes de ciencia ficción. Cinco décadas después, su predicción ya es una realidad de la mano de la blockchain.

Las monedas privadas ya existen. Quizá no en la forma exacta en que Hayek las soñó. Las criptomonedas son dinero, en tanto son unidad de cuenta, medio de cambio y depósito de valor, y en la medida en que son elegidas por millones de personas


Las monedas privadas ya existen. Quizá no en la forma exacta en que Hayek las soñó. Es indispensable tener en cuenta las particularidades de cada código cripto, los cuales tienen detrás diversos fundamentals y estructuras financieras.


Pero conceptualmente, las criptomonedas son dinero, en tanto ostentan la capacidad de ser unidad de cuenta, medio de cambio y depósito de valor, y en la medida en que son elegidas por millones de personas que las prefieren frente al dinero fiduciario.


El caso argento



La intención de poner a la Argentina como el banco de pruebas global de una competencia libre de monedas, solo encuentra sustento en el marco de una inflación desbocada y la necesidad imperiosa de encontrar un ancla definitivo y estructural para el nivel de precios.


Si la historia argentina no estuviese signada por la pérdida recurrente de valor de su signo monetario, difícilmente alguien se atrevería a plantear la posibilidad de elegir una moneda diferente. Un ejemplo muy cercano es Brasil. Nadie en su sano juicio imagina la posibilidad de abandonar el Real, en tanto los brasileños lo aceptan y lo demandan.
La debilidad del peso es el dato fundacional sobre el que se basa la posibilidad cierta de una competencia de monedas.

Dato

254,2%
La inflación acumulada en los últimos doce meses. El dato correspondiente a enero registró una suba del 20,6% respecto a diciembre.


No obstante, a diferencia del planteo original del Hayek en el que la competencia del dinero fiduciario proviene del sector privado, el experimento argento se estructuraría mediante la competencia entre el dinero fiduciario emitido por un Estado soberano local, y el emitido por un Estado soberano extranjero.
En pocas palabras, el Peso Argentino debería competir por las preferencias de los agentes económicos argentinos frente al Dólar Estadounidense, el Euro, el Yen japonés o el Yuan chino.


La novedad es que dejaría de existir la obligación de nominar todos los contratos, relaciones comerciales, unidades de cuenta, o deudas con el fisco, en moneda de “curso legal” (Pesos). Los agentes podrían elegir libremente en qué moneda desean establecer su economía, estructurar sus transacciones, y nominar sus ahorros.


No es necesario ser especialista en economía o finanzas para anticipar que esa misma debilidad inicial del Peso, lo coloca desde en vamos en una manifiesta desventaja frente a las divisas extranjeras al momento de “salir a la cancha” a competir por las preferencias de los argentinos.


La letra chica en una economía “bimonetaria”



La distancia que suele haber entre el campo de lo teórico y el terreno de lo práctico y pragmático, suele ser abismal.
No hay forma de analizar la puesta en marcha de un esquema de competencia de monedas en Argentina, sin conocer previamente la letra chica. Sin tener respuestas a preguntas bien cotidianas y sencillas.


¿La competencia de monedas implica también libre disponibilidad? Si alguien prefiere nominar todos sus depósitos en dólares o euros ¿puede pasar por caja y retirarlos en papel en la cantidad que desee? Si un comercio decide establecer el dólar como la unidad de cuenta de sus precios ¿estará obligado a aceptar pagos en pesos o el cliente deberá abonar en dólares? En caso de abonar en dólares ¿a qué tipo de cambio? ¿Libre competencia de monedas implica además la eliminación del cepo cambiario y por lo tanto libre juego de oferta y demanda de monedas? ¿Hay dólares suficientes para eso? ¿Habrá una nueva devaluación?


Una pregunta más ¿acaso no es una verdad de perogrullo que los argentinos prefieren el dólar?
Cualquiera que compra, vende, invierte, viaja o proyecta a mediano plazo, sabe que en Argentina todos los cálculos se hacen desde siempre en dólares.

La competencia de monedas viene simplemente a blanquear la situación, eliminando el yugo legal de utilizar el Peso como unidad de cuenta.


Esta obligada preferencia de los agentes económicos argentos por el dólar, originada en la pérdida de valor adquisitivo del Peso, en combinación con la obligación legal de estructurar los contratos y las relaciones de intercambio en pesos, es lo que desde hace un tiempo se ha dado en llamar “economía bimonetaria”.


En definitiva, la competencia de monedas vendría simplemente a blanquear la situación, eliminando el yugo legal del Peso como unidad de cuenta.


Dolarización y competencia de monedas



Uno de los dos pilares sobre los que Javier Milei estructuró su llegada al poder, fue la dolarización de la economía. Sin demasiadas exigencias acerca de la factibilidad de la decisión, la sociedad abrazó la idea de blanquear definitivamente la preferencia por la moneda norteamericana dejando atrás el Peso.


La ‘casta’, como construcción del colectivo imaginario responsable de todos los males del país, el cuál debería afrontar el costo del ajuste, fue el otro pilar.
En sus primeros 100 días de gobierno, Milei no logró ser consecuente con ninguno de los dos.

Ni dolarización, ni ajuste a la ‘casta’. En sus primeros 100 días de gobierno, Milei no logró ser consecuente con ninguno de los dos


La dolarización lisa y llana no fue parte del programa económico de partida de la gestión Milei, y lejos de recaer sobre ‘la casta’, el peso del ajuste cayó sobre quienes tienen ingresos fijos en pesos, es decir, ciudadanos de a pie.


¿Puede ser la competencia de monedas la antesala a la dolarización real de la economía?
Para responder vale la distinción entre el esquema postulado por Hayek, y la dolarización total que propuso Milei en campaña.


Una dolarización estricta similar a la implementada en Ecuador, supone adoptar la moneda estadounidense como propia en suelo argentino. Ello implica que el peso deja automáticamente de ser la unidad de cuenta en la economía, y de facto, todos los precios pasarían a nominarse en dólares. Además, significa que al tipo de cambio de conversión establecido al momento de la dolarización, cualquiera que tenga pesos puede exigir el cambio por dólares billete.


El economista liberal Emilio Ocampo, es uno de más acérrimos impulsores de la idea de dolarizar en Argentina, y era mencionado como parte del equipo de Milei antes de asumir. Finalmente no ocupó ese lugar.


Esta semana, ante los rumores que daban cuenta del ingreso a un esquema de competencia de monedas, Ocampo escribió en su cuenta de twitter: “Ya existe la competencia de monedas y la mayoría de los argentinos eligieron el dólar a pesar de que el Estado pretende imponerles el curso forzoso del peso depreciado”.


Probablemente la intención de implementar la competencia de monedas como esquema monetario, persiga en el fondo una dolarización “espontánea”.
Sin la intención de hacer futurología, es posible trazar escenarios potenciales dentro del marco conceptual que maneja el presidente Milei.


Si todos fueran el lunes al banco a buscar dólares billete, tal y como supone una dolarización lisa y llana, la corrida sería inevitable. Si en cambio ambas monedas pueden convivir por un tiempo, en un esquema no muy distinto al actual pero con la premisa de que ya no es obligación usar pesos, entonces probablemente llegue el momento en que ya nadie elija el Peso.


Si ello en verdad se verifica, la mira láser de la motosierra comenzará a posarse sobre el Banco Central. Si la entidad monetaria ya no emite una moneda “elegida”, que sentido tendría entonces sostener ese “gasto”.


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