Dólar blue, riesgo país y recesión: los primeros síntomas de un Milei disociado de los problemas reales

La agenda del presidente en una semana frenética, estuvo alejada de la gestión de una coyuntura súmamente delicada. El despertar de las cotizaciones refleja el atraso que el mandatario niega y los mercados ya advierten las inconsistencias. Caputo volvió a vestirse de intervencionista y tensiona con el Fondo Monetario.

Se despertó fuerte el dólar, comenzó a subir el riesgo país, bonos y acciones argentinos sufren en los mercados, y los datos oficiales reflejan una recesión galopante. Todo eso en apenas cuatro días, y mientras la agenda presidencial estuvo colocada en un lugar ajeno, divorciado de la coyuntura de los problemas reales del país.

La velocidad de los procesos políticos y económicos que acontecen en Argentina suele nublar la vista a la hora de observar el panorama completo: la gestión Milei está en pañales. Apenas cinco meses han transcurrido desde que el libertario llegó al poder, y habiendo finalizado el «romance» pos electoral, la economía comienza a arrojar los primeros síntomas serios de agotamiento.

Desde el inicio de la gestión, una de las grandes críticas de los principales economistas del país, incluso de aquellos que adhieren en general a los postulados eficientistas y de libre mercado de Javier Milei, es el cortoplacismo del programa económico. Los especialistas señalan desde hace tiempo que la rebaja del gasto público a expensas de las provincias, las universidades y las empresas energéticas, era insostenible en el tiempo.

El otro punto que muchos economistas apuntan hace tiempo es el atraso cambiario. No hace falta demasiada pericia financiera para advertir la inconsistencia si el tipo de cambio oficial se corrige al 2% mensual frente a un promedio de precios minoristas que ya avanzó un 106% entre diciembre y abril.

El combo se completa con tasas de interés intencionalmente a la baja, lo que más temprano que tarde iba a significar un incentivo a quitarse los pesos de encima. Y en el mercado, en especial en el de corto plazo más transaccional, eso significa mayor presión sobre los tipos de cambio financieros. Y esa presión en el segmento financiero, en breve se traslada al canal informal.

El mandatario se ofuscó por la insistencia y llamó «econochantas» la semana pasada a quienes osaron advertirle que su plan tenía las patas demasiado cortas. Esta semana el encargado de mostrarle la luz amarilla fue el propio mercado. El dólar blue subió $255 pesos en apenas diez días (+24,4%) y la brecha cambiaria ya se ubica en 37%.


Inconsistencias evidentes


La agenda del presidente Javier Milei en una semana que parece haber comenzado hace un mes, estuvo signada por un conflicto diplomático auto infringido y por un show masivo de auto celebración personal que poco tienen que ver con el tenor que revisten los problemas reales de la gestión política y económica del país a la vista de las mayorías. Incluso a la vista de los inversores. También de las calificadoras.

Dos de esas inconsistencias son emergentes de esta misma semana. Uno es el conflicto social en la provincia de Misiones, donde el conjunto de los empleados públicos reclaman salarios superiores a la canasta de indigencia. El segundo es el dato oficial de Indec que da cuenta de un derrumbe del 8,4% en la actividad económica durante marzo, con la construcción cayendo 29%, la industria un 19% y el comercio un 16%.

A ello hay que sumar que en menos de un mes Argentina debe afrontar vencimientos por u$s 4.900 millones por el Swap de monedas que Sergio Massa activó hace un año con China. El gobierno busca encontrar los puentes diplomáticos que Milei se encargó de dinamitar una y otra vez con el gigante asiático, a fin de renegociar los pagos. El pronóstico es complejo: hay que pagar.

Las monerías del presidente pueden resultar simpáticas para sus enfervorizados fanáticos, pero a los ojos del mercado configuran en cambio el perfil de alguien que no logra tomar dimensión del calibre de los problemas que tiene entre manos.

Pero en caso de obtener los fondos de algún recóndito lugar y pagar los vencimientos con China en tiempo y forma, asoma en el horizonte un nuevo conflicto con acreedores internacionales. Uno de los principales socios del Club de París es España, con el cuál Milei acaba de iniciar un innecesario conflicto bilateral. Si Argentina le paga en tiempo y forma a China, el Club de Paris puede denunciar «trato desigual» y solicitar que Argentina atienda con prioridad la deuda que mantiene con los acreedores europeos.

Todo ello es lo que empiezan a observar con preocupación en los mercados al momento de calificar la deuda argentina. Las monerías del presidente vociferando «Panic Show» o insultando gratuitamente a un mandatario de otro país, pueden resultar muy simpáticas para sus enfervorizados fanáticos, pero a los ojos de quien evalúa desde el exterior la gestión de un Estado deudor, configuran en cambio el perfil de alguien que no logra tomar dimensión del calibre de los problemas que tiene entre manos.

Es el motivo por el cuál la frenética semana política y económica del presidente, arroja como saldo que el riesgo país retome la senda al alza. Tras tocar el mínimo de 1.148 puntos básicos el 22 de abril, el riesgo país comenzó a subir y a dar cuenta de las inconsistencias. En la jornada de hoy cerró en 1.431 puntos básicos.

El 8,8% de inflación en abril es muy similar al punto de partida previo a la asunción. Salvo porque cinco meses después el salario real está detonado, la demanda es famélica, la recesión es aguda, y el efecto real de la devaluación de diciembre ya desapareció por completo

El número que representa el sobre precio que debe pagar Argentina por su deuda, es un síntoma de la coyuntura: el tablero completo de la macro no es tan favorable como relata el presidente. Más bien todo lo contrario. Ni siquiera en materia inflacionaria.

El último dato de inflación antes de que Milei asuma el poder (noviembre de 2023) arrojó 8,3%. Luego vino la desregulación de precios y la devaluación del 120%, y diciembre arrojó 25%. En definitiva el 8,8% de abril es muy similar al punto de partida previo a la asunción. Salvo por el detalle de que cinco meses después el salario real está detonado, la demanda es famélica, la recesión es aguda, y el efecto real de la devaluación de diciembre ya desapareció por completo.


Intervencionismo y «strike one» con el Fondo


Ya sea frente a las hordas enfervorizadas que se agolpan para gritar «Viva la Libertad Carajo» o delante de un auditorio repleto de empresarios, a Milei le agrada dar cátedra de su apego al libre mercado, de su desprecio por el Estado y de su auto proclamado anarco capitalismo.

Muy diferente es al momento en que las necesidades de la gestión arrecian. En ese momento Milei y el ministro de economía Luis Caputo, abandonan el purismo ideológico y se calzan el overol del intervencionismo.

Pragmatismo. El ministro ordenó intervenir en el mercado cambiario financiero y desoyó al Fondo.

Así sucedió cuando ante la necesidad de contener el brote inflacionario decidieron intervenir en el mercado de la medicina prepaga para controlar precios. O cuando se negaron de forma infantil a homologar la pauta salarial acordada entre privados por el sindicato de camioneros y las cámaras empresariales. El despertar del dólar blue no fue la excepción.

Durante la jornada de hoy y ante la estampida en las pizarras, el ministro Luis Caputo ordenó e intervenir en el mercado cambiario financiero para frenar la suba en las cotizaciones, una modalidad a la que supo acudir en su anterior paso por el Ministerio de Finanzas en la gestión Macri, y que además se asemeja a la utilizada por su inmediato antecesor Sergio Massa.

La operatoria se implementó mediante Nación Bursátil y otras financieras «amigas», y tuvo como objetivo detener el avance de las cotizaciones en el Contado con Liquidación (CCL). Una modalidad que a todas luces contradice el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional de «no intervenir» en el mercado cambiario. Se trata del primer «strike» para con el organismo, donde existe cierto agotamiento para con Argentina.

El mismo quedó reflejado en la rotunda negativa que recibieron los emisarios argentinos este mes, cuando llegaron a Washington en busca de un nuevo desembolso por u$s 15.000 millones. En cambio el FMI solo dio el visto bueno para el desembolso ya programado en el acuerdo vigente por u$s 800 millones.


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