El Año Nuevo llega con las tradiciones de siempre
Las doce uvas para pedir deseos, la sirena que marca el comienzo del nuevo ciclo, los que no brindan por tirar petardos. Costumbres de acá y de allá para despedir el año.
CIPOLLETTI (AC).- «Cinco, cuatro, tres, dos, uno… ¡Feliz Año Nuevo!», grita el locutor y en forma automática se empiezan a levantar las copas. En muchos hogares esperar el momento del brindis junto a una radio es una tradición. No importa cuántos tengan relojes esa noche y si las agujas coinciden o no. Si la voz que sale desde el parlante dice que es la hora, es la hora, y hay que brindar. Otros esperan la sirena de los bomberos para saber cuándo empezar a saludar a los seres queridos –y a veces no tanto– que están reunidos junto a la mesa. Son algunas formas, no las únicas, de iniciar el festejo por un nuevo año. En algunas familias se conservan también otras costumbres, como la de comer 12 pasas de uva. Según la tradición que trajeron los pioneros, las pasas se deben comer al compás de las campanadas. Pero como en la mayoría de los hogares de la región sólo se escucha la sirena de los bomberos, el ritmo lo lleva cada uno. La condición es que sea en los primeros minutos del año.
Y aquí hay variantes. Algunos comen las 12 pasas pidiendo un deseo general para el año y otros piden uno por cada pasa que comen, que representan los meses del año. Quienes siguen esta costumbre, suelen preparar en la mesa un platito con las 12 uvas para cada comensal (ni una más ni una menos). Para tentar a los más chicos, algunas familias le dan un toque más sabroso: ponen las bañadas con chocolate.
Hay otras cábalas. En algunas familias, colocan algo dentro de las copas. Están quienes ponen un anillo de oro porque dicen que es l forma de garantizar que no falte dinero en el año. Y también quienes en vez de anillo colocan, por ejemplo, una peladilla de almendra, para pedir tres deseos. En cualquiera de los casos deben hacer malabares mientras toman su bebida para no tragarse «el objeto de la suerte». La peladilla, se come el finalizar el trago.
Y si de tradición se trata, no se puede dejar de mencionar la pirotecnia. Años atrás la cantidad de cohetes que se tiraban para Año Nuevo era muy superior a la de Nochebuena. Ahora es casi igual, pero sigue siendo un clásico.
Algunos ni siquiera brindan para ser los primeros en romper el silencio e iluminar la noche apenas el reloj marca las 12. Están con el «arsenal» preparado en la calle o la vereda desde mucho antes para no perder tiempo. Otros, prefieren esperar a que los ansiosos «quemen» su carga, y cuando ya parece que la tranquilidad vuelve a apoderarse de la noche –alrededor de la 1-–empiezan a deleitarse.
Pero volvamos a la mesa. Mientras se comparte el brindis –ya sea con sus variantes de anillos, peladillas, pasas de uva u otras opciones– comienza el refuerzo de calorías. Es también una tradición poner en la mesa garrapiñadas, turrones, maní con chocolate, budines, algún pan dulce y muchas otras delicias según las posibilidades y los gustos de cada uno. No importa cuánto tiempo haya pasado de la cena y ni siquiera si aún falta servir el postre. Si llegan las doce, estas golosinas tienen que estar.
Tradiciones se ven también en los platos que se preparan en la región. Quizás motivados por aquel conocidísimo cuento de Luis Landriscina sobre las calorías que se ingieren para las fiestas -y aquella abuela (la única sobria de la familia del cuento) que después de haber comido en exceso recuerda a los demás: «Che, ¡nos olvidamos el clericó!», parece que con los años en muchas familias ha ido cambiando un poco la cena para despedir el año.
Es común ahora escuchar: «Nosotros preparamos comidas frías para la noche para que sea más liviano». Claro que no especifican cuánto comen de estas comidas «livianas». Y aquí se ven desde huevos y tomates rellenos, hasta piononos, ensalada rusa, lechón frío y matambre, entre otras especialidades que van variando según los bolsillos.
El primero, la tradición compartida en la mayoría de los hogares es el asado. Chivo, cordero, vaca, pollo o lo que sea, pero a la parrilla. Y como postre, ensalada de frutas o el clericó, con o sin helado. Después, como si ayudara a hacer la digestión, ¿quién no se pone a «picotear» las garrapiñadas o los turrones que sobraron de la noche?
De las valijas a la ropa interior
No son tan comunes en la región pero en algunos países de América Latina se practican varias cábalas en la noche de fin de año para tener buenos augurios en el que comienza. Están desde las 12 pasas de uva, que aquí se conocen más, hasta sacar las valijas a la puerta para tener muchos viajes. Veamos algunas.
-Recibir el Año Nuevo con dinero dentro de los zapatos. Aseguran que trae prosperidad económica.
-Usar la ropa interior al revés. Dicen que ayuda a tener mucha ropa nueva.
-Poner un anillo de oro en la copa con la que se hará el brindis. Es para asegurar que no falte el dinero.
-Quemar al muñeco «viejo»: para desprenderse de lo malo del año que se va. Es necesario hacer un muñeco con ropa vieja. Si se quiere, se le puede poner en el bolsillo una lista con lo malo que se quiere eliminar. Se debe poner en un lugar sin riesgos de incendio. A medianoche se le prende fuego.
-Encender velas de colores: las azules traen la paz; las amarillas, abundancia; las rojas, pasión; las verdes, salud; las blancas, claridad, y las naranjas, inteligencia.
-Sacar las valijas a la puerta para tener muchos viajes el año que comienza. Dicen que mejor aún es dar la vuelta a la manzana arrastrando las valijas.
-Sentarse y volverse a parar con cada una de las 12 campanadas: trae matrimonio.
-Comer una cucharada de lentejas (cocidas) dentro de los primeros minutos del nuevo año para tener prosperidad.
CIPOLLETTI (AC).- "Cinco, cuatro, tres, dos, uno... ¡Feliz Año Nuevo!", grita el locutor y en forma automática se empiezan a levantar las copas. En muchos hogares esperar el momento del brindis junto a una radio es una tradición. No importa cuántos tengan relojes esa noche y si las agujas coinciden o no. Si la voz que sale desde el parlante dice que es la hora, es la hora, y hay que brindar. Otros esperan la sirena de los bomberos para saber cuándo empezar a saludar a los seres queridos –y a veces no tanto– que están reunidos junto a la mesa. Son algunas formas, no las únicas, de iniciar el festejo por un nuevo año. En algunas familias se conservan también otras costumbres, como la de comer 12 pasas de uva. Según la tradición que trajeron los pioneros, las pasas se deben comer al compás de las campanadas. Pero como en la mayoría de los hogares de la región sólo se escucha la sirena de los bomberos, el ritmo lo lleva cada uno. La condición es que sea en los primeros minutos del año.
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