El cine y los libros quedaron atrapados por el ajuste económico

En 2013 un 40% de la población había visto al menos una película al año. En 2017 el porcentaje se redujó a 35. El 57% de la gente que había leído un libro, cayó al 44% 4 años después.

La venta de libros experimentó una leve suba, pero tampoco alcanzó para sostener los costos de las librerías. (Juan José Thomes)

Cuando la crisis golpea y las billeteras adelgazan, el derecho al ocio y el acceso al entretenimiento pueden convertirse en un lujo difícil de costear para una gran parte de la población. Aún con el paraguas de Vaca Muerta, la recesión ya comenzó a sentirse en los principales rubros de la provincia y los cines, teatros y librerías de la provincia tratan de hacerle frente con las herramientas que disponen.

Las ventas en los supermercados comenzaron el 2019 con una caída en términos reales del 11,3% según relevó el Observatorio Económico de la cámara Acipan. En los rubros de indumentaria (-20,1%) y electrónica (-21,1%) la baja fue mucho más pronunciada, aunque la merma también llegó a las góndolas de los alimentos y bebidas, cuya venta cayó un 8,3%.

El economista Pablo Guido lo graficó de esta manera: “la gente lo último que deja es de comer”. Es decir, para cuando la recesión llega a los supermercados, la crisis ya erosionó el resto de los rubros cuyo consumo no se prioriza como necesidad básica.

La última Encuesta de Consumos Culturales realizada por el ministerio de Cultura de la Nación en 2017 confirmó números negativos para todas las áreas.

En el 2013, un 40% de la población relevada concurría al cine al menos una vez al año y en el 2017 esa cantidad se redujo a 35%. Y mientras que en 2013 el 19% de la población encuestada había asistido al teatro, en 2017 sólo lo había hecho el 11%.

Inflación

48,88%
fue el aumento interanual del rubro entretenimiento, según relevó la dirección provincial de Estadística y Censos.

Con el consumo de libros el escenario también fue de caída. Un 57% de la población había leído al menos un ejemplar en el 2013 y en 2017 ese porcentaje bajó al 44%. Un 10% argumentó motivos económicos para dejar el hábito, mismo argumento que dieron quienes dejaron el cine.

“No debería haber una oposición entre una cosa o la otra. En Neuquén los gremios supieron pelear por el derecho a la recreación y al ocio. Cuando se habla de canasta básica se refiere a eso. Es cierto que si tenés tres hijos, priorizás la compra de zapatillas. Pero también hay familias que se organizan para ver cómo llevar a sus hijos al cine o a una obra de teatro”, consideró Cristina Mansilla, de Teatristas Nequinos Asociados (Teneas).

Según los datos oficiales suministrados por el INCAA, la cantidad de espectadores volvió a bajar en el 2018 en el país, con 44,6 millones versus los 50,3 millones que se habían contado en el 2015. Neuquén logró mantener el promedio de alrededor de un millón de espectadores anuales y se ubica como la sexta provincia con mayor volumen en el país, alentada por dos grandes complejos ubicados en los shopping.

Logran mover cerca de 20.000 personas a la semana con promociones con tarjetas de crédito, descuentos por suscripción y los 2×1 que regalas en las mismas taquillas. Las entradas oscilan entre los 355 pesos y los 425 pesos, según el tipo de proyección.

La venta de libros, en cambio, nota desde hace varios años una caída difícil de suavizar. “En épocas de crisis la gente deja de adquirir ciertos bienes como los de recreación. La gente trata de pagar sus servicios”, apuntó Néstor Rivas, dueño de Libracos.

Si bien este mes se vivió un pequeño repunte a raíz de la compra de libros escolares y de literatura complementaria, sumado a “la revolución en las librerías” que causó ‘Sinceramente’ de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, no alcanzó para mejorar los índices generales y que marcaron un 2018 “muy malo”.

“Con un leve repunte parece que estuviéramos mucho mejor, pero los gastos fijos subieron mucho y las ventas no acompañaron”, planteó. Rivas dijo que el aumento interanual de los libros fue menor, comparado con el de alimentos, porque “las editoriales y las distribuidoras hacen un esfuerzo y no acompañan el costo porque si no la gente deja de comprar”. “Siempre es menor que las subas de otros productos”, aclaró.

Un libro promedio puede costar unos 600 pesos, aunque se pueden conseguir otros por valores más económicos a 300 pesos, especialmente los de literatura juvenil. Algunas autobiografías famosas pueden llegar a trepar incluso a los 1.000 pesos.

Cine en números

355
pesos es la entrada más barata para una función 2D en Neuquén. Los miércoles se pueden conseguir a 177 pesos.
22.361
espectadores hubo en las salas de la capital esta semana. Ayudó la taquillera Avengers.

La situación en las salas de teatro de la capital no escapa del panorama. Es más, acaso se agrava dada la particularidad del sector, que funciona en su mayoría a través de organizaciones independientes y autogestivas.

“Hay una merma de público y las salas están pasando una situación muy delicada”, señaló Cristina Mancilla, integrante de Teatristas Neuquinos Asociados (Teneas). En la provincia hay un total de 35 salas, de las cuales 19 están en la capital.

“La gente que puede pagar lo hace porque sabe que es para sostener la cultura y a los artistas de la región. Se suelen tarjetear las entradas, incluso. Y quienes no pueden aportar la contribución que se pide, en muchos casos entran igual”, explicó Mancilla aunque aclaró que “cada vez están más cercadas las salas en cuanto a blanquear sus ingresos” pues “se ve como a un comercio y no como producciones alternativas o autogestionadas que no buscan el lucro”.

La representante de Teneas dijo que las salas independientes “se ven obligados a realizar múltiples maniobras para sostenerse y no cerrar” y que sostienen alquileres muy costosos.

“Si hubiese un plan de fomento o de apoyo para que los grupos pudieran circular en la provincia o la misma ciudad podría aliviar la situación de permanencia en cartel de las obras. En épocas como estas es el Estado quien debe cubrir estas dificultades”, añadió.

Mañana habrá una reunión de artistas y productores en La Conrado para analizar “cómo hacer resistencia a la crisis”.


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