El drama migratorio en Estados Unidos
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Aldo Gamboa
WASHINGTON (AFP).- Entre las 11 millones de personas que aguardan con impaciencia la aprobación de una amplia reforma migratoria en Estados Unidos, las mujeres representan un rostro semioculto, muchas veces con la responsabilidad de mantener solas a sus familias. Leisha Tenorio es una ciudadana estadounidense que vive en Charlotte, Carolina del Norte, con dos hijos de un anterior matrimonio, aunque su estabilidad es diariamente amenazada por la situación de su nueva pareja, un ciudadano hondureño que deberá ser deportado en breve. “Esto es un drama para muchas mujeres. Cuando se llevan a nuestras parejas, quedamos solas, precisamos trabajar más y ser padres y madres en casa. Es injusto que siendo una ciudadana de este país tenga sufrir esta situación porque mi esposo es un indocumentado”, dijo Tenorio a la AFP. En caso de que el proyecto de reforma migratoria no sea aprobada “mi esposo tendrá que dejar el país. ¿Y qué haremos nosotros? Mi hijo menor, que lo tiene como figura paterna, casi no habla español y además es epiléptico, ¿cómo podemos ir a vivir a Honduras?”, se preguntó. De acuerdo con Tenorio, “hay todos los días mujeres muertas de miedo de que sus parejas o ellas mismas sean paradas por la policía en busca de papeles. Yo no dejo que mi marido maneje el auto ni hasta la esquina”. Carla Ruiz, una mexicana que llegó a Estados Unidos en 1996 con visa de turista y un hijo menor de edad, tuvo que conseguir lo más diversos empleos y hasta ahora se encuentra en situación ilegal en Nashville, Tennessee. “Tuve que criar y educar sola a mi hijo”, cuenta Ruiz a la AFP. Sin embargo, después de una década de sacrificios logró montar una pequeña empresa de catering, aunque sus entregas a domicilio seguidamente son interrumpidas por un patrullero policial en busca de papeles. Para Ruiz, una de las marcas de la experiencia “es el miedo. Miedo de que te pare la policía y te pida papeles, miedo de ir a un banco o hacer un trámite”. El hijo de Ruiz, Carlos, logró ser aceptado el año pasado en una iniciativa gubernamental llamada “Acción Diferida” y consiguió un permiso de trabajo. En tanto, Fely (quien prefiere identificarse apenas con ese nombre) es una filipina de 81 años que aún trabaja y envía dinero a tres de sus hijos que viven en Filipinas y no tienen autorización para ingresar a Estados Unidos. “Hace 17 años que no veo a esos tres de mis hijos. Otros dos viven conmigo aquí, en Estados Unidos”, dijo Fely a la AFP a través de una intérprete, ya que se expresa en tagalog. Una iniciativa de la Alianza Nacional de Trabajadores Domésticos en Estados Unidos, We Belong Toghether se concentra en el impacto que la actual situación migratoria tiene en millones de mujeres en todo el país.
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