El estilo de los «caciques»

Desde el duhaldismo definen cómo opera cada uno de los "grandes" gobernadores. No saben cuáles son las verdaderas intenciones de De la Sota; confían en Reutemann y respetan el poder que maneja Solá.

Una carpa donde no abunda la sinceridad.

Un sitio donde siempre acecha la posibilidad de que lo acordado estalle repentinamente. Casi como siguiendo aquella regla bismarquiana de que «los pactos están hechos para violarlos».

Este es uno de los perfiles más elocuentes que al menos hoy y a juzgar de hombres que rodean al presidente Duhalde, tiene el sistema de relaciones con que algunos gobernadores se relacionan con el mandatario.

-Es un terreno cenagoso… donde lo imprevisto está en cada tramo que se avanza -dijo a este diario el lunes en Santa Rosa un colaborador del ministro del Interior Jorge Matzkin.

Los hombres del presidente estiman que el gobernador de Córdoba, Manuel de la Sota, representa «la mayor incógnita a la hora de reflexionar sobre sus intenciones». «Aunque no hablemos de traiciones, De la Sota siempre da la sensación de hacer política con un «cuchillo verijero» a su alcance, señaló una de las fuentes. Se sabe que el cordobés «irrita a Duhalde con lo que suele hacer y con lo que insinúa aunque no lo haga. Un ejemplo claro de lo «mañoso» que es el cordobés, lo dice el hecho de que por momentos usa el plural para referirse a débitos o aciertos del gobierno, habla de «nosotros», y por momentos toma tanta distancia, «el presidente sabrá lo que hace», que no se sabe en qué punto de relación con el poder está», destacó la fuente.

Y acotó:

-Hay también en De la Sota un permanente intento de acreditar a Duhalde una responsabilidad que sé bien es exclusiva de él, por la naturaleza de algunas de las cuestiones de que trata. De la Sota no puede ignorar que llegado el momento de la decisión, Duhalde buscará consenso en mucha de la jerarquía del peronismo, en la que está el propio De la Sota.

Ejemplificó la conclusión con la eventual determinación de adelantar las elecciones.

-¡De la Sota no puede decir tan suelto de cuerpo como lo dice, que «ésa es una cuestión del presidente»… ¡Por supuesto que lo es, pero no lo es menos que, dada la precariedad de poder en que se desenvuelve el gobierno nacional, Duhalde abrirá el juego a los gobernadores. No decimos que esté bien, decimos que ésta es la realidad!… ¡Seguro que llegado ese día, si Duhalde decide solo, De la Sota sale a cuestionarlo por no consultar! -dijo la fuente.

Para los hombres del presidente, muy distinto es el caso del gobernador de Santa Fe Carlos Reutemann.

Se estima que por primera vez desde que se sumó al PJ, está sintiendo lo fiero que suele ser el frente interno de ese partido cuando se disputan cuotas de poder en el marco de una crisis.

-Duhalde confía en él. A lo sumo le preocupa que sus definiciones generalmente se expresen en referencia a lo que sucede en Santa Fe. Quizá Reutemann tendría que ser más enfático, moverse menos en el terreno que de lo que sería «ideal», para pasar al terreno de «lo que debe ser».

-Muy distinto es el caso del gobernador Felipe Solá. Con él, el relacionamiento con Duhalde es propio de un poder que puede tener mucho en juego según lo que haga el otro…

– ¿Qué significa eso? -preguntó «Río Negro»

-¿Usted se imagina lo que podría suceder si 100.000 desocupados del conurbano entraran repentinamente a la Capital Federal y enfilaran para Plaza de Mayo? -concluyó la fuente.


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