El gobierno se une, sin disimular fisuras

Redacción

Por Redacción

BUENOS AIRES (ABA).- La necesidad de «cohesionar y abroquelar» al poder político K detrás de la presidenta Cristina Fernández, para que «no vuelen los precios de los productos que consumen los argentinos» a raíz del paro agropecuario que hoy entra en su vigésimo día, amortiguó la interna en el gobierno, que a esta altura es feroz y salpica entre otros al jefe de gabinete, Alberto Fernández, cuestionado indirectamente por el gobernador de Chubut, Mario Das Neves.

Precisamente, ayer Das Neves tuvo una larga reunión con Néstor Kirchner en Puerto Madero. Allí, el ex presidente habría señalado la conveniencia de acotar «los manejos de este chico» (por Alberto Fernández), y la urgencia de «ir con todo» al acto de hoy en Plaza de Mayo, en defensa de la gestión de su esposa, en contra de la rebeldía de las cuatro entidades del campo.

En el Salón Blanco, Cristina hizo una nueva demostración de fuerza, acompañada por todo su gabinete, los gobernadores (aunque fue llamativa la ausencia del peronista cordobés Juan Schiaretti y del socialista santafesino Hermes Binner), los titulares de los bloques justicialistas de Diputados y Senadores, y las máximas conducciones de la CGT y la Unión Industrial.

Fuentes oficiales reiteraron que el gobierno no podía aparecer dando marcha atrás con el aumento a las retenciones a la soja y el girasol dispuestas el 11 de marzo pasado, pero añadieron que las medidas anunciadas por el ministro Martín Lousteau, implican en los hechos que 62.500 medianos y pequeños productores (de un total de 84 mil), volverán al reclamado esquema anterior del 35 por ciento. «Seguir con los piquetes es temerario e irracional y hace imposible construir el consenso que quería llevar adelante Alberto Fernández», señaló un portavoz que también estuvo con el ex mandatario Kirchner, y luego anticipó que las fuerzas estatales despejarán las rutas para que no se agrave el desabastecimiento de artículos esenciales.

Las fisuras en sordina entre «cristinos» y «devidistas» (por Julio De Vido, sostenido férreamente por Kirchner), tuvo algunas exteriorizaciones en las últimas horas. Fue despedido el titular del Comfer, Julio Bárbaro, considerado «albertista», pese a que venía criticando el funcionamiento del gabinete. Además, se conoció el ascenso en la Aduana de quien fuera la mano derecha de Ricardo Echegaray, un K de paladar negro que se vio obligado a dejar su puesto (lo hizo la presidenta Cristina para «equilibrar» ) por pelearse con el titular de la AFIP, Alberto Abad.

En la autocrítica reclamada por Das Neves (en nombre de Kirchner) se incluyó la mala comunicación entre funcionarios del gobierno y la poca capacidad de los mismos para transmitir socialmente la raíz del problema, en defensa de la producción y de los sectores más desprotegidos. «Se cedió el espacio público a los productores más revoltosos y hoy habrá que recuperarlo en Plaza de Mayo», adelantó un colaborador de De Vido. El ministro sostiene que si el conflicto se va de madre y en poco tiempo más se hace imprescindible buscar un fusible, habrá que hacerlo en el área de Economía a cuyo frente se encuentra el joven Lousteau.

 

ARNALDO PAGANETTI


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