El maremoto ya es la segunda peor tragedia de la historia

Los muertos suman 225.000. Sólo en Indonesia hubo 166.320.

YAKARTA, Indonesia, (Télam/AFP/DPA)- Los muertos por el tsunami que en diciembre devastó a parte de siete países del sudeste asiático llegan a 225 mil, por lo que la catástrofe está cerca de convertirse en la más grave de la historia. La actualización de cifras se basa en los últimos informes de las provincias de Aceh y Sumatra del Norte, en Indonesia, las más afectadas por encontrarse en la ruta directa del devastador tsunami ocurrido el 26 de diciembre.

De esta manera aumentó en más de 50 mil el número de muertos por el tsunami, debido a que muchas de las personas que figuraban como desaparecidas fueron encontradas muertas, informó el Ministerio de Salud de Indonesia.

Los muertos en Indonesia alcanzan los 166.320, lo que lo convierte en el más afectado por la catástrofe ya que en ese país fueron encontrados casi dos tercios del total de las víctimas.

En Sri Lanka, el segundo país más afectado, el terremoto causó la muerte a 30.920 personas, de acuerdo con el último balance, aunque tampoco son cifras definitivas.

Doti Idrasanto, uno de los directores del Ministerio de Salud indonesio, afirmó que si bien se había mencionado que existían 40 mil desaparecidos, esa cifra se redujo a 6.245 «porque muchos de ellos fueron encontrados muertos».

El presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, trazó un panorama desolador sobre cómo quedaron las provincias de Aceh y Sumatra del Norte. «Hay unas 500 mil personas sin hogar y cientos de huérfanos mientras los socorristas recuperan por día al menos 2.000 cadáveres en estado de descomposición», dijo.

Las autoridades estiman que el tsunami del 26 de diciembre se podría convertir en la peor catástrofe natural de la historia ya que las cifras de fallecidos puede superar a la generada por el terremoto que en 1976 devastó a la provincia china de Tangsan, con 242 mil muertos.

La ayuda a Indonesia llega de todo el mundo y más de 6.500 voluntarios se concentraron en Aceh, un territorio que antes del «tsunami» estaba cerrado a la prensa y organizaciones no gubernamentales extranjeras, debido a la lucha que se realizaba contra el separatismo.

Miles de cadáveres en estado de descomposición son recuperados entre el barro y los escombros de lo que solían ser áreas residenciales, parques y mercados, mientras no se descartan posibles brotes de cólera y malaria.

Mientras la fase inicial de respuesta a la emergencia continúa en Aceh y otras partes del norte de Sumatra, las agencias de ayuda humanitaria locales e internacionales construyen oficinas para tratar de reunir a los padres que fueron separados de sus hijos.

Reencuentro, tres semanas después

BANDA ACEH, Indonesia (AP)- La última vez que Amiruddin vio a su hija de 7 años fue hace tres semanas, cuando el tsunami asiático la arrebató de su vivienda. Pero el padre continuó buscándola y el miércoles de la semana pasada recibió la noticia de que la niña estaba viva.

El miércoles, empero, el hombre apenas podía creer lo que escuchaba: Putri, su hija perdida, lo esperaba en una granja cerca de Banda Aceh, la capital de la provincia más afectada por el desastre del 26 de diciembre.

Cuando la niña de grandes ojos pardos y cabello recortado apareció vestida con una remera sucia sobre unos pantalones azules, el vendedor de pescado sonrió y la tomó en sus brazos sin decir palabra. Otros sobrevivientes se congregaron en el lugar, con lágrimas en los ojos. Luego, el hombre tomó a la niña y caminaron hacia las motocicletas que los esperaban. «Deseo llevarle la niña a mi esposa, que se siente tan enferma», dijo Amiruddin a la familia de comerciantes de arroz que habían albergado a Putri en su granja.

El padre dijo que nunca había perdido la esperanza de hallar a Putri pese a haber quedado separados el día en que el maremoto sacudió la ciudad de Lhokseumawe, a unos 150 kilómetros de Banda Aceh.

Sin saber dónde estaban sus padres, Putri llegó a la granja de un comerciante de arroz el mismo día del tsunami, con unos 200 sobrevivientes. No fue posible hablar con ella para determinar cómo sobrevivió a las olas.


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