El mundo de Obama

Hace unos días en la reducida versión internacional del “NYTimes” se publicó un artículo escrito a dúo por Gastón Chiller y Ernesto Semán que apuntaba notas de lo que debería saber Obama sobre Argentina, debido a su efímero viaje a Buenos Aires. Naturalmente el objetivo de la nota no era ese. Se trataba más bien de preocupaciones y críticas kirchneristas sobre la actual administración del presidente Macri. Ahora bien, si un título puede sintetizar una idea, la idea era buena, creo. Pero todavía me parece más interesante, o al menos no tan narrada en su caso contrapuesto, ¿qué deberíamos saber de la administración Obama los argentinos? El viaje de despedida que realizó la semana pasada el presidente Obama tuvo dos escalas. Una de ellas, simbólicamente muy importante, fue en La Habana. De hecho la vista a Cuba terminará siendo posiblemente el viaje más importante del presidente de Estados Unidos en sus últimos doce meses de gobierno. El comienzo de todo es que desde 1929 un presidente norteamericano no visitaba la isla que se encuentra a 60 millas de Miami, pero el viaje estuvo lleno de polémica y repercusión pública y mediática, tanto para los medios estadounidenses como para el resto del mundo. La histórica visita generó comentarios de todo tipo, de hecho, desde su anuncio temprano este año; tanto es así que se metió en los debates de campaña de demócratas y republicanos. En ese sentido, salvo Donald Trump, los candidatos republicanos condenaron la visita del presidente a Cuba basados en que la naturaleza del régimen cubano no ha sufrido modificaciones desde su perspectiva. Trump no solo adelantó que está dispuesto a invertir en Cuba, se manifestó a favor de terminar con el bloqueo a la isla. El viaje a la Argentina obtuvo mayor relevancia de la prevista para el gobierno norteamericano no por las mejores razones: los atentados a Bruselas del martes pasado en primer lugar pusieron en máxima atención la seguridad y de hecho la Casa Blanca preparó un comunicado cuando decidió que la visita a Buenos Aires no se suspendía. Sin embargo por unas horas estuvo en suspenso. La decisión de avanzar en la agenda presidencial sí tuvo críticas al unísono de todo el arco republicano, el silencio demócrata y una escasa cobertura mediática en donde lo fundamental fue emitir los mensajes del presidente Barack Obama sobre Estado Islámico (EI) y su firme condena a los atentados en la capital belga. En ese contexto el viaje del presidente norteamericano se produjo en un momento político interno que dista de ser el mejor. La relevancia de Obama en la agenda de su país es decreciente y, cuando no lo es, en general no es por grandes aciertos. Obama enfrenta una economía casi en recesión, creciendo apenas arriba del 1%. Son cada vez más las críticas al tratado del Pacífico que integran doce países y no parece ser un gran negocio para la alicaída economía norteamericana. Hasta referentes del partido demócrata tienen observaciones y el candidato Bernie Sanders, desde hace unas semanas, incorporó a su discurso que va a recuperar los puestos de trabajo que este tratado le está haciendo perder a la economía estadounidense. Las últimas encuestas sobre la gestión del presidente Obama, que durante siete años fueron muy buenas, crecen en su desaprobación y para los votantes: la economía se convirtió en el tema número uno. Para Estados Unidos la política internacional, como para la mayoría de los países desarrollados y Rusia, es de extrema importancia. Por ejemplo, en los tres debates que hubo en el 2012 entre Mitt Romney y Barack Obama, uno de ellos fue dedicado solamente a debatir sobre los planes de ambos candidatos sobre la política internacional. La política exterior, sobre todo después de los ataques a las Torres Gemelas en el 2001, fue relanzada como una política guerrera con invasiones que no hace falta recordar acá. Pero sí es un dato a tener en cuenta, para su mejor comprensión, que Estados Unidos se siente, con muy buenas razones, amenazado ya no por Rusia directamente sino por el radicalismo islámico. Así como esta administración tuvo momentos muy altos como cuando encontró y asesinó a Bin Laden, ahora encuentra un momento de crisis por su impotencia y desconcierto frente a la gomosidad y dinamismo de EI. Además, el presidente Obama fue tapa de un tabloide un día antes de su viaje a Cuba. Fue fotografiado jugando al golf, que de por sí ya genera críticas, pero el símbolo era más poderoso. Se fue a jugar al golf después de que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu suspendiera una reunión bilateral prevista. La relación con Israel posiblemente atraviesa uno de sus peores momentos en los últimos años. El acuerdo de Estados Unidos con Irán, nada comparado al que firmara el gobierno argentino desde luego, ha puesto en tensión una relación estrechísima entre dos estados históricamente aliados. Por último, los problemas de la administración Obama son reales. No es el final que había imaginado, ni los candidatos demócratas tampoco. El insólito rechazo de la mayoría republicana a examinar siquiera los antecedentes del candidato a la Corte Suprema Merrick Garland habla con potencia y claridad de esto. No es un demérito a la administración de Mauricio Macri. Muy por el contrario, es un gran logro que en sus primeros cien días haya conseguido la confirmación del presidente Obama, aunque sea su último año. No es menos cierto que de todos los años del carismático presidente en la Casa Blanca este último es el más pálido y el menos interesante de su histórica presidencia.

Mirando al sur

Franco Rinaldi @FrancoVRinaldi


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