“El país después de la soja”

Ante la cruda realidad que vivimos en la Argentina rural y en particular en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén me parece pertinente reflexionar remedando la producción televisiva “El mundo después de los humanos” e imaginando cuál será el perfil del país después de la soja. ¿Por qué razón sería de esperar que si repetimos los errores del pasado como la aplicación de una política económica basada en el monetarismo con un dólar anclado que ya anterior-mente devastó los sectores productivos (antes financiada con endeudamiento y hoy con la sobreexplotación de nuestros campos) el resultado no será otro que la destrucción de nuestras economías regionales, con graves consecuencias en lo social y lo político? Si bien el actual modelo es posible a base de retenciones y altos precios internacionales, resulta evidente que esto no es sustentable en el tiempo, dado que conducirá inexorablemente al agotamiento de los campos –que constituyen nuestra principal ventaja comparativa– por más rotación que se haga. Escuchamos que mientras en lo macro los números cierran, paradójicamente también cierran más tambos y tranqueras de pequeños productores, a la vez que hay menos cabezas de ganado y menos siembra de otros cultivos. Así el mapa productivo argentino se transforma, con una clara tendencia a una mayor concentración económica y el avance de un monocultivo. En el “granero del mundo” llegaremos quizás pronto a importar trigo, carne vacuna y, por qué no, manzanas y peras. Por ello estimo que en este escenario hoy cobra mayor vigencia eso de que crecimiento no es lo mismo que desarrollo, y mucho menos que desarrollo armónico. Aquí, en el Alto Valle, el impacto de la política económica tiene su versión en la desaparición progresiva de los pequeños productores, ya que lógicamente las consecuencias del modelo se demuestran primero en el eslabón más débil de la cadena, lo cual implica que también afecte a las empresas y en mayor medida a la pequeña y de perfil local y nacional. De este modo se destruye progresivamente lo que fue un verdadero ejemplo del ideal de reparto de la riqueza y de la propiedad de los bienes de producción. Sería entonces deseable que nuestros políticos dejaran de lado un poco el clientelismo y la coyuntura, reflexionaran sobre la realidad y su proyección futura y entonces decidieran implementar una transferencia de recursos de la soja para apuntalar y desarrollar las economías regionales y promover la industrialización de las producciones locales, favoreciendo un desarrollo armónico del país y garantizando así un futuro para las generaciones venideras ¿Estaremos a tiempo? Pablo Segovia DNI 5.083.808 Villa Regina

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