Erika, la asesina adolescente

El caso de Erika, la joven que asesinó a su madre y su hermano en Novi Ligure (norte), es el último de una larga serie de crímenes juveniles que han obligado a la sociedad italiana a asumir el fracaso en la educación de los adolescentes.

Erika Nardo, de 16 años, y su novio Mauro F., de 17, acuchillaron a Sussy Casini, de 45, y a su hijo, Gianluca, de 12, en la casa familiar el pasado miércoles, según la Policía.

A pesar de que en un primer momento la joven se presentó como la única superviviente de un sangriento robo llevado a cabo por dos inmigrantes, las contradicciones de su testimonio revelaron a los investigadores que estaba seriamente implicada en los asesinatos.

La Policía, que está intentando aclarar los homicidios, de los que los dos jóvenes han terminado por acusarse mutuamente, está convencida de que ambos intervinieron en la matanza, ya que los cuerpos presentan heridas provocadas por dos personas distintas.

La historia de Erika mantiene bajo shock a la opinión pública, que se resiste a creer como «una chica sin problemas y de buena familia», como la definen sus vecinos, pudo cometer un parricidio con tanta frialdad, a pesar de que el suyo es sólo el último de una larga serie de crímenes con jóvenes asesinos como protagonistas.

Hace dos semanas, Paolo Pasimeni, de 19 años, confesó que había asesinado a su padre, un profesor universitario de Padua (norte), después de que éste descubriera que había falsificado varios exámenes.

El estudiante, que denunció la desaparición de su progenitor, terminó confesando que fue él quien le golpeó con un bastón hasta quitarle la vida, tras lo cual le echó en un cubo de basura y le prendió fuego para dificultar la investigación.

Sólo unos días antes, Roberto G., de 17 años, mató a su ex novia, de 16, de una cuchillada en el cuello durante el recreo escolar, ante el asombro de sus compañeros del instituto de la localidad italiana de Sesto San Giovanni, próxima a Milán.

Según la versión recogida por la policía entre los estudiantes, los hechos se produjeron tras una discusión de la pareja, cuyas relaciones se habían deteriorado últimamente. Además de los más recientes, la lista de crímenes incluye homicidios en grupo, como el de tres jóvenes de Chiavenna (norte) de entre 15 y 17 años, Verónica, Ambra y Milena, que en junio pasado mataron a cuchilladas a una monja para realizar un rito satánico.

También causó una profunda huella entre los italianos el suceso protagonizado por dos amigas de Foggia (sur) de 18 años, Anna Maria y Maria Filomena, condenadas a 20 años de prisión por estrangular a Nadia, la tercera del grupo, por haber «incumplido su promesa» de hacer un viaje juntas a Estados Unidos.

Los psicólogos, expertos infantiles y jueces de menores que en los últimos días llenan los numerosos programas de televisión dedicados a reflexionar sobre el fenómeno dan múltiples explicaciones.

La violencia reinante en la sociedad, desde la televisión al cine, con películas como «Hannibal», que en Italia arrasa entre el público juvenil, o la música, con ídolos como Marilyn Mason o Eminem, conocidos por la brutalidad de los textos de sus canciones, es la más extendida, pero no la única.

La falta de una auténtica comunicación intergeneracional, la ausencia de valores espirituales en los padres y por ende en los hijos o simplemente el poco tiempo que los progenitores dedican a sus retoños son otras de las causas más recurrentes estos días para explicar el fracaso educacional que ha poblado el país de «jóvenes asesinos». (EFE)


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