Estados Unidos sigue muy de cerca sus regímenes de sanciones

Después de haberle impuesto una verdadera megamulta al importante banco francés BNP-Paribas (del orden de los nueve billones de dólares) por haber violado el régimen de sanciones económicas a Sudán e Irán, Estados Unidos está ahora investigando a otros bancos por los mismos motivos.

Es el turno de las entidades financieras alemanas. Seguramente también ellas deberán hacerse cargo de haber violado los regímenes y reglamentaciones norteamericanas que establecen esas sanciones. Pronto.

Lo cierto es que Estados Unidos está, como era de esperar, siguiendo muy de cerca todos sus regímenes de sanciones para que realmente sean eficaces, incluyendo el que tiene que ver con las actividades del grupo terrorista libanés chiita Hezbollah, sostenido por Irán, sancionadas en tiempos de George W. Bush.

En este sentido, las autoridades del país del Norte acaban de publicar una lista de empresas que operan simultáneamente desde el Líbano, los Emiratos, Dubai y China, que han estado adquiriendo -para entregar a la mencionada Hezbollah- toda suerte de pertrechos que se utilizan para la guerra moderna, particularmente para equipar y utilizar los drones -esto es, los aviones pequeños de observación, sin piloto, que se manejan a control remoto para fotografiar y/o filmar el terreno donde se desenvuelven las operaciones bélicas-.

Hablamos esencialmente de motores, equipos de comunicación y distintos elementos de navegación que estaban siendo comprados para Hezbollah por las empresas ahora específicamente listadas en distintos proveedores de todo el mundo.

A partir de esto las empresas norteamericanas han quedado inhabilitadas para hacer cualquier tipo de negocios con las personas y sociedades incluidas en el referido listado, específicamente con el grupo denominado “Stars Group Holdings”, domiciliado en Beirut, y sus distintas subsidiarias y empresas afiliadas.

Por otra parte, las cuentas bancarias y los activos de las empresas que han sido ya listadas y las de sus directivos y funcionarios quedaron automáticamente congelados. Ya no podrán, entonces, operar en el sistema financiero norteamericano.

Queda visto que, felizmente, nada es demasiado fácil cuando se trata de eludir las normas en vigor vinculadas con las actividades de las organizaciones terroristas. Los riesgos, en cambio, son cada vez más grandes y evidentes. Las consecuencias de violar las normas en cuestión pueden, entonces, ser sumamente duras. Para eso, precisamente, existen los regímenes de sanciones.

EMILIO J. CÁRDENAS

Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

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