Fuego y sensibilidad en el violonchelo

El carisma que transmite José Araujo y su nivel musical, se ensamblaron en un concierto para disfrutar de las sonoridades del violonchelo y de obras virtuosas que Johann Sebastian Bach, Gaspar Cassaddo y Zoltan Kodaly, escribieron para exaltar al instrumento y la habilidad de su intérprete. En la quinta función del Ciclo Musical de Armonicus de Neuquén se apreció el pasado viernes, el talento de este joven que recibió la formación inicial en su Tandil natal y en Buenos Aires, primero, y posteriormente en dos afamados conservatorios de Francia. Sólo en el escenario del teatro Español y abrazando a su chelo, y además, exponiendo de memoria las obras elegidas, para demostrar su elocuente garra musical y un dominio técnico absoluto. El concierto comenzó con la misma pieza que se tocó en 1994 durante el inicio del primer ciclo musical de Armonicus: la “Suite para Violoncello Nº 6” de Bach. En aquella oportunidad a cargo de chelista mexicano Carlos Prieto. A más de 16 años después de esa primera función de Armonicus, el joven argentino realizó una interpretación profunda de esta obra, que, conviene recordar en el contexto del barroco, la suite era una pieza de varios movimientos, y cada uno está basado en una danza de la época. Le siguió la Suite escrita por el catalán Gaspar Cassaddo a principios del siglo XX, en la que Araujo supo interpretar el vigor y el color del folklore español, con sus inserciones modales, que le añadieron auténtico carácter a su ejecución. Para el final, la célebre Sonata de Zoltan Kodaly, reservada para músicos eximios. Fue excepcional la calidad sonora extraída del instrumento, especialmente el “fuego” que encendió al tocar el “Allegro Molto Vivace”. Ahí justamente, dejó escuchar todas las virtudes que lo ubican entre los más notables chelistas de su generación. La aclamadora ovación que recibió por su labor mereció que reiterara la danza final de Kodaly trasmitiendo el mismo vigor y energía de sus notas.

JUAN CARLOS TARIFA