Hay Frente, pero con necesidad de transparencia

La oposición se reunió ayer en Roca, en un marco donde se le torna necesario que sus actores tengan juegos muy claros.

Manda el resultado.

Esta es la consigna que -expresada de una u otra manera- motoriza al Frente para la Victoria para las elecciones parlamentarias de octubre.

Consigna que quedó reflejada en cada una de las reflexiones y acuerdos que se ajustaron ayer en Roca, durante la reunión de la conducción de la fuerza, convergencia del PJ y Frente Grande rionegrinos.

Cuando se referencia con su oponente -la UCR-, el frentismo habla de las disímiles expectativas con las que unos y otros llegan a las urnas. Veamos.

Para el oficialismo -dicen los frentistas-, la apuesta mínima es aprobar. Aunque sea con un magro y deshilachado cuatro, pero pasar. «Si perdemos, nada perdemos. Igual tenemos un diputado», es la verdad que comulga el radicalismo en este tema. Claro, resta el 2007. Ahí se juega poder muy concreto: la gobernación.

Y el Frente sabe que desde la historia habla el dictado de una experiencia: el músculo radical es más firme cuando lucha por poder real, que cuando lo hace por bancas cuya gravitación suele esfumarse no bien se obtienen.

El Frente -por su parte- acaricia las urnas de octubre con una expectativa más exigente que la del radicalismo. Tiene que ganar sí o sí. Y no tanto por cumplir con el mandato kirchneriano de sumarl un diputado al proyecto que encarna el presidente.

La presión tiene motivaciones mucho más profundas: perder implicaría el estallido de una nueva frustración para el peronismo, pivot esencial del Frente.

Otra vez el orillar una admisión que flagela al justicialismo desde lejos: «El radicalismo está chamuscado, pero no le ganamos».

Perder también implicaría poda de poder para no pocos dirigentes en cuantías difíciles hoy de estimar. Aunque esto fuera una valor agregado para otros hombres del peronismo.

Pero de seguro que una derrota lesionará planes y proyectos de poder acunados en este justicialismo. ¿Cómo emergería de una derrota el poder del senador Miguel Pichetto, aspirante a gobernador?

Fue uno de los fogoneros más imprescindibles para la construcción del Frente. Lo hizo desde un convencimiento: con el radicalismo, solos no se puede.

Pero hubo una decisión que antes de ser socializada con otros planos del justicialismo, Pichetto asumió como propia: hacer del líder del Frente Grande, Julio Arriaga, el candidato a primer diputado nacional. Aspiró a que esa postulación fuera excluyente para el conjunto del partido. No lo logró: habrá interna para elegir el candidato.

Pero en aquel intento, a Pichetto le respondieron incluso desde la tentación de acusarlo de traición: ¿Por qué un extrapartidario como candi

dato de un frente donde en votos manda el peronismo?

Como contrapartida -y así se reconocía en la reunión de ayer del Frente-, Pichetto logró que Arriaga sea el mejor posicionado para quedarse con la banca que le disputaron los peronistas Carlos Larreguy, hoy diputado nacional, y el sindicalista Osvaldo Solís.

¿Pero qué pasará con el poder de Pichetto y las aspiraciones que desde ahí agita, si por volteretas propias de la política, Arriaga no supera la interna y, llovido sobre mojado, el Frente pierde con los radicales?

– Eso no sucederá- dice el pichettismo con mirada torva. Pero no ignora que la escasez de transparencia con la que se mueven algunos planos del partido, anima especulaciones.

Un caso: el intendente de Roca Carlos Soria jugó a pleno en favor de armar el Frente. Y con la misma lealtad se alineó junto a Pichetto en respaldo de la candidatura de Arriaga.

A hoy, todo dice que Pichetto y Soria se mirarán con mandíbulas apretadas a partir del año que viene. Será cuando se hable de candidaturas a gobernador. Los dos la quieren. Pero hoy corren el tema. Ahora los une un mismo amor: ganar en octubre.

Sin embargo, desde esferas por momentos muy cercanas a Soria se generan acciones que procuran limar las posibilidades de Arriaga en la interna que definirá el candidato. Juego turbio.

Pero del cual se infiere un objetivo: posicionar mejor a Larreguy y alentar que el sindicalista Solís se baje y se le sume. Y así, cohesionarse para frenar a Arriaga. Que no es otra cosa que limarle poder a Pichetto. Siempre mirando al 2007.

Transparencia fue uno de los términos más usados en la reunión de ayer del Frente. Se usó en distintas direcciones.

Un término que la política suele relajar a nada.

Nota asociada: ANALISIS: De discursos y discursos

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