Historia de un cantor popular

Detalla su vida e incluye fotos y letras de canciones

El libro “El Chaqueño Palavecino”, del periodista Luis Digiano, contiene una semblanza del cantor popular, ilustrada por fotografías y las letras de las canciones que lo hicieron conocido en toda la Argentina, además de su extensa discografía que incluye todos los ritmos del país. El prólogo, escrito por Horacio Guarany, es una carta dirigida al Chaqueño, donde recuerda: “Alguna vez andando en Salta en un festival te escuché y me emocionó no sólo tu voz profunda, cristalina, nuestra, sino el ver como la gente se emocionaba al escucharte, me asomé a verte y ahí comenzó una hermosa amistad”. “Soy bien chaqueño, yo soy de Chaco salteño. Soy salteño y argentino, en ese orden y defiendo mi lugar de nacimiento, el lugar donde me crié, la provincia de donde soy y mi tierra argentina (…) Soy un enamorado de Salta, la linda”, dice el propio Palavecino nacido el 18 de diciembre de 1959 en el paraje el Rancho El Ñato, en el municipio de Santa Victoria Este, Salta. El biógrafo refiere a la música del folclorista “conformada por coplas, chacareras, zambas y bagualas. Sin embargo tampoco le tiembla la garganta si tiene que entonar un chamamé, una milonga o un vals, por eso es que se lo encolumna dentro de los cantores populares del pueblo y hacia el pueblo”, analiza Digiano. “Crecí con el canto de mi madre, gran artesana del telar, diestra en el manejo de los animales –recuerda Palavecino–, Después de la escuela salía a la calle a ganarme el sustento vendía empanadas, acerqué agua, lustré zapatos y fui cadete de un mercado”, apunta. Por 14 años, el Chaqueño fue camionero en la Veloz del Norte: “Durante ese tiempo me fui descubriendo cantor, pero la senda no era fácil, requería un esfuerzo de titán para cumplir con ambos”. “Hoy el canto y la guitarra me tienen enredao, es un gusto y un placer llevar el mensaje de argentinidad donde voy, un pedazo de mi tierra, la riqueza de sus poetas y sus músicos”, sintetiza. En 1987, en Tucumán, el Chaqueño grabó su primer casete, “Pa’ mis abuelos esta zamba”, junto a su compañero y amigo de Metán Oscar el “Chato” Bazán, fallecido en 2012 después de haber permanecido al lado del cantor por 25 años. A inicios de la década de 1990 recién llegó a Cosquín junto a la delegación de Salta y recibió sus primeros aplausos por su manera de cantar las coplas. Poco después Titán Amorena, dueño de la discográfica nacional DBN edita el CD “El alma de Felipito”. Y comienzan los éxitos: “Salteño viejo”, “Veinte éxitos del zorzal chaco salteño” y sobre todo “Apenas cantor”. Le seguirá un álbum emblemático “Chaqueñadas”, en 1999. Y en 2001 “La ley y la trampa”, “Que me olvides tú”, “La sin corazón” y “El dedo en la llaga”, entre otros temas). “Ya en aquella época se vislumbra la columna vertebral de sus músicos –precisa Digiano en el libro publicado por Corregidor– “el querido e inolvidable Bazán en guitarra y dirección musical del grupo, el bombo de Pascual Toledo, la guitarra rítmica de Pocho Lazarte y el bandoneón de Juan Manuel Alzogaray”. (Télam)


El libro “El Chaqueño Palavecino”, del periodista Luis Digiano, contiene una semblanza del cantor popular, ilustrada por fotografías y las letras de las canciones que lo hicieron conocido en toda la Argentina, además de su extensa discografía que incluye todos los ritmos del país. El prólogo, escrito por Horacio Guarany, es una carta dirigida al Chaqueño, donde recuerda: “Alguna vez andando en Salta en un festival te escuché y me emocionó no sólo tu voz profunda, cristalina, nuestra, sino el ver como la gente se emocionaba al escucharte, me asomé a verte y ahí comenzó una hermosa amistad”. “Soy bien chaqueño, yo soy de Chaco salteño. Soy salteño y argentino, en ese orden y defiendo mi lugar de nacimiento, el lugar donde me crié, la provincia de donde soy y mi tierra argentina (...) Soy un enamorado de Salta, la linda”, dice el propio Palavecino nacido el 18 de diciembre de 1959 en el paraje el Rancho El Ñato, en el municipio de Santa Victoria Este, Salta. El biógrafo refiere a la música del folclorista “conformada por coplas, chacareras, zambas y bagualas. Sin embargo tampoco le tiembla la garganta si tiene que entonar un chamamé, una milonga o un vals, por eso es que se lo encolumna dentro de los cantores populares del pueblo y hacia el pueblo”, analiza Digiano. “Crecí con el canto de mi madre, gran artesana del telar, diestra en el manejo de los animales –recuerda Palavecino–, Después de la escuela salía a la calle a ganarme el sustento vendía empanadas, acerqué agua, lustré zapatos y fui cadete de un mercado”, apunta. Por 14 años, el Chaqueño fue camionero en la Veloz del Norte: “Durante ese tiempo me fui descubriendo cantor, pero la senda no era fácil, requería un esfuerzo de titán para cumplir con ambos”. “Hoy el canto y la guitarra me tienen enredao, es un gusto y un placer llevar el mensaje de argentinidad donde voy, un pedazo de mi tierra, la riqueza de sus poetas y sus músicos”, sintetiza. En 1987, en Tucumán, el Chaqueño grabó su primer casete, “Pa’ mis abuelos esta zamba”, junto a su compañero y amigo de Metán Oscar el “Chato” Bazán, fallecido en 2012 después de haber permanecido al lado del cantor por 25 años. A inicios de la década de 1990 recién llegó a Cosquín junto a la delegación de Salta y recibió sus primeros aplausos por su manera de cantar las coplas. Poco después Titán Amorena, dueño de la discográfica nacional DBN edita el CD “El alma de Felipito”. Y comienzan los éxitos: “Salteño viejo”, “Veinte éxitos del zorzal chaco salteño” y sobre todo “Apenas cantor”. Le seguirá un álbum emblemático “Chaqueñadas”, en 1999. Y en 2001 “La ley y la trampa”, “Que me olvides tú”, “La sin corazón” y “El dedo en la llaga”, entre otros temas). “Ya en aquella época se vislumbra la columna vertebral de sus músicos –precisa Digiano en el libro publicado por Corregidor– “el querido e inolvidable Bazán en guitarra y dirección musical del grupo, el bombo de Pascual Toledo, la guitarra rítmica de Pocho Lazarte y el bandoneón de Juan Manuel Alzogaray”. (Télam)

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