Hitler en clave de comedia

Un filme alemán ofrece una polémica mirada del Führer

BERLíN (AP)- Y muy pronto en la cartelera cinematográfica alemana: un Adolfo Hitler confundido por las drogas que juega con un pequeño acorazado en la bañera, viste a su perro con el uniforme nazi y toma datos de actuación de un judío preso en un campo de concentración. «Mein Führer: verdaderamente la más verdadera verdad sobre Adolfo Hitler» se estrena el 11 de enero y pisa un terreno hasta hace poco prohibido. No se trata de «The Producers» de Mel Brooks ni de «El gran dictador» de Charlie Chaplin, sino de una producción alemana que osa tratar a Hitler como comedia.

La película le sigue a «Downfall» («La caída»), el filme alemán del 2004 nominado al Oscar que mostró a Hitler desde una perspectiva local, ofreciendo una representación controversialmente íntima y natural de sus últimos días.

El director de «Mein Führer…», Dani Levy, un judío nacido en Suiza que vive en Berlín, dice que por mucho tiempo sintió la necesidad de explicarse cómo fue posible que los alemanes siguieran a Hitler, arrastrando a la nación a la guerra y el Holocausto. «Tuve la sensación de que tenía que hacerlo con otro género, siendo capaz de exagerar a través de la comedia», dijo Levy en una entrevista.

La película comienza en diciembre de 1944, con Berlín en ruinas y Hitler demasiado deprimido como para pronunciar un anticipado discurso que reanime a su pueblo. Su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, encuentra una solución en Adolfo Gruenbaum, un actor judío ficcional que entrenó a Hitler al comienzo de su carrera y ahora está en un campo de concentración. Gruenbaum usa la misión para tratar de matar a Hitler, pero fracasa. Así que somete al líder a humillantes ejercicios actorales, como arrastrarse ladrando como un perro. La farsa llega a su cumbre cuando el barbero de Hitler le afeita accidentalmente la mitad de su icónico bigote y el enfurecido dictador le grita hasta quedarse afónico, por lo que Gruenbaum tiene que prestarle su voz para pronunciar el gran discurso, pero se desvía del texto para hacerlo quedar en ridículo.

Todo esto hubiese sido inconcebible hace una década, cuando los alemanes es

taban sumidos en «una evaluación muy seria del nazismo» y cómo conmemorar a sus víctimas, dijo Paul Nolte, un profesor de historia contemporánea en la Universidad Libre de Berlín. Hoy les resulta «más fácil ir más allá de eso e incursionar en otros géneros», agregó.

Levy, de 49 años, señala que la película ganadora del Oscar del italiano Roberto Benigni «La vida es bella» (1997), sobre un padre que usa medidas desesperadas y divertidísimas para proteger a su hijo de los horrores de un campo de exterminio nazi y lo convence que todo se trata de un juego, es una precursora que logró romper tabúes. «Pienso que es importante crear nuevas películas, también del Holocausto y del nazismo, y no siempre trabajar sobre filmes viejos realistas porque que eso nos hace perezosos y nos cansa, y no aprendemos nada», dijo Levy.

Los críticos aún no han comentado sobre «Mein Führer…», pero el semanario Der Spiegel dijo que la nueva ola de trabajos sobre Hitler demuestra «una necesidad de reducir el mito a un ser humano normal … que lo hace más cotidiano, quizás más fácil de entender, en cualquier caso más pequeño». «El último modo de encoger el mito es ridiculizarlo», agregó.


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