Hoy se proyecta “El último verano de la boyita”

NEUQUÉN (AN).- Julia Solomonoff rescató recuerdos de su infancia para contar una historia impactante, estremecedora y muy humana. El despertar sexual de dos preadolescentes, signado por una experiencia poco común es el tema central de “El último verano de la boyita”. El filme se proyectará hoy a las 20 en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el marco del ciclo “Mujeres detrás de cámara”, organizado por el Consejo Provincial de las Mujeres. Al film lo acompañarán dos cortometrajes “Veo veo” de Ludmila Rosenzweig y “Soliloquio de una espera” de Natalia Bianchi. La entrada es gratuita hasta agotar la capacidad del auditorio. “El último verano de la boyita” narra la historia de dos preadolescentes que están empezando a interesarse por el sexo. Jorgelina tiene once años y Mario, un chico de campo que descubre que su cuerpo no es como el del resto de los varones. Solomonoff logró en éste, su segundo filme, escapar a todo recurrente clisé sobre el tema y a todo amarillismo. La historia nace en Mario, que un chico que genéticamente es una mujer, pero con un clítoris más grande. Pero la película va un poco más allá de ese hecho, trata de comprender y hacer comprender que la identidad sexual es un compendio de factores biológicos, culturales y sociales. La película está rodeada de un clima muy cuidado, donde se resguarda la intimidad de los personajes y de la propia historia. “Vivimos una época en donde uno prende la televisión y hay una suerte de apología de la exhibición. El pudor de la película no tiene que ver con la represión sino con un guardarse y resguardar al otro. También creo que es bueno para el espectador que le quede algo para sí, para su imaginación, para su reflexión, para su propia memoria de su infancia. No creo que haya que poner todo en la vidriera. Es una apuesta a entender que lo visible es una punta del iceberg, a comprender que todo es más complejo y más profundo de lo que está expuesto”, comentó Julia Solomonoff, en una entrevista publicada en la página oficial de la película. La directora de este film estrenada en 2009 en el Festival de San Sebastián, filmó su opera prima “Hermanas” en 2005. Esta película se estrenó en el Festival de Toronto y recorrido numerosos festivales internacionales. En 2007 produjo “Cocalero”, documental de Alejandro Landes, que acompañó a Evo Morales durante la campaña y las elecciones que lo llevaron a la presidencia de Bolivia. Esta producción obtuvo el premio de la Academia de Cine de Argentina como mejor documental. Junto a “El último verano de la boyita”, se proyectarán dos cortos que fueron premiados en la muestra “La mujer y el cine”. “Veo veo” de Ludmila Rosenzweig narra la historia de Lana, una chica de 20 años que lleva una vida monótona y sin demasiados motivos para alegrarse. Su situación se tornará más complicada aun cuando comiencen a aparecer recuerdos de un pasado oscuro. El otro corto es “Soliloquio de una espera”, una historia sencilla pero emocionante que va pasando por diferentes situaciones que enfrenta una joven que sentada en un bar, sólo espera.


NEUQUÉN (AN).- Julia Solomonoff rescató recuerdos de su infancia para contar una historia impactante, estremecedora y muy humana. El despertar sexual de dos preadolescentes, signado por una experiencia poco común es el tema central de “El último verano de la boyita”. El filme se proyectará hoy a las 20 en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el marco del ciclo “Mujeres detrás de cámara”, organizado por el Consejo Provincial de las Mujeres. Al film lo acompañarán dos cortometrajes “Veo veo” de Ludmila Rosenzweig y “Soliloquio de una espera” de Natalia Bianchi. La entrada es gratuita hasta agotar la capacidad del auditorio. “El último verano de la boyita” narra la historia de dos preadolescentes que están empezando a interesarse por el sexo. Jorgelina tiene once años y Mario, un chico de campo que descubre que su cuerpo no es como el del resto de los varones. Solomonoff logró en éste, su segundo filme, escapar a todo recurrente clisé sobre el tema y a todo amarillismo. La historia nace en Mario, que un chico que genéticamente es una mujer, pero con un clítoris más grande. Pero la película va un poco más allá de ese hecho, trata de comprender y hacer comprender que la identidad sexual es un compendio de factores biológicos, culturales y sociales. La película está rodeada de un clima muy cuidado, donde se resguarda la intimidad de los personajes y de la propia historia. “Vivimos una época en donde uno prende la televisión y hay una suerte de apología de la exhibición. El pudor de la película no tiene que ver con la represión sino con un guardarse y resguardar al otro. También creo que es bueno para el espectador que le quede algo para sí, para su imaginación, para su reflexión, para su propia memoria de su infancia. No creo que haya que poner todo en la vidriera. Es una apuesta a entender que lo visible es una punta del iceberg, a comprender que todo es más complejo y más profundo de lo que está expuesto”, comentó Julia Solomonoff, en una entrevista publicada en la página oficial de la película. La directora de este film estrenada en 2009 en el Festival de San Sebastián, filmó su opera prima “Hermanas” en 2005. Esta película se estrenó en el Festival de Toronto y recorrido numerosos festivales internacionales. En 2007 produjo “Cocalero”, documental de Alejandro Landes, que acompañó a Evo Morales durante la campaña y las elecciones que lo llevaron a la presidencia de Bolivia. Esta producción obtuvo el premio de la Academia de Cine de Argentina como mejor documental. Junto a “El último verano de la boyita”, se proyectarán dos cortos que fueron premiados en la muestra “La mujer y el cine”. “Veo veo” de Ludmila Rosenzweig narra la historia de Lana, una chica de 20 años que lleva una vida monótona y sin demasiados motivos para alegrarse. Su situación se tornará más complicada aun cuando comiencen a aparecer recuerdos de un pasado oscuro. El otro corto es “Soliloquio de una espera”, una historia sencilla pero emocionante que va pasando por diferentes situaciones que enfrenta una joven que sentada en un bar, sólo espera.

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