«Hubo años en que no parábamos en casa»

Seguros de que -pase lo que pase- van a seguir cantando, Los Nocheros disfrutan del éxito que los llevó a romper récords. Mañana regresan a Neuquén para cantar en el Ruca Che.

Desde 1986 cuando comenzaron a armar los primeros acordes juntos, luego de su paso por el Coro Polifónico de Salta, Rubén Sergio Ehizaguirre (38, tenor y composición), César (37, barítono, guitarra, charango, composición) y Mario Teruel (39, barítono, arreglos, composición, guitarra), y el neuquino Jorge Rojas (30, primer tenor) han pasado vertiginosamente por la Consagración en Cosquín 94, el Teatro Coliseo en 1997, el Gran Rex al año siguiente, los primeros Luna Park en el 99, el estadio de Vélez Sársfield en 2000, luego ocho Luna y otros más en 2001 ante 48 mil personas, más conciertos en Paraguay, Nueva York, Los Angeles, España, Colombia, Venezuela, México y Chile.

En el vecino país Los Nocheros volvieron a cantar el viernes pasado, en el campo del Estadio Nacional de Santiago. Con sesenta instrumentistas en escena, presentaron su más reciente material «Los Nocheros en vivo en el Teatro Colón». Mañana, a las 21.30, estarán nuevamente en el estadio Ruca Che de Neuquén.

Con Mario, particularmente, «Río Negro» charló en el caluroso atardecer salteño del martes, sobre la magnitud de las cifras que sus trabajos han logrado, cercanas a los tres millones de discos vendidos. «Es mucho», afirma el barítono de Los Nocheros, «mucho para nosotros y para el mercado, teniendo en cuenta que somos un grupo de folclore. Eso, obviamente, nos pone más que contentos, nos hace fuertes por un lado, nos da una tranquilidad bárbara saber que hay gente ganando plata con lo nuestro y que ganamos dinero también, podemos seguir cantando, nos da aire para elaborar proyectos que vamos a encarar, da muchas ganas seguir así… Pero, por otra parte, siempre lo hemos conversado, que vendamos o no, lo mismo vamos a seguir cantando. Aun cuando seamos o no Los Nocheros, cada uno de nosotros va a continuar cantando porque es lo que nos ha movido siempre. Hemos comenzado únicamente por la necesidad de cantar y no por ser un conjunto exitoso, triunfador y vendedor de discos y espectáculos. Comenzamos como todos los chicos en Salta que en cualquier asado, en un picnic, cualquier reunión, se están armando tríos, cuartetos. Acá siempre encontrás un fin de semana con guitarreros nuevos y ya vas hablando, que nos juntemos y así hemos empezado nosotros».

«Nos han venido sucediendo cosas tan lindas e inolvidables que de a poco hemos ido creyendo que podíamos vivir de esto, que era posible ser profesionales, algo que solamente soñábamos en los comienzos, como sueña hoy cualquier músico, cantor… A la par que sucedían todos esos momentos, hemos empezado a ver cómo era el negocio del disco, el de los shows, cómo había que plantear las cosas». 

– Por eso se producen ustedes mismos.

– Sí, desde el 97 que tenemos nuestra oficina y nos manejamos solos. Y hace algo más de un año, nos hemos asociado a Héctor Caballero para sumar nuestra experiencia a la de alguien que sabe tanto y es uno de los pocos profesionales de verdad que queda en el espectáculo argentino. Seguimos aprendiendo, aunando criterios con él. Siempre los cuatro hemos ordenado, digitado e ideado todo lo que se hace y ahora tenemos una quinta cabeza, con la cual planificamos todos los pasos y él los ejecuta en la parte operativa.

– Llegaron a hacer 80 festivales de verano, más de uno por día.

– Eso fue desde el primero de enero hasta mediados de marzo del «98, es nuestro récord. 

– Y superaron los doscientos en un año, más o menos uno cada día y medio… Eso significa muy poco tiempo para sus familias, vos tenés cuatro hijos, Kike tres, Rubén una.

– El «97 y «98 han sido años donde estábamos a punto establecernos totalmente en el interior de nuestro país, habíamos decidido hacer todos los festivales que salían. Era increíble lo que vivíamos porque llovían pedidos y pedidos, donde íbamos la gente se amontonaba para vernos. En ese tiempo nos llenamos de sensaciones extrañas, de cosas maravillosas que la gente nos brindaba y no queríamos negarnos a ellas. Ahí llegamos a trabajar martes, miércoles, jueves, viernes y sábado; inclusive hubo momentos, de los festivales en el norte, que viernes y sábados hacíamos doblete. Eso se ha ido acortando porque comenzamos a tener la posibilidad de armar nuestras giras, de hacer más teatros que festivales. Y nos hemos dosificado un poco más también por la necesidad de estar en la casa, porque fueron dos años donde no hemos parado en ellas. Yo siempre digo que para mí, personalmente, fue la factura más cara que pagué con todo esto tan lindo que me ha sucedido. Fueron años en los que no vi crecer a mis hijos; me encontré de un momento a otro con los chicos grandes…

– ¿La mayor tiene?

– Jimena 17, sigue Alvaro que cumple 16, Mario Augusto de 14 y Lautaro de 11. Para no seguir perdiéndome su crecimiento, desde el «99 han sido años cargados de trabajo pero más medidos, estamos en casa de lunes a jueves, prácticamente; a veces desde el domingo. Eso nos da una tranquilidad bárbara porque estamos las veinticuatro horas del día juntos.

– Y para ocupar los ratos libres tenés «La panadería»…

– Eso más bien lo maneja la Moro (su esposa), ella además es autora de muchos de los temas nuestros, así que hemos hecho canciones, hijos y ahora el pub. Pero para nosotros es un pasatiempo, ahí yo soy el gordo dueño de la pelota. Cantamos todas las noches y más nos gusta porque es un lugar abierto exclusivamente para los chicos de Salta que hacen folclore. Una oportunidad muy difícil de encontrar; nosotros hemos padecido en carne propia la falta de espacios para expresarnos, sobre todo cuando uno tiene ideas nuevas, usa otros instrumentos…

 

Eduardo Rouillet

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