«La actitud de EE. UU. es preocupante para la región»
El analista internacional destacó que Bush rompió con la tendencia de los "80 y "90 de apoyar la democracia en Latinoamérica "privilegiando la estabilidad de corto plazo". El rol del FMI.
La crisis política que atraviesa Venezuela deberá servir de lección a los países latinoamericanos, entre ellos Argentina, para «no caminar siempre en el borde del abismo» y resolver los problemas de polarización internos «antes que estallen los problemas a mediano plazo», aseguró a «Río Negro» el analista político Juan Gabriel Tokatlian.
El catedrático, director de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés, resaltó como un rasgo «negativo y peligroso» para la región el rol jugado por EE.UU en la crisis venezolana, ya que «por primera vez en más de dos décadas» Washington da señales de volver alentar un golpe militar en Sudamérica, privilegiando «la estabilidad de corto plazo y no la democracia». En este sentido, destacó que el papel jugado por el FMI en la crisis demostró la «politización e ideologización» que ha experimentado el organismo en los últimos años.
-¿Cómo analiza la crisis venezolana, es una muestra más de la inestabilidad de América Latina?
-Este intento de golpe se enmarca dentro de una serie de manifestaciones que desde mediados de los «90 que muestran que hay serias fisuras en la democracia latinoamericana y en especial en los países andinos. En Ecuador, con la salida de Bucaram y luego de Mahuad en una suerte de «golpes de estados camuflados», en la medida que se hicieron en el marco de la Constitución pero con papeles protagónicos de las FFAA. Tenemos autogolpes, como el de Fujimori, quien el año 2000 fue más allá y trató de llevar a cabo una elección fraudulenta para acumular más poder político. Tenemos repetidas intentonas golpistas en Paraguay, donde distintas facciones están desde hace tiempo luchando por espacios de poder poniendo en jaque a la democracias en ese país, la intentona golpista original de Chávez en Venezuela, la salida constitucional pero forzada de Carlos Andrés Pérez, el colapso parcial del Estado en Colombia. Esta es una más en este proceso de convulsiones pero de carácter más específico, dado que logró consolidarse por 24 horas un golpe de Estado al viejo estilo de los años «60 y «70, es decir una movilización militar, la destitución de un presidente y forzar una junta de gobierno, en este caso a cargo de un civil.
-¿Por qué fracasa esta intentona?
-En primer lugar porque, a diferencia de la actitud deplorable de EE.UU., la reacción latinoamericana fue de rechazo, de no darle legitimidad externa al golpe y al nuevo gobierno. Lo segundo, y más fundamental, las medidas tomadas por el presidente interino Pedro Carmona, que nada tenían que ver con su anterior imagen de hombre moderado, demócrata, republicano, sensato. Sus primeras decisiones fueron la destitución de la Asamblea legislativa, del poder judicial, entre otras, que parecían más de revancha social que estimuladas por un deseo de apuntar hacia un mejoramiento de la democracia. En ese contexto, los militares que habían respaldado el movimiento se sienten alarmados y desbordados. Presienten, con mucha razón, que dejar continuar esa estrategia llevaba más temprano que tarde a una suerte de guerra civil abierta. Por eso deciden dar marcha atrás. Paralelamente hay un levantamiento de otros grupos militares, sobre todo de coroneles, en bases importantes y se restituye Hugo Chávez al gobierno. Pero creo que el factor decisivo fueron las malas decisiones de Carmona.
-Ahora queda una sociedad sumamente dividida. ¿Esto presagia más inestabilidad?
-Todos los problemas que tenía Venezuela el 10 de abril, un día antes del golpe fallido, siguen intactos. Venezuela estaba sufriendo un proceso de creciente polarización en diferentes ámbitos: social, político y militar. Nada de eso se resolvió con el golpe ni con la reasunción de Chávez. Por el contrario, las heridas que quedaron son muy profundas y si no se dan cierta combinación de factores, la situación empeorará.
-¿Cuáles son esas condiciones?
-Un liderazgo más moderado y sensato de Chávez, una oposición mucho más seria y responsable y un entorno internacional más facilitador del diálogo y menos orientado a aislarlo. Si no se dan esas condiciones, los problemas de Venezuela pueden llegar a ser dramáticos.
-Al referirse al contexto internacional, ¿alude concretamente a EE.UU., que dejó una imagen de tolerar si no incitar el golpe?
-El problema derivado de la actitud de Washington no afecta sólo a Venezuela. Es preocupante la actitud que adoptó el gobierno de Bush entre el 11 y el 13 de abril. Si algo había quedado claro desde los años «80 -cuando EE.UU. toma una actitud contraria a legitimar los golpes de Estado- y más aún en los «90 después del colapso del comunismo -cuando hay una permanente presencia positiva de EE.UU. en favor de la democracia en la región- era el rechazo a las intentonas golpistas, sean en Guatemala, Paraguay, o en Perú. Ahora, por primera vez en más de dos décadas hay señales de aliento por parte de Washington a un golpe, con una acción justificatoria por parte de sus funcionarios y una bienvenida a los golpistas por parte de la Casa Blanca. Son señales alarmantes para la región, porque nuevamente se privilegia la estabilidad de corto plazo y no de la democracia.
-En ese sentido resulta llamativo el ofrecimiento de asistencia del FMI al «nuevo gobierno» de Carmona. Muchos lo contrapusieron con el caso de Argentina que aún está penando por recursos…
-El Fondo ha dejado de ser un organismo financiero para transformarse en el brazo político extendido de los EE.UU., porque no hay en su historia, desde su creación en los acuerdos de Bretton Woods, un antecedente en el que el Fondo se haya pronunciado sobre un golpe de Estado. Esta politización e ideologización del fondo es otra de las señales preocupantes para la región.
-¿Qué lecciones deja a la Argentina el caso Venezuela ?
-La necesidad de que el país no se puede colocar permanentemente al borde del abismo, que necesita afrontar sus problemas internos de forma urgente y competente. Se impone un gran viraje doméstico, porque si no nos miramos en el espejo de Venezuela, la polarización social y política creará en Argentina un escenario peligroso, no en el cor-to, pero si en el mediano plazo.
Leonardo Herreros
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La crisis política que atraviesa Venezuela deberá servir de lección a los países latinoamericanos, entre ellos Argentina, para «no caminar siempre en el borde del abismo» y resolver los problemas de polarización internos «antes que estallen los problemas a mediano plazo», aseguró a «Río Negro» el analista político Juan Gabriel Tokatlian.
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