La OMC acepta el ingreso de China en una decisión histórica

China dio el último paso para ser miembro de la Organización Mundial del Comercio, tras 15 años de negociaciones. El acto supone un cambio en el panorama económico mundial: se suman 1.300 millones de habitantes y un intercambio comercial anual de 480.000 millones de dólares.

Pekín (EFE).- La histórica entrada ayer de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC), tras 15 años de espera, no sólo cambiará el rumbo del desarrollo económico en el gigante asiático, sino que tendrá un impacto sin precedentes en la economía mundial.

China, el país más poblado del mundo, podrá acceder a los mercados mundiales sin aranceles proteccionistas ni restricciones políticas, y en los plazos y condiciones pactados en las negociaciones, una vez que el jefe de la delegación china, el Ministro de Comercio Exterior y Cooperación Económica, Shi Guangsheng, firme hoy el documento.

Pekín acelerará entonces el procedimiento mediante la convocatoria, mañana mismo, de una sesión especial del Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular (ANP, órgano legislativo), para ratificar los términos impuestos al país.

Dicho documento será enviado de inmediato al Secretariado de la OMC para que, siguiendo los reglamentos de la organización, se proceda en 30 días a hacer oficial la entrada de China en la OMC.

Pekín pretende así llegar a tiempo para participar en una posible nueva ronda liberalizadora de la organización, que daría comienzo a finales de año si los ministros presentes en Doha aprueban la agenda propuesta.

China solicitó su acceso al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) en 1986, como estrategia para avanzar en el desarrollo del «socialismo con características chinas» puesto en marcha por el fallecido dirigente Deng Xiaoping en 1978.

Tras el aislamiento político y económico de China que supuso la brutal represión por parte del Ejército del movimiento pro democrático de Tiananmen el 4 de junio de 1989, Pekín trató en 1994 de acelerar sin éxito su acceso al GATT con la intención de participar en la primera reunión de la OMC, que sustituyó al antiguo acuerdo el primero de enero de 1995.

En noviembre de ese año, Pekín anunció el mayor conjunto de medidas de carácter aperturistas de su historia, rebajó las tarifas aduaneras en un 30 por ciento y permitió la entrada de empresas extranjeras al país mediante compañías de capital mixto y riesgo compartidos.

Pero no fue hasta el 15 de noviembre de 1999 cuando China y Estados Unidos alcanzaron en Pekín un acuerdo bilateral considerado clave para el acceso definitivo del país a la OMC.

El 30 de ese mismo mes, China asistió como observadora a la polémica cumbre de la OMC en Seattle, que fracasó por no haber sido capaces sus 135 miembros de dar comienzo a una nueva ronda liberalizadora del comercio mundial.

El acuerdo bilateral con la Unión Europea (UE), otro gran paso en el camino hacia Doha, se suscribió en Pekín el 19 de mayo del año pasado.

«El ingreso de China en la OMC es ya inevitable e inminente», opinó ese día el Ministro chino de Comercio Exterior y Cooperación Económica, Shi Guangsheng, que prometió que «China será un buen alumno» y cumplirá con los requisitos de la organización.

El ingreso de China, además de potenciar el desarrollo económico del país, contribuirá a la democratización y a la mejora de la situación de los derechos humanos, según la Comisión Europea.

«Se trata de un primer paso, un paso importante para el establecimiento en China del imperio de la ley, ya que dentro de la OMC ese país deberá cumplir normas con carácter vinculante», indicó Anthoy Gooch, portavoz del comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy, tras la firma del acuerdo bilateral entre China y la UE.

Protestas en Ginebra

Unas 5.000 personas, según estimaciones policiales, se manifestaron pacíficamente ayer en Ginebra contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la globalización, en un acto convocado por unas cuarenta asociaciones.

Entre música, consignas contra la globalización y bajas temperaturas, los manifestantes recorrieron las principales calles de la ciudad y se dirigieron a la sede de la OMC, donde la Policía había instalado una fuerte barrera de unos cien metros ante la entrada para impedirles el acceso.

Un dispositivo de 400 agentes de seguridad controló el desarrollo de la manifestación, que transcurrió con calma, excepto por algunos incidentes protagonizados por un pequeño grupo de extremistas que lanzaron cócteles molotov contra las fuerzas del orden, sin causar daños.

Análisis: Un cambio mundial

El camino de incontables obstáculos que China tardó quince años en recorrer para ingresar en la Organización Mundial de Comercio (OMC) llegó ayer a su fin cuando los 142 ministros reunidos en Doha invitaron formalmente al gigante asiático para que se una a la organización que regula el intercambio económico internacional.

El largamente esperado ingreso de China en la OMC es aplaudido como un hito histórico para una nación que siempre defendió su independencia con ferocidad, desacostumbrada a seguir leyes y regulaciones dictadas desde el exterior. «Es un evento de proporciones históricas para el sistema del comercio internacional», dijo el secretario general de la ONU, Kofi Annan, en un mensaje dirigido a los ministros de Comercio reunidos en la capital de Qatar.

También es una jugada que transformará a la OMC definitivamente en una organización global. «La «M» de la OMC se volverá realidad», apuntó el ministro de Economía francés, Laurent Fabius. El ministro de Comercio chino, Shi Guangsheng, afirmó que su país realizó «esfuerzos sobresalientes para unirse a la OMC». La membresía al organismo mundial tendrá un amplio impacto sobre China y la economía global en el siglo XXI.

Pero el ingreso de China tiene lugar entre los temores de otros países asiáticos y del resto del mundo sobre la creciente y feroz competencia de la economía china en el mercado internacional.

A pesar de los cuidados por no herir las sensibilidades políticas de China, todos en la OMC coinciden en que el mundo será distinto una vez que el gigante asiático forme parte de la organización. El ingreso de China «creará, por supuesto, una seria competencia» para las otras naciones asiáticas, admitió en Doha el jefe de la OMC, Mike Moore. Las cosas se harán más difíciles para países como México, India y naciones del sudeste asiático, que se verán obligadas a intensificar su cooperación regional.

Pero insistió, al igual que Moore, en las ventajas de tener a China bajo el paraguas de la OMC. «Hay que recordar que ésta es la primera vez que China se une a una organización donde otra persona le puede decir qué es lo que debe hacer».


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