«La perra»: maternidad, furia y una selva indómita
“La perra”, de Pilar Quintana es una novela inolvidable que se mueve entre la ternura, la ferocidad de la naturaleza y la crueldad de los vínculos humanos.
“La perra”, de la colombiana Pilar Quintana, no es un libro nuevo. Fue publicado originalmente en 2017, pero Alfaguara acaba de reeditar esta novela breve que condensa la ferocidad de la naturaleza y la crueldad de las relaciones humanas. Es un libro precioso, si es que lo precioso puede ser duro y perturbador a la vez; un libro que se lee en una tarde, y que deja adherido al cuerpo todas las fuerzas que se debaten en ese paisaje selvático, exuberante en la belleza y el horror.
La protagonista es Damaris, una mujer corpulenta, de piel oscura y manos grandes, de hombre dice ella, que vive en la selva del Pacífico colombiano con su marido Rogelio y tres perros educados a golpes para sobrevivir en un entorno hostil.
Su pueblo, “una calle larga de arena apretada con casas a lado y lado”, se somete al ritmo de las mareas feroces, de las tormentas que arruinan todo, de invasiones periódicas de hormigas coloradas y jejenes. El mar que alimenta, también castiga; es un personaje más: se traga vidas y, a veces, las escupe años después.

Damaris y Rogelio no pudieron tener hijos. La frustración, sumada a la presión social, y a una infancia cargada de dolor y culpa, convierte a Damaris en una mujer marcada por la falta. Cuando pasa los 40 y, como le había dicho su tío, se acerca a la edad en las que las mujeres “se secan”, aparece una cachorra huérfana que Damaris adopta casi como si fuera una hija, y a la que le pone de nombre Chirli, como le hubiera gustado llamar a una bebé.
La relación entre ambas comienza con ternura y desborda cariño: la perra contra el pecho, el olor a leche, la necesidad de abrazarla fuerte y llorar, de protegerla de la brutalidad de su marido.
Lo que hace Quintana no es sólo que transcurra el tiempo sino volverlo amenzante. La relación entre Damaris y Chirli es el núcleo de la novela: lo que comienza como un gesto maternal se convierte en una confrontación feroz. La perra se escapa, vuelve, queda preñada, y con cada regreso la tensión aumenta. Damaris encaja mal la independencia del animal, su instinto salvaje, su resistencia a ser domesticada. Esa lucha es también la lucha de Damaris contra su propio destino, contra la tragedia que la persigue desde niña.
El título, «La perra», juega con el doble sentido feroz de la palabra: el animal y la carga peyorativa que recae sobre la protagonista. Es también metáfora de la condición femenina en un entorno que la juzga por no haber tenido hijos, y de la naturaleza indómita que se resiste a ser domesticada.
En apenas 138 páginas, Quintana condensa la ternura y la fiereza, la intimidad y la brutalidad, los límites a los que cualquiera puede llegar cuando las ilusiones se hacen trizas. «La perra» es un libro inolvidable.
“La perra”, de la colombiana Pilar Quintana, no es un libro nuevo. Fue publicado originalmente en 2017, pero Alfaguara acaba de reeditar esta novela breve que condensa la ferocidad de la naturaleza y la crueldad de las relaciones humanas. Es un libro precioso, si es que lo precioso puede ser duro y perturbador a la vez; un libro que se lee en una tarde, y que deja adherido al cuerpo todas las fuerzas que se debaten en ese paisaje selvático, exuberante en la belleza y el horror.
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