Los turistas chilenos invaden Bariloche en febrero

Recorren el centro de Bariloche con bolsas de chocolates y cámaras fotográficas colgadas del cuello. Consultan precios, se detienen a disfrutar de algún espectáculo callejero y muchos se toman “selfies” en los rincones del Centro Cívico. Abundan las patentes blancas en las calles de la ciudad. Sucede que febrero es el mes de vacaciones de los chilenos.

Felipe Burgos, de Osorno, recorre la calle Mitre junto a su pareja. Llegaron el viernes pasado sin reservas. De inmediato, consiguieron alojamiento en un hotel céntrico. “Trabajo en el sector privado y siempre nos pedimos las vacaciones para esta fecha. Ya hemos venido varias veces a Bariloche. Es una ciudad que nos encanta, muy tranquila”, resumió el hombre de unos 30 años.

Alfredo Costilla ofrece fotografías con los perros San Bernardo a quienes recorren la plaza central y recordó que “históricamente, Bariloche se llena de turismo chileno en febrero”. “Buscan mucho precio. El chileno es algo desconfiado, como el sureño. No es como el porteño que es más simpático y dado. Ellos mismos admiten que son desconfiados”, describió.

“¿Este es el famoso Centro Cívico?”, pregunta una mujer, con acento trasandino, a un vendedor de la feria artesanal de la calle Urquiza. “El mismísimo”, responde el hombre y de inmediato, consulta: “¿Son de Chile?”. Luego de asentir, la pareja larga una seguidilla de consultas que van desde la ubicación de las chocolaterías hasta cómo llegar al Teleférico Cerro Otto.

“No son grandes gastadores pese a que el cambio los favorece mucho. Te preguntan cuánto sale algo, les decís 100 pesos y ahí se termina la amistad”, resumió risueño el feriante.

La moza de una chocolatería definió a los comensales chilenos como “exigentes pero a la vez, amables” aunque aclaró que “si bien en Chile la propina es obligatoria, acá cuesta que dejen el 10% y hay que decirles al igual que los brasileños”.

Desde el centro de informes turísticos advirtieron que no reciben gran cantidad de consultas de turistas provenientes de Chile. “Como la mayoría conoce, se maneja. Si vienen sin reservas y no consiguen nada, vienen al centro de informes y miran esta pantalla en la que publicamos los alojamientos que sí tienen disponibilidad. Quizás vienen a preguntar por alguna excursión pero van en sus vehículos particulares”, puntualizó una empleada.

Los “arbolitos” que ofrecen cambiar moneda extranjera abundan y hay hasta cuatro en una esquina céntrica. En la pizarra de una tienda de artículos regionales se lee: “Tomamos el peso chileno a 11.5. 87 cada 1000”.

Jorge Saavedra, de Temuco, pasea por la ciudad junto a Mónica y Sofía Barría. “Vinimos una semana en familia. Bariloche tienen lindos paisajes y ya hemos venido 5 o 6 veces antes. El cerro Otto nos gusta mucho”, confía el hombre.

“Comer en un restaurante acá nos sale la mitad de lo que nos sale allá. La bencina también es más barata. En Chile todo está demasiado caro. Lo único malo es que hay mucho control policial. Dejan pasar a todos los vehículos argentinos y a nosotros nos paran en todos lados”, expresó con algo de malestar.

Camila Angulo, de Llanquihue, admitió que es la tercera vez que recorre Bariloche. “Nos gusta y ahora nos resulta más conveniente que antes. De todos modos, los precios subieron un poco”.

El Consulado de Chile advirtió que uno de los problemas más recurrentes “es el extravío de la visa que se otorga en Migraciones”.