Margarita, la abuela del gobernador Weretilneck, cumple 100 años

Margarita Von Holdum vive en El Bolsón desde 1944, y hoy celebrará un siglo de vida con su enorme familia, que incluye al actual mandatario rionegrino.

Margarita permanece sentada en una de las sillas de cocina con sus manos sobre las rodillas. Prolijamente peinada, con una camisa almidonada, un saco rojo de hilo y una pollera verde, observa cada movimiento de su hija, su yerno, Juancito, su tataranieto, y su mamá. No se pierde un detalle. Habla poco, pausado y cada tanto, sonríe.

Margarita Von Holdum, la abuela del gobernador Alberto Weretilneck, cumple hoy 100 años y el festejo revolucionará a todo El Bolsón, donde muchos la conocen.

“Ella es muy positiva. Dice que va a vivir dos años más”, asegura Hilda, su hija, que cuida de ella día y noche junto a su esposo, Osvaldo Weretilneck.

Cien años atrás, la mujer nacía en Stroeder, provincia de Buenos Aires. Pero allá por 1944, Gendamería trasladó a su esposo a El Bolsón.

La pareja se instaló con sus cuatro hijos (uno de ellos, un bebé de tres meses). Y Margarita nunca más abandonó la comarca.

“Me adapté muy rápido –reconoce la mujer– Es que en mi pueblo había mucho viento, frío. Mucha humedad. Bolsón no lo cambiaría por nada”

Margarita Von Holdum
Foto: Alfredo Leiva.

Cuatro años después, su esposo abandonó la fuerza tras sufrir un accidente y abrieron entonces una despensa. Margarita cuenta que solía levantarse a las 6 de la mañana para “dejar la casa en condiciones” pero ahora, se obliga a permanecer en la cama hasta las 9.

“Ahora no tengo horarios. Me levanto y me tomo mis dos tazas de café con leche. Ya no cocino tampoco. Cocina mi yerno que es muy buen cocinero”,

dice la mujer y vuelve a sonreír.

Su hija Hilda Gerez interviene sin dudarlo: “Se enoja cuando nosotros nos adelantamos y lavamos las tazas. Se enoja cuando no la dejamos hacer las cosas de la casa. Ya no la dejamos ir a la huerta tampoco por temor a que se caiga”.

Foto: Alfredo Leiva.

Margarita tenía la costumbre de comprar menudos para darle de comer a los chimangos que se posaban en el cable y gritaban para que su protectora apareciera. “Están todavía”, asegura risueña. “¿Qué me gusta hacer?”. Margarita titubea y afirma: “Tejer. Tejo bufandas y gorritos para un hogar franciscano y muchas veces, para el hospital. También tengo anteojos porque leo y escribo”, admite y sin esperar la ayuda de Hilda, que se apura para agarrarla del brazo, se levanta de la silla para ubicarse en el otro extremo de la mesa. Detrás de ella asoma una foto de su primer nieto, Alberto Weretilneck, cuando asumió como gobernador de la provincia.

Hilda cuenta que su madre siempre “lo sigue en las noticias de los diarios y en la radio”. “Le gusta la política a mi mamá, lo social. Ella misionaba en la Línea Sur. Alberto debe haber sacado mucho de ella. Realmente es una luchadora”, narra.

La mujer no mira televisión porque considera que es “perder el tiempo”. “Ella considera que siempre hay que hacer algo productivo. Siempre fue así. Su paseo preferido es tomar chocolate en Lago Puelo”, detalla su hija. Cuando se le pregunta a Margarita cuántos nietos, bisnietos y tataranietos tiene, su yerno lanza un: “Ahí sonamos” y de inmediato, corre en busca de un lápiz y un papel. Saca cuentas con su esposa, usan los dedos y se miran pensativos. No es para menos. Margarita tiene 19 nietos, “otro tanto” de bisnietos y 6 tataranietos.

Foto: Alfredo Leiva.

El secreto


La mujer dice no saber cuál es la clave para llegar impecable a los 100 años. “Siempre comí y dormí muy bien. Pienso eso. Será que la salud me ayuda. Mis padres murieron mayores. Y como de todo, menos sopa. Mi comida preferida son los churrasquitos a la plancha”, cuenta.

“¿Con qué sueño? –se plantea– Estoy muy bien así. Con mis hijos, mis nietos, mis yernos. Todos juntos. Llego feliz a los 100 años”.


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