Mujeres que no quieren tener hijos
El lento aunque progresivo empoderamiento de las mujeres, al menos en occidente, ha empezado a reconocer algo hasta hace poco impensable: que no todas ven a la maternidad como meta irrenunciable.
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Como si la maternidad fuera una obligación en vez de un deseo, a las mujeres que deciden no ser madres les cuesta ser comprendidas y muchas veces sus pares no las toman en serio. Sin embargo, cada vez más personas se atreven a romper con “mandatos culturales” legendarios y acuerdan con sus parejas una modalidad de vida en común, sin hijos, pero igualmente plena. En EE.UU. este segmento de mujeres ya tiene una denominación: childfree, y hay varias famosas que confiesan esta decisión.
Entre las causas de esta tendencia se destaca la decisión de las mujeres de posponer la maternidad por un trabajo mejor remunerado, por el desarrollo profesional o una educación más satisfactoria. Hoy en día cada vez hay más paridad en las empresas y las mujeres ocupan cargos directivos con muchas responsabilidades, lo que hace más difícil formar una familia o simplemente es su elección de vida, aquello que satisface sus necesidades individuales.
Este fenómeno se da tanto en Europa, Estados Unidos como en América Latina, donde estudios revelan que el aumento tanto de mujeres como de hombres que deciden no ser padres trae como consecuencia países con una población de viejos, con una disminución de la fuerza laboral.
¿Por qué una mujer debería elegir ser madre?
“Desde el punto de vista de nuestra filosofía, que es la existencialista, la respuesta sería porque así lo eligiera. Porque sintiera el deseo de ser madre. Lo cual implica también cierta proyección de sus valores hacia la vida del hijo por venir. La libertad de elegir y elegirse es una convicción de la psicología humanística y desde ese punto de vista, un derecho. Cierto es que cada elección debe considerarse como absolutamente particular y única”, explica Alejandro Corbalán, presidente de la Asociación Argentina de Counselors.
Desde la aparición de la píldora y otros métodos anticonceptivos en la década del 60 la posibilidad de controlar la natalidad le dio al ser humano y a la mujer en particular, el control de su propio aparato reproductor con un alto grado de eficacia aunque con un costo para su organismo todavía difícil de precisar. La vida sexual cambió desde entonces y la posibilidad de satisfacción sexual sin riesgo de embarazo dio lugar a la posibilidad de elegir el “sexo libre” o al menos cierta discreción en las relaciones sexuales.
Explica Corbalán que, “así como existen razones para tener hijos, existen factores que justifican no tenerlos. Algunos de los argumentos que a menudo se escuchan en el consultorio son:
• La falta de deseo de tener hijos o “instinto maternal” o “paternal”, a menudo relacionada con la ausencia de una razón de peso para tenerlos, el desagrado o disgusto que a algunas personas les producen los niños, su presencia y comportamiento. Los cambios que la presencia de niños produce en la vida cotidiana, la pérdida de la intimidad en las relaciones de pareja, familiares y de amistad. Falta de voluntad, o presunta incapacidad, para cumplir con las obligaciones que conlleva ser madre y/o padre. Sentir que no se es capaz de asumir la gran responsabilidad que supone tener, educar y criar a un hijo.
• También la escasez de recursos económicos para solventar los gastos de la crianza, cuidado y educación de los niños representa un obstáculo que algunos consideran infranqueable; el deseo de priorizar el estudio, la carrera o de no reducir las posibilidades de promoción profesional; el miedo a perder el trabajo debido a la maternidad así como la dificultad de conseguir licencia por maternidad y paternidad en el trabajo. Por último, el feminismo plantea una visión de la maternidad y el papel de los padres como una construcción social de origen patriarcal y machista, que subyuga la identidad personal y su desarrollo, al restringir las opciones de estilo de vida con mandatos e introyectos sociales y culturales”.
Testimonio: Maribel Verdú
“Ser madre es una opción, no una obligación”
“Ser mujer no es sinónimo de madre. Ser madre es una opción, no una obligación”. La española Maribel Verdú coincide con Vicky, el personaje que interpreta en la comedia “Sin hijos”, dirigida por Ariel Winograd, que tras 13 semanas en cartel en Argentina llegó hace poco a España.
La película, que la actriz protagoniza junto a Diego Peretti, aborda en clave de comedia la opción de renunciar a la maternidad, un debate que si bien ya tiene cierto recorrido en Europa, ha sido menos tratado en una sociedad más propensa a las familias numerosas como la latinoamericana.
“No conozco ninguna película en Latinoamérica que plantee el ‘no kids’ de una forma tan radical”, afirma Verdú.
En “Sin hijos”, Vicky, una mujer que odia a los niños, se reencuentra con un antiguo amor adolescente, Gabriel (Diego Peretti), quien se ve ante una difícil encrucijada: reconocer que tiene una hija de 9 años (Sofía) y arriesgarse así a perder a su antiguo amor o esconder su paternidad.
Al presentar la película en nuestro país, donde asegura que se tienen más hijos que en España, la actriz tuvo que hablar mucho de la no maternidad. Y a juzgar por las críticas, “que han sido la bomba”, considera que el debate se extrapoló a la sociedad.
Para Verdú, quien con frecuencia ha mostrado su hartazgo de que le pregunten por qué a sus 44 años aún no es madre, la respuesta es muy simple: “La gente debería dejar hacer al otro lo que le da la gana sin entrometerse en su vida, ya quiera tener siete, dos o ningún hijo. No entiendo por qué la gente tiene que opinar de lo que hacen los demás. Vive y deja vivir”.
Además le molesta que quienes se lo preguntan sean siempre mujeres: “A los hombres no les sorprende en absoluto. Creo que es algo muy machista, una cultura o una educación”, asegura.
Así son las nuevas supertías
Ellas son “panks”. La sigla en inglés lo dice todo: Professional Aunts, No kids. Mujeres profesionales que postergan su maternidad y priorizan su carrera. Son, pasando en limpio, las nuevas tías que no tienen hijos, solteras y con muy buena relación con sus sobrinos. No todas las tías solteras y sin hijos son parte de este fenómeno social, pero las hay lo suficiente como para que ya se hable del “boom panks”.
Fuentes: agencia DPA, La Tercera y Asociación Argentina de Counseling
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